Según el diccionario de la RAE, un reto es un “objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ellos un estímulo y un desafía para quien lo afronta”.

La transformación tecnológica de la sociedad y la aplicación de las tecnologías disruptivas en el tejido económico es el gran reto de nuestra era. Es un reto porque es difícil de llevar a cabo, pues se trata de una transformación a nivel global, de todos los sectores de la población. Es un cambio de cultura, de mentalidad, de paradigma. En este sentido, constituye un gran desafío para todos. Y es un gran reto porque la recompensa de conseguirlo no es nada más y nada menos que la supervivencia. La supervivencia de cada empresa, de cada entidad, de cada sector, del país en su conjunto.

Y un sector que está muy concienciado con este reto es el de la propiedad industrial e intelectual, que es la encargada, precisamente, de proteger la tecnología y la innovación, contribuyendo así al crecimiento económico del país.

Desde la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) y las Oficinas de PI ya están utilizando de forma concreta las múltiples posibilidades que ofrecen tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial para administrar la propiedad intelectual.

En particular, se está utilizando la IA en tres grandes ámbitos: el de la traducción automática (con una herramienta de traducción instantánea diseñada ad hoc para documentos de patente), el de la búsqueda de imágenes (a través de una base mundial de datos sobre marcas) y el de la clasificación automática ("herramienta que ayuda a los solicitantes y examinadores de patentes de las Oficinas de PI a clasificar automáticamente las solicitudes de patente en unidades técnicas según su clase, subclase, grupo principal o subgrupo de la Clasificación Internacional de Patentes", según la WIPO).

La inteligencia artificial aplicada a la propiedad intelectual permite, entre otras cosas, lograr resultados más eficientes, mejorar la toma de decisiones y detectar tendencias, lo cual repercute directamente en la actividad investigadora y en la innovación.

También tiene un papel muy importante en el sector de la propiedad industrial e intelectual el blockchain o cadena de bloques. Un tipo de tecnología disruptiva que se caracteriza por la trazabilidad, la seguridad y la perdurabilidad de los datos almacenados que hacen imposible su modificación en el tiempo.

Pero la inteligencia artificial y el blockchain no son las únicas tecnologías que pueden usarse o se están usando en el contexto y la práctica de la propiedad intelectual e industrial: existen muchas más. Y su aplicación en este sector va a suponer una revolución en la gestión y protección de activos intangibles y, por tanto, una revolución a nivel de crecimiento económico y desarrollo.

Pero, como decíamos al principio, es un gran reto. Por este motivo, la formación es necesaria para entender cuáles son las reglas del juego en esta era digital; conocer la inteligencia artificial (IA) y el blockchain y el resto de tecnologías disruptivas y comprender su funcionamiento; entender sus ventajas en el sector de la propiedad industrial e intelectual y saber implementarlas en el contexto y la práctica de este sector.

*** Berta Molina Angulo es abogada en Pons Escuela de Negocios