Esta pandemia global también es fruto de un mundo global hiperconectado. El coronavirus ha aprovechado la movilidad extrema actual en la que, en 2019, viajaron en vuelos regulares 4.540 millones de personas. Este 2020 se esperaba batir un nuevo récord, llegando a los 4.720 millones de pasajeros aéreos, hasta un 137% más que en 2004. Quizá, como tantas cosas, el Covid-19 vaya a cambiar esa previsión drásticamente. ¿O no? Porque vivimos en una realidad cambiante. No hay certeza garantizada ante nosotros.

Ante las enormes incertidumbres con las que convivimos, los datos y las conclusiones empíricas de la ciencia nos acercan a la verdad. En medio de esta casi catastrófica coyuntura son nuestro máximo apoyo. No me resisto a señalar la enorme importancia que debería tener, -y que aún no tiene-, la ciencia en la conciencia y la cultura de nuestra sociedad, de la que debería ser un baluarte esencial. Y que nuestro país debería hacer una apuesta radical por la ciencia y la innovación

Es doloroso que hayamos tenido que llegar a un estado de alarma para que los dirigentes de nuestro país se acuerden de la ciencia. Ahora es el término más usado por el presidente del Gobierno, que casi nunca antes hablaba de ella. Pero, más vale tarde que nunca y espero que esta ‘conversión’ pase a ser definitiva. Esta pandemia va a cambia multitud de cosas. Podría ser una oportunidad enorme para aprender de estas diversas y enormes dificultades, sacar lecciones y cambiar a mejor múltiples cosas de nuestro mundo y nuestro país a través de ellas.

Avisos y advertencias muy cualificadas

Vivimos en una sociedad del tiempo real y el corto plazo, sumergidos en una exuberancia irracional de información y de datos, pero no todos son igual de útiles. Uno de los problemas cotidianos es, precisamente, decidir a qué dedicamos nuestra atención, porque atender a todo es imposible. No podemos leer todos los textos que nos llegan ni ver todas las imágenes ni vídeos.

Elegir lo relevante en lugar de lo trivial es una habilidad que se ha vuelto determinante. Y dentro de esa habilidad, lo más esencial es la capacidad de no creerse los bulos, mentiras y fakes.

Contaré una anécdota que viene al caso. El doctor Rafael Monzó, médico de familia en el Centro de Salud de Chella, en el interior de la provincia de Valencia, me envió hace unos días un vídeo con el título ¿El próximo brote? No estamos preparadosSe trata de la síntesis de una charla TED de Bill Gates, en la que cuenta las lecciones que él y muchos otros pudieron aprender de la crisis del ébola.

Hay que tener en cuenta que Gates, además luchar contra la malaria, se volcó en hacer frente a la epidemia del ébola. La fundación que tiene con su mujer, Bill & Melinda Gates, invirtió 50 millones de dólares en esta contienda. Una donación enmarcada en un programa de 5.000 millones de dólares para incentivar el desarrollo de África; que, además, se sumaba a otra anterior de 9.000 millones.

Hubo malintencionados o desinformados que opinaron que esta inversión se debía a que Gates creía que las futuras epidemias surgirían en este continente. Nada más lejos de la realidad. El origen asiático del inicio de esta pandemia global desmiente esas opiniones. Las donaciones de Gates se enmarcan en una acción de amplio espectro que se llama Global Justice Now, una organización de Reino Unido que promueve mejorar la justicia global y el desarrollo para disminuir la desigualdad mundial.  

Volviendo al vídeo. No conocía esta charla TED de Bill Gates de 2015 (ya he dicho: no podemos ver todo). Cuando me llegó, tenía seis millones de visualizaciones, y hoy 48 horas después, ya suma 7,7 millones. Pero la cosa va más allá de que alguien haya anticipado esta situación.

Incluso supimos por Twitter que una novela de terror de Dean R. Koontz publicada en 1981 ya adelantaba una pandemia con origen en la ciudad china de Wuhan. Esto puede deberse a la lógica de la combinatoria de historias casi infinitas capaces de emerger en la noosfera de información que nos rodea globalmente.

En su charla TED, Gates primero explica, con pensamieno crítico, el impacto de la epidemia del ébola: “Al observar lo que sucedió, el problema no fue que el sistema no funcionara adecuadamente, sino que en realidad no teníamos ningún sistema. De hecho, faltaban unas piezas claves bastante obvias. No había equipos de epidemiólogos listos para viajar [...]. Los informes llegaron impresos en papel. Hubo enormes demoras antes de ponerlos en internet y además eran terriblemente imprecisos. No teníamos manera de preparar a la gente. Médicos Sin Fronteras hizo un gran trabajo organizando a los voluntarios; pero, aun así, fuimos mucho más lentos de lo debido en llevar a los miles de trabajadores hacia esos países. Para una gran epidemia se necesitan cientos de miles de trabajadores. No había nadie dedicado a estudiar nuevos métodos de tratamiento. Nadie que estudiara los diagnósticos. Nadie que estudiara qué instrumentos debían usarse”.

