Anne Margulies es vicepresidenta y directora de información (CIO) de la Universidad de Harvard, donde dirige el departamento de Tecnologías de la Información (HUIT). Fue secretaria adjunta y directora de TI de la Mancomunidad del Estado de Massachusetts y, en ese puesto, la primera CIO de una entidad pública en EEUU, cargo que hasta ese momento solo existía en las empresas.

Anteriormente, fue directora ejecutiva fundadora de MIT OpenCourseWare, la pionera inicitiva del MIT (antecedente de los actuales MOOC) que publica materiales de enseñanza de forma abierta y gratuita a través de internet. Entre otros reconocimientos, ha sido elegida por el Centro de Educación Digital como una de los 30 mejores tecnólogos, transformadores y pioneros en educación del mundo.

Investida recientemente Doctora Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia, afirma a INNOVADORES que hoy es "más necesario que nunca" en la universidad el cargo de CIO, que solo se daba en empresas, "porque la tecnología subyace en todo lo que se hace en la universidad. Antes, sólo las ciencias necesitaban tecnología, pero ahora todas las disciplinas se basan en ella para investigar, enseñar, aprender unos de otros, y es de una importancia crítica asegurarnos de que la universidad funciona de la forma más eficiente".

Su puesto, asegura, "es un observatorio único, somos capaces de contemplar transversalmente toda la universidad, podemos entender los cambios que se necesitan, las conexiones importantes y generar una intensa colaboración, esencial hoy".

Conviene recordar que Facebook nació en Harvard, y no en Stanford ni en el MIT. "La gente tiene un concepto de Harvard como de una universidad muy tradicional, sin embargo, la innovación se produce en cada esquina. La razón es que atrae al campus a las personas más brillantes de todo el mundo. Y es muy emocionante ver que la mayor parte de esa innovación se hace después realidad, cuando los alumnos salen y fundan sus propias empresas o trabajan en entidades públicas de servicios".

Anne Margulies decide con su equipo del HUIT qué tecnologías deben mantenerse y cuáles deben sustituirse en Harvard. "Uno de los retos para un CIO es determinar cuándo invertir en qué tecnologías. Cada vez se hace más y más difícil, porque la tecnología evoluciona más rápidamente que nunca y los medios necesarios en el campus siempre superarán a nuestra capacidad de inversión", señala. "Lo que siempre impulsa esa decisión es cuál será el impacto fundamental de una tecnología sobre la gente y su trabajo, tanto en investigación y docencia como en el aprendizaje eficaz de nuestros alumnos".

Obsolescencia

Coincide en que la obsolescencia programada es una lacra del mundo tecnológico actual. "Algunas veces invertiremos en una tecnología y para cuando la hayamos desplegado -y eso puede necesitar dos años- puede que haya salido una mejor al mercado. Incluso antes de que hayamos conseguido completar la implantación. Hemos de luchar contra ello. Así que, esencialmente, la decisión depende de lo importante que es una tecnología concreta para nuestra actividad y,después, de lo fácil que será cambiarla por otra", afirma la CIO de Harvard.

El problema es que la longevidad digital no existe. "Los fabricantes (‘hacedores’) de tecnología, son empresas muy orientadas a beneficios, que no tienen incentivos para ayudarnos a integrar y que dure más la tecnología que usamos. Su énfasis está en conseguir que estemos constantemente comprando y sustituyendo nuestra tecnología".

Aparte del desafío que supone la obsolescencia, el otro gran reto al que se enfrentan instituciones como Harvard "es intentar que diferentes tecnologías puedan funcionar juntas e integrarse. Los incentivos que tienen las empresas son contrarios a lo que estamos intentando lograr, porque quieren arrebatarle cuota de mercado a los competidores", dice Margulies.

Pero en Harvard no son tecnológicamente deterministas: "Por supuesto que no. Queremos fomentar la innovación y proporcionar libertad de pensamiento, investigación y experimentación, así que, a diferencia de una empresa, no creamos normas estrictas ni exigimos a todo el mundo que use la misma tecnología".

Antes de estar en Harvard, Margulies lanzó como primera directora el prestigioso MIT OpenCourseWare, cuya filosofía se basaba en el acceso abierto al conocimiento de los contenidos docentes del MIT. Es el antecedente de los cursos online MOOC, en los que hay millones de alumnos matriculados en el mundo.

