Si hace unos años nos hubieran dicho que la tecnología, la innovación y la digitalización de datos y procesos iban a provocar una disrupción como la que estamos viendo en el sector de la salud, pocos lo hubieran creído.

No se trata sólo de las soluciones digitales o de la innovación analítica, la gran revolución es la democratización en el acceso a soluciones de salud: cualquier persona con un smartphone (cualquier persona) tendrá un acceso supersónico a los servicios de la telemedicina y la analítica, la madre de todos los principios diagnósticos. Todo será mucho más rápido y accesible porque la tecnología permitirá que nosotros nos hagamos las pruebas: huella o saliva en el móvil, toolkits para analíticas de sangre, fotografías de nuestra piel; y un especialista, a miles de kilómetros y casi en tiempo real, diagnostique y proponga y en su caso, evite que tengamos que desplazarnos a un centro de salud.

Disruptivo total. En banca o seguros la equivalencia hubiera sido que el usuario decidiera si se da o no un préstamo y un tercero a distancia le hubiera hecho el ingreso a cambio de una imagen de sus estados financieros…

La verdadera revolución del sector de la salud, más allá de los usos y los avances que permitirán las tecnologías, somos las personas. Monitorizados de forma permanente evitaremos el desarrollo o la evolución de enfermedades y/o patologías, y así, los centros de salud podrán organizar mejor sus tiempos, esquivando colapsos y oleadas pandémicas. Seremos, por decirlo de un modo aún más sencillo, nuestro propio médico de cabecera, nuestra verdadera atención primaria.

Cuando algo nos preocupe mucho encenderemos nuestro teléfono móvil y buscaremos, entre decenas de aplicaciones agrupadas bajo el epígrafe eHealth, una solución que nos alerte si se acerca un brote de migraña; un médico de guardia al que enviarle la fotografía de una herida infectada o un laboratorio virtual abierto las 24 horas con el que compartir nuestros datos esperando una respuesta inmediata.

En España tenemos una oportunidad enorme para desarrollar un ecosistema de innovación alrededor de la salud si sabemos entender que es necesario poner a un gran comprador en el centro de la ecuación: el sector público. Por más rápido que avancen el emprendimiento y la innovación en el sector, por más inversiones que se hagan en campos como la medicina preventiva o la inteligencia artificial, la analítica de datos o la biotecnología, si no somos capaces de probarlo en la red de hospitales públicos y en los centros ambulatorios, nos quedaremos a medias. Este es además un espacio abierto de cocreación en el que quienes innovan y desarrollan y proponen necesitan un enorme banco de pruebas que les haga evolucionar sus productos a una mayor velocidad.

¿Seremos capaces de unir dos elementos tan necesitados? Una breve lectura de nuestra historia reciente nos diría que no…

Por otro lado, no es menor el reto que se afronta desde lo público. Nuestro gasto público sanitario representa la mitad de lo que invierte la UE de media, algo más de 1.600 euros por habitante. Sin embargo, la atención sanitaria es cada vez más deficitaria y los costes de mantenimiento se nos hacen bola cada año porque no tenemos recursos para invertir.

Ahí hay un win-win evidente: las alianzas entre el sector público y los ecosistemas de eHealth resultan fundamentales para evolucionar el estado del arte. Si en el centro del ecosistema ubicamos a un gran comprador y destinamos un presupuesto a cada hospital para que pruebe cosas, tendremos la posibilidad de desarrollar una industria con un potencial enorme y una capacidad de internacionalización aún mayor.

El Barcelona Health Hub, el eHealth Future de Valencia o el Health Tech Aragón son tres iniciativas interesantes que habrá que ver cómo evolucionan con el tiempo. Por su parte, la Unión Europea ya está desde hace años impulsando la creación de un ecosistema paneuropeo de salud a través del EIT Digital

Si bien las iniciativas privadas no paran de surgir, se echa de menos una apuesta decidida desde el ámbito público. Habrá que ver qué pasa con los fondos europeos que vienen vía Marco Financiero Plurianual, pero de momento, el impacto del NexGenerationEU en la salud es muy limitado: 700 millones de euros en dos iniciativas para la renovación de tecnologías sanitarias y para la Estrategia de Salud Digital.

No sé. No lo veo. Está bien que invirtamos en movilidad, energía, agroindustria, eficiencia energética, y un sinfín de cosas para hacer de nuestra vida un lugar de paso más cómodo, liviano, respetuoso con el ambiente y sostenibilíisimo, pero, ¿y si la vida en sí misma no queda protegida? No se me ocurre sector más transformador que aquel que salva y cuida la vida de las personas, y ese es un activo sine qua non el desarrollo de cualquier otra actividad (industria, energía, movilidad, agro) queda mucho más que entredicho.

*** Fran Estevan es escritor y fundador de LocalEurope.