Hace unos días volvió a ganar notoriedad un tipo de titular que debería haber dejado de ser noticia hace tiempo. ¿Os suena esto? 'Nadia Calviño rechaza posar para una fotografía en un foro económico por ser la única mujer'.

Unos días después vi un post en la misma línea con el hashtag #GafasAMMDE; en el mismo, la Asociación Multisectorial de Mujeres Directivas y Empresarias denunciaba con ironía la creación de un think tank para el turismo sin ninguna mujer en la foto… y es que, como dicen ellas, hay quien necesita gafas para ver mujeres valiosas. 

Personalmente me alucina que todavía haya gente, empresas y organismos públicos que discriminen a las personas por su género, su credo, su edad o cualquier otra razón. Pero los datos y los hechos nos recuerdan que queda mucho trabajo por hacer.

Por ejemplo, el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) creado en 2010 para reforzar y promover la igualdad de género en toda la Unión Europea (UE) nos dice que la mejora ha sido pequeña pero constante cada año y que al ritmo que avanzamos hoy en día, estamos todavía por lo menos a sesenta años de alcanzar la igualdad de género plena.

Según su índice de igualdad de género, la UE está mejorando, pero a paso de tortuga. Por cierto, no olvidemos la importancia de medir las cosas y tener índices como este para poder cuantificar el progreso de la igualdad de género, dar visibilidad a las áreas que necesitan mejoras y apoyar a la responsables políticos para diseñar medidas de igualdad de género más eficaces. 

Parece que somos muchas personas las que queremos que toda la gente tenga las mismas oportunidades; aunque, lamentablemente, da la impresión de que todavía no todos estamos convencidos de los beneficios que aporta la diversidad al conjunto de la sociedad, no solo a las empresas y a los organismos públicos. 

Formo parte de un sector, el tecnológico, donde tenemos un problema serio a la hora de encontrar talento en general y femenino en particular. Lo preocupante es que esto pasa a pesar de que la inmensa mayoría de las empresas que componen el sector tienen claro que ser más diversos, equitativos e inclusivos es fundamental para los empleados, para los clientes, para la sociedad y para alcanzar el éxito. Imaginaros el escenario que podemos encontrar en sectores que no lo tengan tan claro.  

Por otra parte, la semana pasada tuve conocimiento de un evento de FT que se llama '¿Cómo pueden las empresas mejorar el equilibrio de género?' con un gran plantel de ponentes, entre ellos Brian Ballantyne, cofundador de Men for Inclusion y autor de Confessions of a Working Father.

Brian me hizo recordar a otra persona que conocí cuando lideraba DES | Digital Enterprise Show, Simón Fanshawe, fundador de Diversity by Design y que no hace mucho lanzó un libro titulado 'El poder de la diferencia: donde las complejidades de la diversidad y la inclusión se encuentran con soluciones prácticas'.

Simon nos dice que con demasiada frecuencia, cuando mencionas la igualdad y la diversidad, las personas miran hacia otro lado; y nos recuerda que cambiar esto es vital no solo porque se trata de corregir la injusticia y la discriminación, sino también porque ayudará a la gente a colaborar y trabajar mejor en conjunto, lo cual redunda en un mayor rendimiento.

Hablando de libros, preparando esta columna descubrí el 'No Club, una guía práctica y oportuna para llevar la equidad de género al lugar de trabajo: liberar las carreras de las mujeres del trabajo sin recompensa'.

Las fundadoras de este club de Pittsburg (EEUU) y el posterior libro nos explican  que las mujeres en todas partes están injustamente cargadas con "trabajo no promocionable", un problema que podemos y debemos resolver. Este desequilibrio deja a las mujeres comprometidas en exceso y subutilizadas, ya que las empresas pierden ingresos, productividad y los mejores talentos.

No hay duda de que estamos ante un tema muy complejo y muy importante para mejorar el mundo. Una columna de opinión no da para tocar todos los ángulos de este gran  problema, ni de sus múltiples potenciales soluciones, y menos aún el limitado conocimiento de un individuo.

Cuanto más pienso en ello, más me pregunto por qué vamos tan lentos, por qué hay tan poca diversidad en algunas carreras y en algunos trabajos, por qué hay muchos más hombres que mujeres emprendiendo, sigo sin entender por qué en funciones dónde hay muchas más mujeres que hombres cuando miramos los puestos de dirección la pirámide se invierte… 

Con frecuencia oigo que faltan role models, así que había pensado acabar esta columna dando visibilidad a mujeres que muchos de nosotros conocemos, ejemplos inspiradores para todos. Finalmente he pensado que igual es mejor que esto lo hagamos en las redes, porque así podré compartir algunos nombres que conozco y descubrir otros que compartáis con todos nosotros.

Sea como sea, esto no va sólo de mujeres, estoy convencido de que el problema de la falta de diversidad sólo se puede solucionar con diversidad.