Hace unos días descubrí a Michele Wucker en ESG Spain 2021, un interesante evento organizado por Forética. Ella nos habló de la metáfora del "rinoceronte gris", refiriéndose a una amenaza muy probable pero ignorada, como una idea opuesta a la del cisne negro: algo que no se puede prever.

Y sí, efectivamente, ella es la autora de El rinoceronte gris: cómo reconocer y actuar ante los peligros obvios que ignoramos. Para ella un rinoceronte gris no es sólo ese animal de dos toneladas con el que todos preferimos no cruzarnos, es algo que sabes perfectamente que es peligroso, pero como es gris... te olvidas de él, lo ignoras.

Es un concepto que caló hondo en Xi Jinping, el presidente de China, y que a partir de ahí voló con fuerza en todo el mundo. Más si cabe después de haber sido azotados por algunos rinocerontes grises últimamente, léase covid-19, Evergrande...

Llevamos tiempo oyendo a la dirección de la mayoría de las grandes empresas comprometerse a cumplir objetivos varios alrededor de los ESG. Por ejemplo uniéndose a The Climate Pledge, la iniciativa que nació en el año 2019 de la mano de Amazon y de la ONG Global Optimism. Un reto que ya ha conseguido que se le unan más de 200 empresas y que se basa en la asunción de que ninguna empresa u organización puede cambiar las cosas de forma aislada y que es imprescindible impulsar una acción colectiva e intersectorial sobre la crisis climática. 

Las empresas socialmente responsables son capaces de actuar sobre la crisis climática y las que se están uniendo a esta iniciativa se comprometen a enfocarse principalmente en tres áreas de acción: 

- Informes regulares: Medir y notificar las emisiones de gases de efecto invernadero de forma periódica.

- Eliminación de Carbono: Implementar estrategias de descarbonización en línea con el Acuerdo de París a través de cambios e innovaciones comerciales reales, incluidas mejoras de eficiencia, energía renovable, reducciones de materiales y otras estrategias de eliminación de emisiones de carbono.

- Compensaciones creíbles: Neutralizar las emisiones restantes con compensaciones adicionales, cuantificables, reales, permanentes y socialmente beneficiosas para lograr emisiones de carbono anuales netas cero para 2040.

La verdad es que todas son iniciativas muy loables, aunque me empieza a preocupar que estos compromisos se tomen en serio y se cumplan. Porque, a pesar de los esfuerzos, las empresas y los ciudadanos continuamos produciendo cantidades incalculables de CO2 y gases de efecto invernadero.  

Está muy bien que los gobiernos y las empresas se comprometan a ser neutros o casi neutros en carbono en 2050, 2040, incluso algunos en 2030… pero esto hay que convertirlo en realidad. Lo cual implica que las distintas unidades de negocio tienen que encontrar la manera de aportar a que los objetivos ESG definidos se alcancen.

Como siempre, la tecnología tiene un rol muy importante que jugar, alineándose con los objetivos de negocio. Veo con agrado como empresas tipo Google, Microsoft o VMware han actualizado sus mensajes alrededor del concepto de Tech for Good hacia conceptos más amplios directamente vinculados a los ESG; y cómo está evolucionando la medición, con informes anuales que mejoran año a año. 

De todo lo comentado anteriormente, hay un tema que me llama poderosamente la atención: entender bien lo que hay detrás de la idea de otras estrategias de eliminación de emisiones de carbono.

Investigando un poco descubrí una empresa suiza que se dedica a eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera para combatir el cambio climático: Climeworks. Ellos han desarrollado una tecnología que ayuda a eliminar el CO2 del aire, algo crucial para limitar el calentamiento global.

Y yo me pregunto qué hacen con ese CO2 capturado en el aire, pues resulta que puede almacenarse de forma segura durante millones de años, reciclarse como materia prima para combustibles sintéticos… incluso he leído que puede convertirse en roca al inyectarse en el suelo. La verdad es que son temas que no conozco con la suficiente profundidad, estoy seguro de qué tienen pros y contras, aunque es deseable que los pros sean mucho mayores.

Por suerte, no están solos, y cada vez hay más empresas que van en la misma dirección. Pero,  que hayan nacido en Europa no deja de ser algo a valorar; igual que pasa con el hecho de que tengan ideas tan ingeniosas como crear un servicio de suscripción para personas sensibilizadas, personas que buscan formas de reducir su huella de carbono. Te ofrecen convertirte en un pionero en la eliminación de dióxido de carbono del aire, y ellos lo eliminarán en tu nombre. 

Así que ya sabéis, no tenéis porque dejarlo todo en manos de las bienintencionadas organizaciones.