Hace casi un siglo, Albert Einstein proponía una nueva forma de entender el universo basándose en las ondas gravitacionales que formaban parte de su teoría general de la relatividad. Ha llevado algo de tiempo, pero en 1994 comenzó un proyecto -LIGO- que lograría en 2015 detectar dichas ondas. Dos fueron los eventos que encontraron los científicos antes de hacer un anuncio que está ayudando a los físicos a explicar los agujeros negros, las colisiones en la galaxia de estrellas de neutrones o las explosiones de las supernovas. Y un hombre, premio Nobel y Princesa de Asturias, fue el que logró crear el sensor necesario para medir lo invisible, lo que Einstein sólo podía imaginar. Ese hombre es Barry Barish, un físico que ha dedicado gran parte de sus 86 años a estudiar estos fenómenos de forma experimental en Caltech.

"La ciencia es algo que requiere mucha paciencia, son muchos pasos en el proceso hasta conseguir resultados. Todos y cada uno de esos momentos son los que hacen la ciencia y son tremendamente gratificantes", explica Barish a INNOVADORES. "Nosotros creíamos que había unos fenómenos de la naturaleza, las ondas gravitacionales, en el espacio que debíamos medir con un cierto nivel de sensibilidad que en ese momento no existía. Teníamos muchos obstáculos, pero ninguno insalvable".

Las ondas gravitacionales, emitidas por dos objetos orbitando uno alrededor del otro y que tiene su mayor exponente en las colisiones de los mismos, requerían de una tecnología a la altura para poderlas observar. Y esa fue la interferometría láser de LIGO. "No hemos inventado la interferometría, pero la usamos para un propósito diferente al que se venía haciendo hasta ahora. Tuvimos que preocuparnos de muchas variables nuevas, ser muy cautelosos con el detector para asegurarnos de que no captara como ondas gravitacionales cosas que no lo fueran", añade Barish.

El momento mágico, el que le ha valido para pasar a la historia de la física llegó en plena madrugada, cuando sus compañeros de LIGO avisan a Barry Barish del hallazgo de la primera onda gravitacional. "Mi reacción no fue de alegría ni entusiasmo, más bien de recelo. Me pregunté si era posible que me estuvieran engañando y, también, cómo nos podríamos estar engañando a nosotros mismos".

Pero, ¿qué supone el hallazgo de las ondas gravitacionales, en opinión de la persona que las encontró y le dio la razón al bueno de Einstein? "Ahora tenemos una forma completamente nueva de ver el cielo a través de las interacciones gravitacionales y el conjunto de interacciones electromagnéticas. Todo lo que sabemos después de 400 años sobre el universo proviene de estos fenómenos y ahora podemos demostrarlo", detalla el premio Nobel, quien impartió recientemente una sesión magistral en la Fundación Ramón Areces.

"Con ello, quizás podamos explorar las preguntas fundamentales de la Humanidad -como el origen del universo y el Big Bang- y, aunque esto es más un sueño que yo tengo, podamos unificar las dos principales teorías físicas (la cuántica -que explica los choques entre partículas elementales- y la relatividad, que comprende las grandes distancias). Ambas funcionan perfectamente en sus campos, pero somos incapaces de juntarlas. Necesitamos pistas experimentales para agruparlas bajo una gran teoría unificada".

Nuevos ojos del universo

Barry Barish consiguió con LIGO detectar las ondas gravitacionales, pero se sigue trabajando en nuevos sensores más ambiciosos en la materia: VIRGO (europeo), TAMA (japonés) y la misión espacial LISA, prevista para 2034.