El vicepresidente ejecutivo de Sisteplant, José María Borda, en la fábrica avanzada.

El vicepresidente ejecutivo de Sisteplant, José María Borda, en la fábrica avanzada.

Innovadores

En la fábrica más ‘lista’ de España

Esta instalación vasca, fruto de la colaboración entre la ingeniería Sisteplant con el clúster europeo AIC, demuestra la producción robotizada de alta precisión de piezas para el automóvil

29 abril, 2019 06:00

La fábrica del futuro estará llena de robots, brazos articulados, sensores y rutinas ejecutadas por inteligencia artificial. Más o menos hay un consenso sobre esa idea... y esa fábrica futurista ya existe. Está en el Parque Empresarial Boroa, en Vizcaya, y es muy lista. Controla inteligentemente cada proceso, verifica cada pieza que produce y es capaz de recordar detalladamente lo que ha hecho en cada momento. Se llama Automotive Smart Factory (ASF) y está enclavada en el Automotive Intelligence Center (AIC), un clúster europeo de automoción en el que una treintena de empresas nacionales y multinacionales poseen instalaciones, la mayoría orientadas a la innovación en el sector del automóvil. 

Este ASF es el resultado de una alianza entre el Centro de Inteligencia y la empresa de ingeniería Sisteplant, especializada en buscar soluciones innovadoras y "humanistas" para los desafíos de la Industria 4.0, según explica su vicepresidente ejecutivo José María Borda, hermano del presidente y fundador. Javier Borda puso en marcha en 1984 la idea de "crear una ingeniería de fabricación capaz de, a través de la tecnología y de modelos organizativos avanzados, dar un salto cualitativo de la competitividad en la industria del país"

En la planta futurista de ASF el agente principal es un artefacto con el tamaño de un coche pequeño. Es el gran robot, dotado de ojos y sensores para medir y pesar cada elemento que maneja. Se mueve sobre unas ruedas ocultas bajo su armazón y utiliza un brazo para traer y llevar cosas.

En una demostración para INNOVADORES, el robot va recorriendo las estaciones en su cadena de producción, hasta completar una pieza para un chasis. Empieza tomando de un estante una chapa metálica. La pesa, mide su grosor y la lleva al ‘tornero’ automatizado, que le da forma (incluyendo un lateral curvado) con una prensa. El viaje prosigue por estaciones en las que sucesivamente se añaden grandes arandelas y procesos de soldadura, todo ello sometido a continua revisión con láser y visión artificial.

Cada pieza fabricada posee un código de identificación. Un sistema de inteligencia artificial y machine learning, en servidores propios, controla cualquier mínima desviación en los parámetros de la pieza respecto a los márgenes de tolerancia y eficiencia. Si hay alguna alteración, el sistema sabe con precisión qué piezas han sido afectadas para retirarlas.

El robot no tolera la cercanía de seres humanos. Sus sensores lo hacen detenerse si una persona penetra en su área de seguridad. Se trata de un demostrador de los aspectos físicos y virtuales de un proceso que incluye actividades con cierto riesgo. Sin embargo, los seres humanos sí que juegan un papel esencial en la visión de la factoría de "fabricación avanzada" que sostiene Sisteplant.

Plantas inconformistas

"Siempre hemos estado muy pendientes de lo que aporta valor competitivo para nuestros clientes", asegura José María Borda. "No somos conformistas. Hoy en día, y en el próximo futuro, intentamos implantar de una manera sincronizada nuevas tecnologías de fabricación y de sistemas de información, nuevos modelos organizativos y un vínculo especial con las personas. Para nosotros son los cuatro elementos que conforman el futuro".

Lo que Borda define como "perspectiva humana" en sus proyectos, se aplica a su propia compañía, Sisteplant: "Nuestra responsabilidad social corporativa tiene el objetivo de crear un empleo de calidad. Otro elemento es la divulgación y la comunicación. Hay que ponerlo en conocimiento de los demás, porque toda la sociedad se debe beneficiar de ello".

Borda admite que, en el futuro, "no todos los empleos van a ser ultra cualificados. No todos van a ser ingenieros industriales por la Pontificia de Manila ni licenciados en Exactas por la Complutense. No. Pero si tenemos tecnologías que detrás llevan mucho conocimiento, ese conocimiento tenemos que divulgarlo para mejorar. Y la única manera es que los profesionales entiendan cómo funciona. No que simplemente pulsen un botón y saquen un conejo la chistera". 

Según estimaciones de AIC, el 75% del valor de un automóvil corresponde al suministro de componentes, no al fabricante que lo ensambla y pone su marca. Y en España hay líderes en el desarrollo y producción de esos componentes. "El coche no es invento español, no son patentes españolas... pero somos buenos fabricando", añade Borda. "Hay una tradición industrial importantísima, pero si se trasladan los centros de decisión, diseño y consumo [a China, la India], lo siguiente es cerrar las fábricas. Somos buenos, sí. Pero tenemos que ser mucho mejores. Si no, llegará otro país que lo haga más barato". 

ASF es sólo una parte de sus objetivos: "Intentamos ser avanzadilla. Los libros que están ahí encima de la mesa -dice Borda señalando varias publicaciones de su hermano Javier- están contados antes de que nos hayamos puesto a desarrollar metodologías o productos. Son principios y sueños que intentamos llevar a la práctica, compartir ilusión con nuestros clientes y ‘mojarnos’ en sus resultados. Ser un poco visionarios y apostar por el futuro nos permite estar donde estamos. Tenemos una decena de proyectos internos y otra decena externos. No sólo en el ámbito industrial, sino en las aplicaciones que estas mejoras pueden tener en otros órdenes sociales: en banca, en inmuebles o en ciudades".

Ofrece ejemplos concretos: "En nanofabricación tenemos tres a nivel internacional, desde de control de costes a hacer factibles plantas flexibles. En Industria 4.0, estamos en varios proyectos y también en realidad virtual o realidad aumentada, para aplicarlo no como un juguete, sino para que industrialmente seamos capaces de sacarle provecho. Hay que tener en cuenta las implicaciones que todo esto tiene a nivel social. Si queremos no jugar y estar en el escenario dentro de unos años, hay que tomárselo muy en serio. Y lamentablemente lo que vemos es que no hay una estrategia para implantar estas tecnologías. Para hacerlo bien hay que buscar un compromiso social".

"Nosotros modestamente intentamos que en nuestra parcela eso se note", concluye. "Investigamos mucho. El 20% del volumen de negocio de Sisteplant se reinvierte en innovación. Toda la empresa, no solamente los que teóricamente hacen I+D, sino que aquí [en el Parque Tecnológico de Vizcaya], en Barcelona, en Madrid, en Querétaro en Sevilla, tenemos que investigar. Todos nuestros efectivos tienen que ser capaces de incorporar mejoras para el futuro".