Ha pasado tiempo suficiente desde que el tsunami de la crisis del Covid-19 impactó sobre las sociedades de todo el mundo para hacer un primer balance del comportamiento del ecosistema innovador. En estos dos meses se ha demostrado el potencial de la revolución tecnológica, en especial la economía de efectos y la digitalización, pero también se han puesto de relieve las carencias que todavía lastran su implantación en el tejido empresarial y la administración.

En este foro de análisis participa el equipo de INNOVADORES, representado por Eugenio Mallol, María Climent y Alberto Iglesias Fraga, junto al experto directivo Luis Ignacio Vicente, asesor estratégico de PONS IP y consejero de ASTI Mobile Robotics.

El tiempo transcurrido desde el estallido de la crisis permite hacer ya un balance de la capacidad transformadora de tecnologías como la inteligencia artificial, el big data, la robotización, la impresión 3D, las redes TIC, la biometría o el internet de las cosas aplicado a la logística.

Conviene analizar también la energía activada en redes informales de cocreación y coinnovación y la capacidad de las instituciones para habilitarlas y dar salida a sus innovaciones.

Del mismo modo, la tarea de reconstrucción de la economía, que afronta una de sus mayores crisis del último siglo, deberá articularse con el objetivo no tanto de volver al punto en el que nos encontrábamos antes de la crisis, sino de configurar un nuevo modelo económico acorde con los postulados de esa revolución tecnológica.
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