Hay, desde hace años, una pugna entre los estándares abiertos y el uso cerrado de la tecnología que muchas grandes empresas de globales promueven. El Berkman Klein Center for Internet & Society, de Harvard, defiende articular regulaciones legales abiertas globales. Margulies está a favor, pero matiza: "Las universidades se fundamentan en principios básicos de libertad académica, pensamiento libre, consulta abierta y libre expresión. Y deben practicarse esos principios fundamentales, que son coherentes con el acceso abierto en los entornos digitales. El Berkman Klein Center ha hecho un trabajo fantástico, pero hay proyectos de nuestra Harvard Business School, la Facultad de Derecho y de nuestra Oficina de Marcas Comerciales y de Patentes, en los que por su naturaleza aplicar la propiedad intelectual propietaria tiene mucho sentido".

Democratizar la educación

Aumentan las desigualdades en el mundo, y la enseñanza a distancia quiere romper esa tendencia. "Entre los profesores del MIT, cuando surgió la idea del OpenCourseWare, el primer objetivo era ‘democratizar la educación’ de calidad, ponerla al alcance de cualquier persona con conexión a internet. Y la plataforma EdX ha sido construida sobre el mismo principio de los MOOC. Por eso, el MIT y Harvard se unieron para poner a pleno rendimiento esa plataforma, era decisivo que las instituciones sin ánimo de lucro lideraran y abrieran el camino".

Por hechos recientes estamos descubriendo que las maravillas de lo digital (y en eso se incluye también a la mentalidad de Silicon Valley) también ocultan un ‘lado oscuro’. Margulies entra en el detalle: "Que, con todos nuestros avances en tecnología, aún siga existiendo un ‘lado oscuro’ es triste. Y como la tecnología avanza y la usamos cada vez más, las consecuencias del ‘lado oscuro’ son cada vez mayores. Como CIO, lo vivo cada día, por ejemplo, luchando contra los ciberataques. Es importante que las universidades nos centremos en temas también decisivos como la privacidad, accesibilidad y los usos éticos. Nuestro claustro en Harvard, está dando forma a nuevos cursos y áreas de investigación en torno a ello".

Es la Administración pública la que no consigue ir al mismo ritmo. "Desafortunadamente los legisladores no consiguen evolucionar suficientemente rápido como para regular los lados oscuros de la tecnología. Es aterrador pensar cuánto poder podría acabar en unas pocas entidades o manos", afirma.

¿Cómo afecta al conjunto de Harvard la súbita aceleración y aplicaciones de la inteligencia artificial, después de su largo ‘invierno’? "Es algo a tener en cuenta", responde Margulies. "Hemos lanzado una Iniciativa de Ciencia de Datos, como término más amplio que el de inteligencia artificial, que reúne a profesores de toda la universidad, de múltiples disciplinas, de manera que economistas y estadísticos puedan aprender de informáticos y de médicos, distintas técnicas y diferentes modos de identificar patrones en la inmensa cantidad de datos que se producen hoy en el mundo. Articular esa Iniciativa de la Ciencia de Datos ha girado en torno a un núcleo fundacional centrado en la ética. Pero solo es el inicio".

En Oxford, Cambridge y en el MIT piensan que se está generando un nuevo Quadrivium. Por eso se están abriendo allí nuevos centros, laboratorios y áreas de investigación, y se están reconectando fuertemente las ingenierías y las ciencias, con las humanidades, poniendo a éstas, además en el centro de esta transformación. También Harvard se suma. "Hay gente que le llama Humanidades Digitales, pero creo que que va mucho más allá. En eso creemos absolutamente, porque el núcleo de Harvard es una institución de artes liberales. Hoy parece que los empleadores buscan más habilidades técnicas a corto plazo y desafortunadamente hay alumnos que miran en esa dirección".

Lo que Harvard hace en relación a ello consiste en que, "a través de los requisitos de nuestra educación general, nos asegurarnos de que cada alumno tiene que cumplir su faceta humanística. Para nosotros las humanidades y lo que aprendes a través de las artes liberales resulta clave, esencial, para poseer un pensamiento crítico y entender verdaderamente la condición humana".

¿Quizá porque las ingenierías no tienen herramientas adecuadas para enfrentarse a los nuevos dilemas éticos a los que nos obliga la inteligencia artificial? "Sí, sí", concluye Margulies, "eso es verdad. Tiene todo el sentido, todo".