Txomin ha dejado de pagar por que le lleven la lana que los esquiladores vascos cortan de sus 250 ovejas latxas dos veces al año. El vellón de estos montaraces rumiantes estuvo siempre destinado a fabricar colchones y solo se ha aprovechado más recientemente como materia prima para tejer alfombras y tapices.

Puede que los propios velloneros se lleven la lana a cambio de descontar un poco el precio del esquileo para Txomin Alberdi, "pero no tiene apenas salida comercial, por eso hay que asumir el coste de su eliminación", se lamenta este pastor de Antzuola (Guipúzcoa). Su mujer, Amaia Laskurain, fue azafata de vuelo y él trabajó en una fábrica, son neorrurales que elaboran artesanalmente queso ecológico de la leche de esta raza, lo que puede rentabilizar su cría.

Se calcula una producción de unos dos millones de kilos de lana procedente de los rebaños de centenares de miles de ovejas latxas en el País Vasco, un volumen que no solo cuesta dinero a los ganaderos, que ya acusan problemas de rentabilidad, sino también a su Administración. 

De residuo a aislante

Para que los ganaderos no vean esta fibra natural como un desecho y echarles una mano para que se convierta en otro ingreso económico, Edu Uribesalgo, director de Innovación y Sostenibilidad de Ternua Group, impulsó la idea de desarrollar tejidos a partir del vellón de esta oveja. "Tras cuatro años de investigación, nos dimos cuenta de que con ella no era posible confeccionar productos para estar en contacto con la piel, como camisetas o jerséis, por las características de la propia lana", explica.

En el sector textil, se usa mucho la lana de la oveja merina, porque a partir de ella se obtienen fácilmente hilos muy finos que llegan hasta 17 micrones, con los que podría alcanzar a fabricar tejidos de 130 gramos para hacer una camiseta. 

Como el hilo de la lana merino no tiene escamas, no irrita la piel, pero ese no es el caso de la latxa. El grosor máximo de su fibra son 40 micrones. Esta oveja, que significa ‘basta’ en euskera, aguanta las duras condiciones de la montaña gracias a su aislante lanar que resiste la fría lluvia: no retiene el agua y se seca rápido. Estas ventajas dieron un giro a las pesquisas del equipo de Ternua Group, ya que con esta fibra natural tan áspera no podían fabricar primeras ni segundas capas. 

Han empleado la tecnología Artileshell, que se dirige a la fabricación de un material que pueda ir tapado dentro de un tejido, asilando térmicamente al usuario. "La lana latxa tiene unas características muy interesantes para nuestros productos, porque ofrece una protección térmica externa reguladora, incluso en mojado, sin que la prenda outdoor pese mucho, y también tiene propiedades antibacterianas", cuenta el director de Innovación y Sostenibilidad de Ternua Group.

Salto complicado

El procesado de este tipo de vellón es muy complejo, ya que se parte de un material desconocido para este nuevo fin y se necesita de la colaboración de varias industrias. Edu empezó a enviar la lana a Inglaterra para transformarla. Aunque es famosa su actividad textil, las máquinas no pudieron con la tipología del material de la latxa. 

"Probamos entonces en Bélgica y nos dijeron exactamente lo mismo, pero al final encontramos una empresa a 15 kilómetros de la frontera de Irún que podría ser la solución", afirma. 

Allí en Sara, Aña Andiazabal y Aitor Zubillaga habían fundado Iletegia. Ellos compraron una máquina de segunda mano en Alsacia (Francia) y manipulándola por fin podían procesar artesanalmente la lana latxa para fabricar las napas aislantes que van en el interior de las chaquetas de montaña de Ternua Group.

La trazabilidad de este producto nace en la lana que recogen en el caserío de Txomin. Se envía a lavar a Francia, donde no se aplica ningún detergente químico que dañe el medio ambiente. Luego, se lleva a Sara, donde se procesa en varias fases hasta resultar las napas, que se envían a Ternua para cortarlas e introducirlas en las prendas. Ya se dispondrán de ellas en la colección de otoño-invierno 2020 de chaquetas outdoor de este grupo empresarial de Mondragón que emplea a 200 trabajadores.

El proyecto Artileshell va a sacar del oscurantismo a la lana latxa como recurso textil para ropa de alta calidad y va a abrir la oportunidad a los ganaderos de sacar provecho de ella y hacerles olvidar que es un residuo molesto. De hecho, Ternua ha puesto en contacto a una empresa alemana que gestiona lana europea con ganaderos españoles para que les compren esta materia prima que ahora casi no tiene ningún valor. 

Esta iniciativa es un acicate para resucitar el uso de esta fibra natural en nuestro vestuario y pone en contacto a mucha gente que la produce, la transforma y la adquiere. "Las características de la lana latxa abre otras posibilidades y se está estudiando formar parte del interior de bandejas de comida que se reparten en los hospitales como aislante para mantener el calor de los alimentos cocinados", manifiesta Edu.

El ‘outdoor’, ‘ecofriendly’

Los fabricantes de ropa de montaña están concienciados con el cuidado del entorno natural. La tecnología Artlieshell es un claro ejemplo de economía circular que aporta a la sostenibilidad del territorio y la naturaleza, pero se une a otros ya realizados por Ternua, ya que en su ADN, desde 1994, ha apostado por minimizar al máximo el impacto de la actividad generada.

"Diseñamos prendas de montaña y para el aire libre bajo parámetros de dañar lo menos posible el medio ambiente. Para eso utilizamos materias primas existentes, dándoles una segunda vida, reduciendo la huella de carbono", indica el director de Innovación y Sostenibilidad de Ternua Group. Entre los materiales reciclados que utilizan destacan los posos de café en su función de agentes antibacterianos, las botellas plástico de contenedores y del mar, las redes de pesca, la pluma, la lana, el algodón, el tencel y la celulosa de madera.  

Materiales respetuosos

 Toda la colección de Ternua está fabricada con algodones reciclados o ecológicos, materiales reciclados y biodegradables o tejidos certificados Bluesign Approved, una auditoría que responde a los más altos estándares de respeto de la salud del operario, el consumidor y el medio ambiente.

Redes y cáscaras

En 2016, Ternua comenzó a pensar en el entorno próximo con proyectos de economía circular. Uno de ellos es Redcycle: recoge y recicla redes de pesca abandonadas en el mar con las que confeccionan pantalones, chaquetas, mochilas o buzos de montaña. «Dos años más tarde, hicimos una acción de recogida de cáscaras de nueces de las sidrerías vascas que transformamos en tinte natural para nuestras prendas en el proyecto Nutcycle y el año pasado presentamos Seacycle, para recoger plástico del Cantábrico para camisetas».