En la portada del The Wall Street Journal la historia del hedge fund Valiant Capital Management y su perspicaz gestor Chris Hansen. Supo ver la crisis que se avecinaba y apostó contra las compañías aparentemente más vulnerables, las que mostraban más posibilidades de sufrir el impacto del coronavirus en el valor de sus acciones.

La jugada de Hansen le estaba reportando una subida del 36% a Valiant, según WSJ. Entre tanto, se suceden ya varias semanas de anuncios del sector tecnológico norteamericano, por supuesto, transmitidos a través de eventos virtuales.

Saltos cualitativos recientes en las soluciones de compañías clásicas como Google, HPE, Vmware e Intel que se suman al reguero de novedades acumuladas desde finales del año pasado, cuando Cisco lanzó su nuevo chip multipropósito para sustentar las redes 5G y el Wifi6, sin olvidar lo que dio de sí el CES.

Como si el Covid-19 y su trágico balance de víctimas, el horror, fuera un componente más del campo de batalla, el sector tecnológico estadounidense consolida sus conquistas en terrenos fundamentales como las ERP, la computación cuántica, la inteligencia artificial, el multicloud o los contenedores sobre Kubernetes.

La última medida aprobada por Obama fue un plan estratégico sobre inteligencia artificial y, tras cuatro años de esfuerzo por asegurar el liderazgo en las partes críticas del nuevo ecosistema, EEUU sabe que va a ganar la guerra económica que se avecina porque ha ganado la tecnológica.

China ha conseguido colarse en el último momento y puede felicitarse ahora de que los mensajes sean de colaboración entre los dos colosos: financiando juntos el nuevo fondo de la ONU contra el coronavirus o reactivando el programa de intercambio de conocimientos médicos y científicos que tan bien funcionaba hace una década.

Decir que el gigante asiático va a batir al norteamericano en el terreno tecnológico es como imaginar que Xi Jinping declara una ofensiva contra EEUU... desde bases militares de EEUU. Porque las grandes plataformas que sustentan las tecnologías clave de la próxima década se construyen sobre los fundamentos desarrollados en y por el sector de vanguardia norteamericano.

Algo le tocará a Alemania también y Reino Unido se ha posicionado en el grupo gracias al poder del conocimiento de Oxford y Cambridge. Para el resto, migajas, que si pillas algún buen pedazo no es poco.

Y en esta batalla por el liderazgo tras la guerra del Covid-19, dónde queda España. Pues también se obtienen victorias con una estrategia de guerra de guerrillas.

Nuestro ecosistema innovador está dando muestras de una capacidad de reacción y de coordinación extraordinarias.

Una sociedad civil de la innovación, que parecía sepultada por nuestra ancestral tendencia al institucionalismo, parece estar despertando. ¡Que emerja, que asuma protagonismo, que hable con voz propia, dejemos que tenga capacidad de iniciativa!

Eugenio Mallol es director de INNOVADORES