Podríamos apostar con la seguridad de una victoria segura a que Carlos III jamás imaginaría que el Real Jardín Botánico de Madrid (que ordenó trasladar a su actual ubicación desde el Soto de Migas Calientes) acogería un evento de transformación digital en plena revolución tecnológica acelerada. 

Ha sido el congreso de la patronal de las telecomunicaciones, DigitalES, el que a su vez ha migrado su sede anual del Palacio de los Duques de Pastrana por estos bellos jardines -en plenos trabajos de rehabilitación, eso sí-. Con la suave brisa y el aire fresco que estos días dieron un breve respiro a los madrileños, la asociación encaró una edición extraña por muchos motivos y de difícil comparación.

En primer lugar, por la obviedad de ser un evento que se celebra de forma híbrida con el telón de fondo de una pandemia global. Difícil es establecer paralelismos con otras ediciones del DigitalES Summit en cuanto a asistentes o éxito alcanzado, aunque desde la organización aseguran haber batido récords en cuanto a participantes -online en su mayoría- y patrocinadores.

Pero más importante si cabe es que ese aire renovado, tamizado por los impresionantes árboles del Jardín Botánico, contrasta notablemente con el ambiente enrarecido que solía vivirse en años anteriores. En esta ocasión predominaba el optimismo, el espíritu de concordia y de construcción conjunta de un futuro digital para todos.  Antaño, el discurso solía estar plagado de ataques al gobierno y de críticas veladas -y no tan veladas- al archirrival de DigitalES, la histórica patronal digital Ametic.

Pero este año todo era de color de rosas y de amapolas: tanto Garamendi (CEOE), la vicepresidenta Calviño, la ministra Maroto e incluso Eduardo Serra (DigitalES) han apelado a "remar juntos" para triunfar en el camino digital. Una obviedad, qué duda cabe, pero qué necesario era oír esto en un congreso que hasta ahora se había destacado más por dividir que por unir esfuerzos en la industria.

Tampoco hemos oído los viejos gruñidos de buitre que pedían de forma agresiva, incesante y directa en sus discursos una rebaja de impuestos y tasas a las telecomunicaciones, así como subvenciones ingentes que sufragaran gran parte de sus cuentas y despliegues. Cual monólogo, era la única y gran exigencia que comandaban Telefónica, Vodafone, Orange y Másmóvil en esta cita. Pero este 2021, estos mensajes han quedado relegados a un segundo plano, sin destacar por encima de otros asuntos, y usando un lenguaje mucho más sutil ("fiscalidad más justa y adaptada a los tiempos", que decía Emilio Gayo, o "un campo de juego igual para todos", que llegaba desde Orange).

De hecho, y a diferencia del clásico 'pedir y pedir' de otros años, en este curso ha habido hasta agradecimientos a la Administración por su trabajo. 

¿Significa esto que las 'telecos' hayan cedido en sus exigencias? Nada más lejos de la realidad, e incluso han conseguido triunfar en los últimos meses con algunas de sus demandas. ¿Implica que han claudicado ante la obvia y necesaria cooperación con el sector digital y el resto de la economía española? Nunca fue tal el aislamiento, y de hecho las alianzas dentro de la CEOE y en proyectos como la reforma educativa digital así lo demuestran.

Lo que ha cambiado, lo que ha traído consigo ese verde esperanza, es un cambio drástico de actitud. Simple y llanamente. Un nuevo tono y una forma distinta de aproximarse a los relevantes retos que tenemos por delante. Habrá quien diga que ha sido la pandemia la que ha hecho poner los pies en la Tierra a muchas de estas compañías. Otros apelarán al cambio de liderazgo en DigitalES, de la polémica Alicia Richart al siempre comedido y conciliador Víctor Calvo-Sotelo, como razón de haber adquirido estos dos últimos atributos como bandera.