Una crisis es sinónimo de oportunidad. Una de las primeras consecuencias de la pandemia de la covid-19 fue la total paralización de sectores enteros en todo el mundo, cuyas consecuencias seguimos viviendo hoy. Las duras medidas iniciales se tradujeron en un cese generalizado de la actividad por causas de fuerza mayor, pero también trajo consigo una oleada de innovación y de reinvención.

Dicen que la necesidad agudiza el ingenio y 2020 fue el año de las necesidades. Había que retomar el trabajo cuanto antes y normalizar la situación, ya que un mundo paralizado es un mundo que agoniza. La tecnología ha sido durante este periodo una aliada inestimable y muchas empresas la abrazaron para adaptarse a la nueva situación y se calcula que el año pasado se avanzaron de 5 a 8 años en adopción de digitalización gracias a la necesidad de incorporar nuevas herramientas de trabajo, automatización de servicios y otras mejoras usando tecnologías existentes.

Pero, de la misma manera, el primer Barómetro sobre Innovación (2021) elaborado por Kantar calcula que el 29% de las pymes españolas tuvieron que posponer sus proyectos de innovación y un 24% de las grandes empresas los cancelaron. El año pasado casi todos los esfuerzos de digitalización estuvieron centrados en la reconversión y en la adaptación al nuevo contexto socioeconómico.

La innovación y la digitalización son importantes porque son la vía que tienen las empresas para no quedarse atrás, de continuar siendo competitivas, de adelantarse a los cambios del futuro, y de romper los límites existentes. Y, aunque tradicionalmente la innovación se asocia a las grandes empresas, es necesario que las pymes también la incluyan en su hoja de ruta. Sin embargo, España adolece de algunos elementos necesarios para destacar en innovación, en particular la poca cultura de emprendimiento que existe, y la enorme proporción de compañías pequeñas en el tejido empresarial, que cuentan con escasos recursos para dedicarlos a I+D+i.

El uso de la tecnología ayuda enormemente a paliar parte de estas carencias y reduce la brecha entre empresas grandes y pequeñas. La tecnología nunca ha sido tan accesible y adaptable como lo es ahora y todas las empresas pueden aprovecharse de ella para mejorar sus procesos y la calidad de sus servicios. Además, la llegada de los fondos europeos, si se aprovechan bien, puede ser un punto de inflexión para construir las bases que permitan que España sea un país propicio para innovar. Una oportunidad única con programas como Horizonte Europa, para el periodo 2021-2027.

Según el European Innovation Scoreboard 2021 elaborado por la Unión Europea, dentro de la Innovación, España sobresale por sus recursos humanos, la digitalización y la sostenibilidad, destacando la alta preparación de sus profesionales (doctorados), la productividad de los recursos y la venta de productos innovadores. A fin de cuentas, se pueden tener los mejores procesos, pero son las personas las que los hacen funcionar, pero para llevarlos a buen término se precisa compromiso y preparación.

Según el mismo informe, España tiene todavía un enorme potencial para la innovación que se puede alcanzar si se continúa invirtiendo en I+D+i y en los procesos empresariales adecuados. Esto es, ser capaces de transformar las ideas en realidades. En España la principal dificultad no se encuentra en la carencia de conocimiento, sino en la capacidad y la eficacia con la cual se convierten esos conocimientos en productos y servicios diferenciales en el mercado. Además, el proceso de innovación para llevar una idea al mercado no solo tiene como beneficio el producto conseguido, sino también los conocimientos colaterales adquiridos en el propio proceso, fruto del ejercicio reflexivo y de la exploración. El mismo proceso a menudo genera nuevos conocimientos en el equipo de trabajo que aumentan las capacidades y mejora la posición competitiva de la empresa.

La innovación implica un riesgo: destinar mucho esfuerzo a desarrollar una idea que en muchas ocasiones tiene una probabilidad de éxito muy reducida. Por tanto, la organización debe estar preparada para el fracaso, no una, sino múltiples veces. Necesita construir unos cimientos que permitan dar cabida a nuevas ideas y tener una cultura adecuada y un buen ambiente, generando el clima propicio que permita atraer personas comprometidas, motivadas y con talento, que a su vez sean generadoras de ideas innovadoras y las lleven al mercado, personas dotadas de pensamiento creativo. Una cultura que no fomente la innovación puede estar actuando de filtro para las ideas brillantes, haciendo inservibles todos los procesos asociados y reduciendo aún más la tasa de éxito en llevar las ideas al mercado.

Pero no solo es importante la ideación o la planificación de esos proyectos. La innovación puede fracasar a causa de una mala ejecución. Frecuentemente por falta de soporte de la alta dirección, por una cultura poco predispuesta para la correcta explotación de las ideas, por falta de liderazgo, o simplemente porque no se marcaron unos objetivos claros. Todos estos ingredientes son indispensables para tener éxito. Es imprescindible que se genere una dinámica en la empresa que permita fomentar la generación de ideas, identificar las potencialmente explotables y permitirles el avance en los siguientes pasos hasta que se traduzcan en algo novedoso y útil para nuestros clientes. Y todo esto sin esperar a una pandemia mundial para darnos cuenta.



*** Roberto Fuentes es director de atSistemas