Una de las premisas de cualquier startup es que deben estar abiertas al cambio, a pivotar en función de las necesidades del mercado en que operan o de las distintas tecnologías que van impactando en él. Una lección vital que, en el caso de la española Virtway, se ha llevado al extremo.

Esta compañía se fundó hace ya 20 años en Asturias, inicialmente dirigida a crear soluciones tecnológicas para el sector inmobiliario. Se trató de un proyecto fallido, pero que les abrió las puertas de un campo tecnológico en el que pronto viraron hacia el diseño de experiencias 3D para los programas de turismo de distintos municipios y organismos públicos del Principado. Para ello, los emprendedores al frente de esta incipiente empresa usaban un motor gráfico -Unity- muy popular en el sector, pero que se les quedaba corto para muchas de sus otras ideas. Ni cortos ni perezosos, sus ingenieros se pusieron a trabajar en un motor propio, capaz de generar nuevos conceptos y modelos de negocio.

Y tanto va el cántaro a la fuente que, finalmente, Virtway consiguió dar con un nicho de mercado por explotar: el de la formación virtual. "Siempre habíamos tenido mucha pasión por los videojuegos y habíamos pasado por temas de formación, por lo que decidimos usar esta tecnología virtual para crear entornos de formación colaborativa en riesgos de seguridad, permitiendo que los usuarios aprendieran comportamientos y mejores hábitos sin tener que desplazarse y pudieron recrear procedimientos reales como los que tendría en un curso presencial", explica a Ignacio Dieste, Business Director de Virtway.

De esta forma surge su mundo virtual, una simulación de entornos del universo que todos conocemos y en los veintenas de personas pueden interactuar en tiempo real desde sus propios dispositivos móviles. Una evolución del juego Second Life (en el que también se llegaron a impartir hasta clases universitarias) pero accesible en la palma de la mano y con capacidades de voz para hacer más natural el proceso. "Realmente no hemos inventado nada de cero, pero hemos aprendido de ellos, que crearon algo en su día que no obtuvo el éxito esperado", admite el empresario.

Aunque su enfoque inicial estaba centrado en la formación continua de las grandes empresas (en su nómina de clientes figuran la UNIR, la Universidad Complutense o Naturgy), Virtway está virando su modelo de negocio hacia los eventos puntuales, «en los que creamos una experiencia puntual para cada necesidad, incluso permitiendo crear stands virtuales o espacios publicitarios para su comercialización», afirma Dieste. No en vano, esta parcela de escenarios virtuales para eventos les permite cobrar a éxito (alrededor del 20% de la facturación total del evento) y el objetivo es que vaya a más «porque es mucho más rentable y menos complicada», en palabras de su líder.

Finalmente, y pese a que Virtway presume de no depender de periféricos para acceder a estos mundos virtuales, no descarta incorporar la RV con gafas o cascos en un futuro cercano. "Es inevitable investigar la realidad virtual, pero tiene que tener un uso concreto y saber que las empresas van a sacrificar la democratización en favor de un poco más de inmersión. Con ello, estamos trabajando en ello y ya tenemos algunos prototipos".

Dar voz a lo clave

 En las aulas virtuales de Virtway se vio cómo los alumnos más callados de la clase participaban más que los líderes en la vida real. Lo mismo sucede en las empresas: se eliminó la atención de elementos superficiales, como la ropa, para centrarse solo en los contenidos compartidos.