Cuando uno piensa en elementos de diseño, arquitectura y hogares, es difícil que lo primero que le venga a la mente sean los pequeños motores que permiten a persianas, cortinas y puertas de garaje subir y bajar, abrir y cerrase. Sin embargo, la empresa italiana Nice ha sabido hacer de este nicho un potente mercado internacional (se presentan como el segundo player a nivel mundial en la fabricación de motores tubulares y prevén facturar casi 400 millones de euros este 2019) y una puerta de entrada privilegiada al ecosistema de la smart home.

Aunque su especialidad es el mercado residencial, sus piezas son las encargadas de subir y bajar las cortinas en edificios tan emblemáticos como el Hotel W de Barcelona. Y con más de 25 años a sus espaldas, no han querido desaprovechar el viaje que la electrónica está haciendo a cualquier lugar de la casa. "Estamos viviendo un momento de transición. La gente empieza a mirar con otros ojos a todas estas tecnologías, que antes eran un poco invasivas y de ciencia-ficción, gracias a grandes compañías como Google o Amazon", explica Roberto Griffa, CEO de Nice en su sede en Italia, desde donde se preparan para que su tecnología sea referencia en el sector... de aquí a un tiempo.

Y es que Griffa no duda en reconocer una sensación muy recurrente en el sector: la de que no hay masa crítica suficiente para, de verdad, aprovechar al máximo las posibilidades (ya reales) de la automatización del hogar. La tecnología lleva años estando disponible, pero aunque las pantallas se multiplican a nuestro alrededor, el mercado no termina de despegar. "No creo que su implementación masiva llegue antes de tres años", señala, porque todavía no ha aparecido una killing app que democratice el sector. Alexa es un habilitador, sí, pero no deja de ser un transmisor de mensajes y no una aplicación tecnológica en sí.

Al CEO de Nice le gusta comparar la situación de este sector con la del coche hace unos años, que precisamente es, para él, la cuna de este tipo de asistentes inteligentes. "Los asistentes de voz en el coche existen desde los 2000, ahí nos acostumbramos a hablar con máquinas. Y ahora estamos como en esos primeros años, porque las tecnologías no son muy friendly y la integración de los distintos aparatos que componen la casas no se ha completado", cuenta Griffa. 

A su juicio, ganarse la confianza del cliente y lograr que la tecnología sea accesible son los primeros pasos a salvar para lograr un ecosistema completo y real de smart homes. Y vuelve al coche: al principio los comprábamos y después añadíamos asistentes y dispositivos bluetooth para llamar externos. Luego podías pagar por esos asistentes una vez comprabas el coche, como un extra.  Ahora, vienen de serie. "Va a haber un aumento en la inversión en este sector. Ya vemos grandes movimientos en otras zonas del mundo como en los países del Golfo Pérsico o Brasil, donde son las grandes constructoras las que ya ofrecen el paquete completo de tecnología. Puedes optar por una residencia más o menos conectada, pero la smart home viene de serie", explica.

Mientras tanto, en su porfolio de productos ya están sensores que suben y bajan persianas o encienden y apagan luces detectando gestos manuales, o sistemas para el control en remoto de toda la casa que permiten desde comprobar si nos hemos dejado una lámpara encendida a distancia hasta controlar cualquier ambiente.

La compañía también se dedica a la sensorización de elementos de alarma, y han ido un paso más allá con la compra de la startup californiana  Abode, que le da una vuelta de tuerca al modelo de las empresas de vigilancia con un servicio de compra online en el que el usuario se autoconfigura, a partir de detalles como el número de puertas y ventanas, el tamaño de la casa, el tipo de detectores que desea (de humo, de gas...), el sistema de control (el móvil, un mando o un panel de control) los distintos elementos de seguridad que necesita en casa por un precio más económico que en el mercado tradicional. Una vez lo tiene, puede elegir entre o bien monitorizar él mismo esos elementos, o bien utilizarlos para recibir servicios de seguridad con empresas especializadas. Y lo más importante, olvidarse de los contratos a largo plazo, puesto que se puede tener un sistema de autocontrol y, por ejemplo, al marcharse 15 días de vacaciones, dar de alta el sistema de vigilancia solo por ese tiempo. De momento ofrecen el servicio en Canadá y Estados Unidos y en 2021 lo traerán a Europa.

La interoperabilidad es otro de los grandes retos a salvar, pero esta colisiona en cierta medida con la confianza que puedan tener los usuarios. Hoy, ofrecen sistemas de hogar conectado abiertos (que funcionan como skills de asistentes), mixtos (en circuito cerrado, pero con conexión a una nube pública como la de Amazon, intercambiando comandos pero no información) y los completamente cerrados (mucho más seguros, pero ‘exclusivos’ para una marca concreta). 

Mientras la apertura del mercado se configura, lo que en Nice tienen claro es que la smart home abre la puerta a toda una serie de mercados colaterales no menos interesantes. ¿Cuáles? Los del control  y ayuda a la gestión del hogar del número creciente de personas mayores. Pero también el de las mascotas, que pasan tanto tiempo solas, y potenciar la mejor gestión del patrimonio y de actividades como los alquileres vacacionales. A mayor sensorización, mayor capacidad de control desde cualquier parte.  ¿Algo más allá?  La conexión casa-coche (y no solo coche-coche) gracias a habilitadores como el 5G.