Han pasado 15 años desde que la Fundación Puigvert (Barcelona) puso a trabajar en un quirófano el primer robot Da Vinci de España. Desde entonces, este sistema quirúrgico, nacido en Silicon Valley a partir de patentes militares, se ha extendido por hospitales de todo el mundo y ha revolucionado la cirugía.

Las nuevas herramientas robóticas permiten una mayor precisión en las intervenciones y recuperaciones postoperatorias mucho más rápidas. Incluso han adquirido una cierta autonomía ya que pueden seguir una ruta predefinida basada en el aprendizaje de imágenes médicas. Pero cuando las cosas se complican o no hay buena visibilidad el cirujano debe ponerse de nuevo a los mandos y emplear al máximo todos sus sentidos. En estos casos, el tacto o el oído desempeñan un papel fundamental.

Un equipo de investigadores de cuatro universidades europeas ha comenzado a trabajar en el desarrollo de un nuevo robot quirúrgico capaz no sólo de 'ver' sino de 'oír', de tener tacto e incluso olfato. Un robot que une inteligencia artificial y sensibilidad física, y con sentidos superiores a los de los humanos.

Este proyecto de investigación internacional al que han llamado FAROS (Functionally Accurate Robotic Surgery) “proporcionará una precisión funcional superior, ya que se habilitará un comportamiento autónomo similar al cirujano con inteligencia física y cognitiva, anunciando un cambio en la robótica tradicional”, explican desde el King’s College de Londres.

Para aumentar su precisión y que pueda operar con autonomía es necesario “que se base no solo en datos de imagen, sino que también esté equipado con numerosos sensores no visuales”, señalan desde el Hospital Balgrist. Es decir, a su capacidad de 'ver' e interpretar lo aprendido en imágenes médicas, le añadirán sensores capaces de recopilar información acústica. “Utilizando señales vibro acústicas, el robot debe ser capaz de detectar si un tornillo se ha insertado correctamente en el hueso. La resonancia de las ondas sonoras en el cuerpo del paciente se mide utilizando micrófonos de contacto colocados en la piel”.

Como señalan desde la Universidad de la Sorbona, “los cirujanos humanos han sido hasta hoy muy superiores a los sistemas robóticos. Cuentan con experiencia y sentidos para sobreponerse a cualquier contingencia en un procedimiento quirúrgico complicado. Pero el proyecto FAROS anuncia un punto de inflexión en la robótica al añadirle sensores auditivos y hápticos”.

Toda la información recopilada por los sensores (los sentidos del robot) es analizada y procesada por el software de inteligencia artificial (el cerebro), que permite al robot intervenir de manera autónoma como lo haría un cirujano humano. “Al dotar al robot quirúrgico de capacidades sensitivas superiores incluso a las humanas y aprovechar la capacidad de IA para procesar grandes cantidades de datos, conseguiremos un comportamiento autónomo más seguro del robot” señala Tom Vercauteren, profesor de informática en el King's College de Londres.

FAROS es un consorcio de cuatro universidades: KU Leuven en Bélgica, que está coordinando el proyecto e impulsando el trabajo en la detección no visual; la Universidad de la Sorbona en París, con un fuerte papel en la robótica a través del laboratorio ISIR (Instituto de Sistemas Inteligentes y Robótica); el King's College de Londres en Inglaterra, que liderará el desarrollo de la inteligencia artificial; y el Hospital Universitario Balgrist en Suiza, que trabajará interdisciplinariamente en aspectos relacionados con robótica, informática e investigación clínica.

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