La lengua es uno de los órganos más sensibles y flexibles del cuerpo. Ayuda a masticar, a hablar y a identificar sabores gracias a sus 17 músculos y tres mil papilas gustativas que nos permiten identificar estímulos o sabores. La lengua es el único músculo que nunca se fatiga. Un órgano complejo, lleno de complejas estructuras, que parecía difícil de replicar.

Científicos británicos liderados por la Universidad de Leeds en colaboración con la Universidad de Edimburgo han conseguido por primera vez imitar el sofisticado tejido biológico de una lengua humana gracias a la impresión 3D. La réplica imita su topología, su elasticidad y su humectabilidad en una superficie de silicona.

Para conseguirlo los investigadores realizaron moldes de silicona de superficies de lengua de quince adultos que luego escanearon ópticamente en 3D para conocer con detalle la arquitectura de este órgano. Así pudieron medir con precisión las dimensiones de las papilas, la densidad y la rugosidad media de la lengua.

Con la ayuda de simulaciones por ordenador y algoritmos matemáticos pudieron darle forma a una nueva superficie artificial impresa en 3D que contiene la forma y dimensiones de las diferentes papilas que, como comprobaron, se distribuyen aleatoriamente por toda la superficie.

El equipo llevó a cabo una serie de experimentos utilizando diferentes fluidos complejos para garantizar que la humectabilidad de la superficie impresa (cómo un líquido mantiene el contacto y se extiende a través de una superficie) y el rendimiento de lubricación era el mismo que el de una auténtica lengua humana.

"La capacidad de producir réplicas precisas de superficies de lengua, con una estructura y propiedades mecánicas similares, ayudará a agilizar la investigación y el desarrollo para el cuidado bucal, la investigación de nuevos productos alimenticios y el desarrollo de tecnologías terapéuticas", señala Michael Bryant, de la Escuela de Ingeniería Mecánica de Leeds, uno de los coautores del estudio.

Como indican desde la Universidad de Leeds, esta lengua biomimética puede ayudar a detectar la falsificación en alimentos o bebidas y puede colaborar para garantizar la seguridad alimentaria.

Desde el inicio de la pandemia COVID-19, el distanciamiento social ha impedido que se lleven a cabo ensayos sensoriales y pruebas de consumo. Con esta nueva lengua biomimética se podrá evitar la dependencia que los fabricantes de productos de consumo tienen de esos ensayos en humanos.