Es tiempo de resistir, pero también de actuar. Sabemos que estamos ante una crisis que nos pone a prueba como personas y también a nuestras organizaciones e instituciones. Y que nos obliga a sacar lo mejor de nosotros. En medio de estos tiempos difíciles y de incertidumbre, estamos asistiendo a conmovedoras manifestaciones colectivas de solidaridad, coraje y apoyo ciudadano. Y también a un encomiable esfuerzo por encontrar soluciones y respuestas, desde diferentes esferas de la sociedad civil. La pandemia y sus efectos nos afectan a todos, y todos somos conscientes de que tenemos algo que aportar.

Entidades y organismos investigadores trabajan intensamente, sumados a la comunidad científica mundial, en la búsqueda de la ansiada vacuna contra el Covid-19, así como de tratamientos para combatirlo. Estas semanas estamos viendo cómo empresas de muy diferentes sectores han decidido ponerse manos a la obra en la producción de material sanitario de primera necesidad, respiradores, mascarillas, equipos de protección… cada una a partir del conocimiento adquirido en sus propias industrias, poniéndolo al servicio del sistema sanitario y de la prioridad que determina esta insólita situación. 

«Tecnologías como la inteligencia artificial, movilidad o impresión 3D son ahora puntales»

Por su parte, los proveedores tecnológicos están ayudando a las personas a sobrellevar el confinamiento y a las organizaciones a mantener su productividad, facilitando la conexión y el trabajo colaborativo. En todos estos frentes, tecnologías como la inteligencia artificial, las soluciones de movilidad o la impresión 3D están actuando como puntales, y vienen a demostrarnos su valiosa aportación en el mundo real que nos toca vivir. 

Y, muy importante, es la colaboración público-privada la que está impulsando gran parte de los proyectos con los que, de alguna manera, nuestra innovación y nuestra industria están saliendo al balcón de la actualidad.

Porque, en efecto, lo que estamos viendo no es otra cosa que industria, tecnología e innovación al servicio de la sociedad. La diferencia, quizás, es que nunca como ahora habían estado en el balcón, esto es, a la vista de todos, todos los días. La sociedad entera busca en la innovación la esperanza a la salida de esta crisis. Nunca, antes, tanta gente ha estado tan pendiente de los avances científicos: de cuándo tendremos la vacuna o el antiviral efectivo; de los distintos test que se crean y su eficacia; o de si nuestra industria será capaz de crear los respiradores que alivien las UCIs.

España es un país en el que, según los estudios y encuestas que se publican, se valora el papel de la ciencia, la investigación y la innovación. Pero esa buena percepción en la opinión pública no se corresponde con el lugar que ocupan en nuestro sistema productivo, con el famoso 1,24% del PIB, que refleja la escasa inversión en I+D de nuestro país, en comparación con los de nuestro entorno. Ello tiene mucho que ver con no haber sabido concienciar a la sociedad, a fin de que nos lo urja y nos lo demande.

Ahora es la oportunidad de verlo y ponerlo en práctica. El I+D no es un mero indicador que nos sitúe más o menos decorosamente en un ranking de países. Esta crisis nos está demostrando, de forma bastante cruda, la importancia de invertir en ciencia e investigación, en prevención, en tecnología y equipamiento que doten de mayor capacidad a nuestro sistema sanitario. Si atendemos a esa lista de países innovadores, veremos que los líderes son precisamente los que, hasta el momento, han gestionado con mayor solvencia la crisis sanitaria, y, seguramente, los que afronten con más fuerza y garantías el desafío económico. La innovación es también el fundamento de un sistema educativo de excelencia, de unos servicios sociales eficientes y envidiables, de un modelo económico sostenible y, en definitiva, de una sociedad moderna y un verdadero estado del bienestar.

Pero esta crisis nos está demostrando también el compromiso y el potencial innovador de nuestros profesionales y nuestras empresas, desde multinacionales hasta pymes y startups. Y, sobre todo, el tsunami de talento y creatividad que genera la colaboración entre ellas, así como con universidades e instituciones. De ello tenemos ya excepcionales ejemplos de proyectos desarrollándose en Cataluña o Madrid, pero también en Asturias, Andalucía o Castilla y León, y tenemos capacidad para desplegarlos en toda España. Servirán, a su vez, para vertebrar nuestra economía, nuestra población y nuestros recursos. Decidamos, asimismo, si en el futuro queremos disponer de nuestro propio arsenal científico, industrial y tecnológico para hacer frente a nuevos desafíos que se presenten, en un mundo cambiante y volátil, o preferimos seguir dependiendo de los mercados internacionales. Si queremos ser protagonistas de la innovación que va a transformar el mundo y ser dueños de nuestro futuro.

Con el esfuerzo y el sacrificio de todos, estamos superando uno de los trances más difíciles en que nos hayamos visto. Pero debemos pensar ya en el día después. Si queremos afrontar un futuro próspero e ilusionante, debemos tomarnos en serio la tecnología, la ciencia, la innovación y la industria, conseguir que estén presentes en nuestras vidas y que sus resultados se manifiesten a la vista de todos. Y si hoy estamos ante una oportunidad, aprovecharla. En este nuevo escenario, requeriremos un mayor esfuerzo y compromiso público. Pero necesitaremos, sobre todo, que las empresas tomen el liderazgo, lo que pasa por que encuentren un terreno llano y propicio para acometer y ampliar inversiones. La ilusión, el talento, la colaboración y la vocación emprendedora que estos días estamos demostrando, pondrán todo lo demás. Sí, es momento de resistir, de reconocer y aplaudir, pero también de actuar. Y cuando no salgamos todas las tardes, mantener estos balcones abiertos.

Helena Herrero es presidenta de HP para España, Francia, Italia y Portugal, y de la Fundación I+E Innovación España