Gobernar es decidir. Es pensar en términos políticos, a la vez que se cimientan las bases del futuro. Es escuchar a mucha gente y encontrar el punto en el que mejor convergen los distintos intereses. Gobernar es representar a los ciudadanos y a sus diferentes sensibilidades, y por ese motivo gobernar es también estar dispuesto a recibir críticas. Nadie dijo que fuera fácil… 

Gobernar, en definitiva, es gestionar la complejidad. Sin embargo, vivimos en una época de narrativas reduccionistas. Buscamos soluciones fáciles a problemas complejos. Leemos titulares y rápidamente nos posicionamos a favor o en contra. Vemos la vida en blancos y negros. Desde D+I queremos reivindicar los grises, esos pequeños matices que lo dicen todo. He aquí un avance, aplicado a la actualidad en política digital:

La semana pasada España recibió una mala noticia: la Unión Europea ha decidido instalar su nuevo Centro Europeo de Competencia Industrial, Tecnológica y de Investigación en Ciberseguridad en Bucarest. La candidatura de León solamente recibió dos votos. Los reproches no se hicieron esperar. Menos trascendencia tuvo el hecho de que Rumanía no alberga ninguna agencia europea, mientras que España tiene tres. Bucarest, además, llevaba mucho tiempo -desde mucho antes de presentar su candidatura- peleando por esta instalación. En realidad la capital rumana tampoco lo había tenido fácil: era más probable que el centro se hubiera quedado en Bruselas. En cualquier caso, no sería justo decir que León peleó en balde. Como mínimo, su campaña ha reafirmado y visibilizado internacionalmente los activos del nodo de ciberseguridad que se está forjando en la ciudad alrededor del INCIBE.

Más grises. Este domingo en D+I publicamos un artículo sobre el polémico Impuesto sobre Determinados Impuestos Digitales (la mal llamada ‘Tasa Google’, que no es una tasa sino un tributo). El debate en torno a este impuesto parece dividirse entre los partidarios de su propósito -una fiscalidad para la era digital- y los detractores del momento -previo al consenso internacional-. Probablemente todos tengan su parte de razón… En la práctica, convendrá analizar si el articulado está redactado de tal manera que sea aplicable.

También tenemos sobre la mesa la Ley de Startups, que volverá a consulta pública antes de final de año o a principios de 2021. Pronto se cumplirán dos años desde que se publicó la primera consulta pública de este proyecto de ley, cuyo borrador todavía no ha visto la luz. Los emprendedores tienden su mano al Gobierno, pero apremian cambios. En petit comité, algunos se preguntan por qué el Gobierno decidió tramitar esta norma por la vía ordinaria, en lugar de ir avanzando en varios Real Decreto que pudieran pulir o parchear el marco regulatorio actual. Al fin y al cabo, en un entorno de inestabilidad política, tramitar una ley puede acabar postergando los tiempos mucho más de lo deseable. 

Pero al mismo tiempo, no olvidemos que la principal oposición de un proyecto legislativo no la ejerce otro partido político, sino el Ministerio de Hacienda. Teniendo esto en cuenta, no parece realista esperar que Hacienda apruebe nuevos incentivos fiscales a la inversión o a la retención del talento en startups sin que previamente esté jurídicamente acotado qué es una startup, y para eso sí que viene bien tener una ley. De nuevo, no son ideas contrapuestas, hay una parte de verdad en ambas y probablemente la respuesta se encuentre en algún punto intermedio... Y nuevamente lo prudente no es tratar de imponer una opinión sobre la otra. Que salga o no adelante una mejora tangible dependerá de muchos factores, incluyendo una convicción genuina desde lo más alto

Podríamos buscar más ejemplos. Año tras año hablamos de las cifras absolutas de inversión en I+D en España, pero pasamos por alto la eficiencia de esos recursos o si tienen una traslación a la vida real de las personas... Quizás el quid de la cuestión no radique tanto en el volumen de las subvenciones y de los incentivos fiscales, sino en si la burocracia o la letra pequeña desincentivan la innovación. 

“Que la verdad no te estropee un buen titular”, decía William Randolph Hearts. Quizás perdamos algunos titulares por el camino, pero poco a poco esperamos contribuir a una España más innovadora, digital y -esperamos- también más interesante.