Gates afirma que aquella crisis fue un "fracaso" mundial. “La falta de preparación podría hacer que la próxima epidemia sea mucho más devastadora que la de ébola", adelanta. "Veamos el ébola y cómo se difundió este año: murieron unas 10.000 personas, casi todas en tres países de África Occidental. Hay tres razones por las cuales no se expandió más. Primero, por el gran trabajo heroico de los trabajadores de la salud. Encontraban a la gente y prevenían más infecciones. Segundo, por la naturaleza del virus. El ébola no se propaga por el aire. Cuando alguien llega a ser transmisor, ya estará tan enfermo que permanecerá en cama y no podrá extenderlo por el territorio. Tercero, no llegó a muchas áreas urbanas. Eso fue pura suerte. Si hubiese llegado a muchas más áreas urbanas, el número de casos habría sido mucho mayor". 

Y continúa con algo que, vista la crisis actual, ahora suena trágico (reitero, ya hace cinco años, ahora): “Pero la próxima vez podemos no tener la misma suerte. Podría ser un virus con el que los transmisores no se sientan mal y puedan viajar en avión o ir al mercado. La fuente del virus podrá ser una epidemia natural [así parece que lo es el Covid-19] como el ébola, o puede venir de bioterrorismo. Así, son muchos los factores que podría hacerlo todo mucho peor". 

El fundador de Microsoft añade: "Por ejemplo, veamos un modelo de un virus que se propaga por el aire, como el de la Gripe española de 1918 [mal llamada ‘española’ porque su origen estuvo en los soldados norteamericanos]. Se difundiría por todo el mundo muy, muy rápidamente. Sabemos que más de 30 millones de personas murieron en aquella ocasión. O sea, este es un problema muy serio. Deberíamos preocuparnos".

Un mensaje con final esperanzador

Una diferencia con la situación actual es que el acceso abierto a numerosos mapas de evolución interactivos online. Como creo que la información directa es la mejor para los lectores de INNOVADORES, lo más eficaz es ver directamente los datos y sacar las propias conclusiones, tras comparar con todas las noticias sin ser ingenuos ni alarmistas. Propongo ver a diario la evolución de los datos de la pandemia en estos servicios de datos interactivos cuya procedencia de fuentes oficiales y científicas está garantizada:

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  • Coronavirus Covid-19 Global Cases by the Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins University (JHU), que se actualiza en tiempo real, con datos mundiales.
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  • Mapa de Situación de BiBase, un servicio de publicación de datos siempre actualizado y que permite al visitante hacer por sí mismo comparaciones entre países, al que están adheridos las más destacadas universidades del mundo ( MIT, Stanford, Yale,  USC, Carnegie Mellow, el Jet Propulsion Lab de CalTech, etc.).
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  • Novel Coronavirus (Covid-19) Situation, mapa de situación de la Organización Mundial de la Salud”. 
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  • Mapa de la situación en España, del Ministerio de Sanidad. 
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El mensaje de Bill Gates también contiene reflexiones para la esperanza. Afirma que es posible construir un sistema de respuesta muy eficaz. "Tenemos a favor toda la ciencia y tecnología de las que tanto hablamos. Tenemos smartphones para recibir y difundir información al público. Tenemos mapas de satélite para ubicar a la gente y ver cómo se moviliza. Tenemos avances en biología, que mejoran aceleradamente en el tiempo sobre el estudio del patógeno y permiten fabricar medicamentos y vacunas que ataquen esos gérmenes. O sea, que sí tenemos los instrumentos, pero hay que ponerlos al servicio de un sistema mundial general de salud. Y necesitamos estar preparados”, concluye.

Lo preocupante es que esta predicción data de 2015.  La esperanza es que, con toda la información y medios tecnológicos que dispone el mundo hoy, los dirigentes actuales se pongan de verdad a la altura del reto que afrontamos. Los ciudadanos sí estamos en ello. Y la ciencia ya está respondiendo.

China lleva ventaja por su experiencia y su estructura (hay 96 millones de investigadores en activo en el país). Y ya se dispone a probar una nueva vacuna en humanos para el Covid-19. En cualquier caso, esta pandemia global será muy aclaradora y va dejar claro qué es lo esencial frente a lo trivial o irrelevante. Y a mucha gente en su verdadero sitio.

Pensar en ello es también una ventaja y una ayuda para afrontar el reto. Aprendamos de todo esto. Y recuerden que nuestra mejor arma para vencer al coronavirus es el mejor conocimiento científico y la opinión de quienes de verdad lo poseen. Ellos han de ser nuestra principal guía. No la propaganda del tipo que sea. La ciencia y los científicos han de ser un pilar esencial de nuestra sociedad en España. En este momento decisivo, y también después. Y debemos tener presentes a quiénes son los principales héroes de esta contienda: todos los que trabajan en los sistemas público y privado de salud. No lo olviden.