Ayer mismo, Suecia bloqueaba tanto a ZTE como a Huawei de sus futuros despliegues de 5G. Una decisión que no sorprende, tras los anuncios de otros gobiernos europeos en la misma dirección -la de olvidar a las firmas chinas en estas infraestructuras- y, especialmente, con la tracción que sigue provocando la espiral destructiva iniciada por Donald Trump contra Huawei por motivos más geopolíticos que técnicos o de ciberseguridad.

En cualquier caso, parece que este acoso y derribo al que Huawei se está viendo sometido por parte de muchos gobiernos occidentales no está logrando su fin último: acabar con la multinacional. Más bien, todo lo contrario: está consiguiendo que la firma asiática se reinvente y redoble su apuesta por la innovación en áreas pararelas a las telecomunicaciones puras como vía de escape a este laberinto que parece no tener fin.

"Cuanta más presión y dificultades sufrimos, más fuertes nos hacemos. Estamos calmados y con confianza en seguir creciendo, siendo más abiertos y fiables", explicaba esta misma semana Tony Jinyong, CEO de Huawei España, durante el Enterprise Day de la casa. Los números así lo reflejan: más de 1.320 millones de euros facturados el pasado curso en nuestro país, incluso pese a que todos los operadores de telecomunicaciones han optado por eludir su tecnología en los despliegues 5G comerciales ante la incertidumbre generalizada.

¿Dónde está la magia entonces detrás de esos números o los 69.000 millones en facturación de la multinacional en la primera mitad del año a escala internacional? La respuesta es sencilla: es cierto que su negocio de telecomunicaciones sigue sólido en Asia y otros países emergentes, al igual que su segmento de consumo resiste sorprendentemente bien el órdago norteamericano y la ausencia de Google en su corazón. Pero el verdadero negocio -o mejor dicho, el potencial de crecimiento en estos momentos- pasa por las soluciones de tecnología empresarial.

Así lo reconoce el propio Jinyong: "Queremos crear nuevo valor en la transformación digital gracias a la sinergia entre cinco dominios tecnológicos". El primero de ellos son las comunicaciones, como no podía ser de otro modo, donde el directivo estima que cada milisegundo que le robamos a la latencia supone un potencial de ingresos de un millón de euros. No está nada mal.

Lo interesante llega a renglón seguido: la computación es la gran estrella de los próximos años en estas lides. "Antes, los sistemas se diseñaban con un único propósito, pero ahora necesitamos arquitecturas multipropósito que puedan dar respuesta a diferentes necesidades y al incremento de la demanda de computación", admite Jinyong. Y en esas, Huawei está apostando por tres enfoques técnicos distintos desde el propio silicio (Ascend/NPU, Kunpeng/x86 y GPU) así como reforzando su ecosistema de innovación dedicado a estos lares, con 18 centros de I+D y 1.000 socios tecnológicos.

Computación que va íntimamente ligada a otro de esos dominios que gusta decir a Tony Jinyong: la nube. "En 2017 dijimos que queríamos ser uno de los cinco mayores proveedores 'cloud' del mundo, pero apenas teníamos despliegue propio. Ahora, contamos con 23 regiones, 210 servicios en la nube, un negocio que aumentó un 220% en 2019, más de 1.500 desarrolladores y 18.000 partners para construir la nube más fiable y económica", explica el ejecutivo.

A ello súmenle la inteligencia artificial y las aplicaciones, cuarto y quinto pilar de la estrategia de Huawei, y ya tenemos la receta de la multinacional china para evitar la presión occidental sobre su actividad.