Nanomedicina ‘made in Spain’, a escala industrial

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La cámara digital más ‘vintage’ se transforma en un microordenador

Un estudiante norteamericano convierte una vieja Polaroid en una nueva cámara digital. El ‘restyling’ de esta cámara de los ’80 incluye un microordenador y una impresora en miniatura

23 octubre, 2020 10:00

Todo comenzó como un juego en tiempos de pandemia. Sam Zeloof, estudiante de ingeniería electrónica de la Universidad Carnegie Mellon (EEUU), pasaba el confinamiento en casa de sus padres. Con las clases paradas, sin posibilidad de ver a sus amigos decidió buscar cómo mantenerse ocupado. Y qué mejor que “trastear” con viejas piezas para darles una nueva vida.

Recordó que había comprado por ebay una “reliquia” de los ’80 que causó furor mucho antes de que este muchacho de 21 años hubiera nacido. La digitalización había dejado obsoleta a una vieja Polaroid que nadie empleaba. Sam se propuso aprovechar el tiempo, entretenerse, y convertir esta vieja cámara de fotos en una nueva digital.

Aunque mantiene el aspecto del “invento” que revolucionó la fotografía en la época de sus padres -la cámara que imprimía directamente las fotos- ahora es una cámara digital que, sin necesidad de filtros, imprime sus fotografías con un aspecto vintage.

Lógicamente todo el interior es absolutamente nuevo. Tuvo que “fabricar” una miniatura de ordenador para ubicarla en su interior con batería y circuito de carga incluidos.  La imagen se almacena en una tarjeta de memoria y se pueden exportar usando un chip WiFi y Bluetooth que Zeloof también ha instalado en la cámara

Pero para mantener la “esencia” de la Polaroid, ha incluido una micro impresora que permite “positivar” hasta 150 fotografías en papel térmico. Son fotografías que no duran mucho tiempo, como ocurre con los recibos. Pero gracias al sistema digital, las instantáneas pueden archivarse en el ordenador.

Sam asegura que no conocía nada sobre las Polaroid o su estructura mecánica cuando, por aburrimiento, se le ocurrió la idea en casa este verano. Ahora, el copresidente del Club de Robótica de Carnegie Mellon, está fascinado con la tecnología que tan popular hizo a las viejas Polaroid y para las que ha conseguido una segunda vida.