Joan Donovan, directora de investigación del Shorenstein Center de la Harvard Kennedy School, recopila seis estrategias para contrarrestar la desinformación y el discurso de odio, que los jefes de comunicación de las empresas deberían anotar. Las recomendaciones están basadas en el trabajo de investigación del equipo de Cambio Tecnológico y Social que dirige Donovan.

La primera hace referencia a las comunidades conectadas. Los autores defienden que las redes sociales deberían entenderse como comunidades conectadas y no como audiencias. Decirle a la gente qué pensar, como si fueran meros receptores o audiencias pasivas, lleva a la desvinculación. Donovan apoya la posibilidad de permitir a las comunidades aprender colectivamente.

Habla de empezar determinando qué tipo de acciones emprender. Las reacciones, dice, pueden ser tan simples como responder a un post con una frase tipo "esta conversación no pertenece a este grupo" o enlazar a una fuente de información con reputación que combata esa desinformación. 

La segunda recomendación responde al nombre de El sándwich de la verdad o, lo que es lo mismo, hecho/falacia/hecho. Cómo decir algo es igual de importante que la manera en que se dice. Normalmente la desinformación se difunde en forma de 'memes' como, por ejemplo, "las vacunas causan autismo". Refutar este tipo de declaraciones requiere romper el impulso psicológico de recordar algo tan pegadizo y reemplazarlo por la verdad. Para conseguirlo, Donovan propone utilizar la estructura del sándwich como: "Las vacunas no causan autismo. Mientras el mito persiste, los doctores de todo el mundo han demostrado que las vacunas no causan autismo y que son beneficiosas para toda la sociedad".  

El tercer consejo que concluye la investigación de Harvard habla de redesenmascarar. En muchos casos, la desinformación es predecible. Para que una mentira acabe calando en la opinión pública, la gente tiene que haberse encontrado con ella en numerosas ocasiones. Esta estrategia se refiere a anticipar qué campaña falsas tienen más posibilidades de ser repetidas por políticos, expertos y provocadores para poder preparar una respuesta basada en datos.

La cuarta recomendación está relacionada con los desmentidos distribuidos. Paradójicamente, muchas noticias falsas ganan popularidad cuando más personas intentan desmentirlas. Los algoritmos son incapaces de distinguir entre la verdad y la mentira, solo tienen en cuenta que una campaña gana tracción. Sin embargo, cuando una desinformación salta al mainstream es necesaria una respuesta.  

En este sentido, Donovan aconseja recurrir a los desmentidos distribuidos como una forma de mostrar solidaridad, al mismo tiempo ofrece un contrapeso moral a la desinformación. La autora dice que simplemente con poner un post en el que cada usuario dice que 'esto no es cierto', creará una cacofonía contra la noticias falsas. 

El quinto consejo de la investigación habla de localizar el contexto. Según la investigadora de Harvard, toda desinformación es local. A la hora de desmentir estas noticias es importante tener a la comunidad local en mente. 

Y, por último, el humor sobre rumor es clave. La psicología de la desinformación es compleja, pero tiende a empezar desencadenando reacciones emocionales. El uso del humor es una estrategia emprendida por el Ministerio Digital de Taiwán para responder a las noticias falsas de forma rápida y memorable. Por ejemplo, al principio de la pandemia, comenzó a crecer el rumor en redes sociales de que el papel higiénico estaba hecho del mismo material que las mascarillas. El ministerio creó una serie de memes monstrando que los memes originales partieron de los fabricantes de papel del baño.