Si comenzamos este artículo hablando de la cría de larvas de moscas soldado negro seguramente se echen las manos a la cabeza. ¿Para qué diantres querría alguien criar a propósito más de estos molestos insectos? Y la respuesta que obtendría sería sorprendentemente pragmática: estas moscas pueden ser una de las claves para lograr la tan ansiada economía circular.

No en vano, la Hermetia illucens (que así se llama este insecto) tiene una particularidad muy notable en su etapa larval: puede reciclar varios sustratos orgánicos, como los estiércoles, alimentos y desechos de cultivos, convirtiéndolos en biomasa útil para la alimentación del ganado y otros menesteres del sector farmacéutico.

Las larvas de la mosca soldado negra, que pueden llegar a medir hasta 27 milímetros de longitud, necesitan eso sí unas condiciones de humedad y temperatura muy precisas para que puedan desarrollarse. Por ello, y con el fin de aprovechar esas capacidades de reciclaje orgánico tan fabulosas, es necesario desplegar una suerte de granjas de moscas que estén cerca de la fuente de los residuos de los que han de alimentarse.

En esas se encuentra la startup Bioento, fundada en 2017 por Javier Martínez y Borja Melgar, y acelerada por el Parque Científico de Madrid. 

"Aprendimos el gran problema que supone el tratamiento y la eliminación de subproductos y residuos orgánicos, las emisiones de CO2 y la necesaria eliminación de vertederos. Sumamos también los impactos medioambientales crecientes que resultan del cultivo de la soja y las pesquerías indiscriminadas para producir harina y aceite de pescados", explica Martínez a D+I. "Juntamos todo esto y nos propusimos cubrir las distintas necesidades en sectores primarios que tienen una fuerte demanda y que demandan soluciones sostenibles, rentables y reales".

Esa receta mágica, insectos mediante, pasa por convertir esos costes de eliminación de residuos en nuevos ingresos. Así pues, una vez 'procesados' los residuos por las larvas, Bioento produce fertilizantes ecológicos y aminoácidos líquidos para la agricultura, materias primas proteicas y grasas para la fabricación de piensos.

Retos biológicos y tecnológicos

De nuevo, podríamos caer en el error de pensar que criar larvas es algo sencillo. Nada más lejos de la realidad: esta startup ha enfrentado duros retos para conseguir el éxito en esta tarea.

"Desde la parte biológica, la más difícil, tuvimos que aprender cómo criar en ciclo completo un insecto con unas particularidades muy especificas y con muchas variables a controlar para conseguir la eficiencia necesaria para escalar el modelo", detalla Javier Martínez. 

"Estuvimos cuatro años 'estudiando' todo lo que estaba a nuestro alcance a nivel nacional e internacional mientras, de forma simultánea, poníamos en práctica todos los conocimientos teóricos para entender cómo prosperar en un sistema replicable".

Por otro lado, desde la vertiente tecnológica, "era necesario desarrollar un sistema que permitiese optimizar los espacios físicos y toda la parte climática y operacional para que la escala industrial pudiese funcionar de forma efectiva y coherente con unas inversiones asumibles que no necesitasen millones de euros como los modelos que estaban empezando en el resto de Europa".

Más de 30 proyectos en marcha

En estos momentos, confirma el fundador, Bioento tiene presentadas más de 30 propuestas de implantación, "de las que ya nos han confirmado cuatro para este mismo año que suponen la eliminación de más de cien mil toneladas de residuos al año".

No es un proceso inmediato: una vez conseguidas las licencias de cada implantación, el periodo de construcción de los biodigestores aerobios de biomasa larvaria es de cinco meses en circunstancias normales. Por ello, Martínez se marca expectativas realistas para el corto plazo: tener doce instalaciones funcionando en tres años y gestionar 200.000 toneladas de residuos orgánicos al año a partir del cuarto año.

¿Dónde se pueden aplicar estos 'vertederos a base de larvas'? Javier alude a casos como el de olivareros, depuradoras de agua, supermercados, ayuntamientos o la propia ganadería como sus primeros caladeros.

"Un ejemplo claro donde se puede ver el ahorro puede ser el de los residuos de los supermercados y grandes superficies de distribución. Estos residuos se reciclan en lo posible menos la mayor parte de los de carácter orgánico que acaban en vertederos que cobran una tasa por recibirlos", explica el fundador de la startup, que atesora ya 14 empleados. "Bioento sustituye a los vertederos de orgánicos en este caso. Utiliza los residuos como parte de la dieta de sus insectos, ahorrando los costes de vertedero y generando productos de valor que no se consiguen con el método actual".

En el caso de las depuradoras de agua, sucede algo similar: "Tienen que eliminar los lodos procedentes de la depuración de aguas residuales quemándolos en cementeras o sistemas análogos. Con esta tecnología se reducen los costes de deshidratación de esos lodos y utilizándolos como dieta de las larvas de insecto se eliminan in situ creando fertilizantes de valor. Se eliminan los costes y se obtienen nuevos ingresos".