El futuro ya no es tan dulce para Coca-Cola. Los cambios en los gustos de los consumidores y el apremio social para reducir las tasas de azúcar obliga a empresas como el gigante de los refrescos a reinventarse tanto en productos como en composición. Y el camino, sin duda, está muy abierto. Tanto, que una de las principales apuestas de la compañía es convertirse en una "compañía total de bebidas". Esto es, abrir su mercado mucho más allá del refresco carbonatado, innovar y explorar las posibilidades y gamas de producto.

Lombard: "Tenemos que conocer al consumidor cada vez mejor"

Y prueba de ello es que la compañía ya vende en Japón más café (a través distintas sub marcas, tanto de cafetera como envasado) que refrescos. Así lo reconoce Jean-Christophe Lombard, director del centro de I+D de Coca-Cola para EMEA, en una entrevista en su sede en Bruselas con INNOVADORES. De este centro salen cada año más de 300 nuevos productos para 122 países distintos, y no todos ellos son refrescos. La clave: el método de prueba y error. "La cocina molecular que empleamos modifica el sabor, la apariencia, la textura, hasta que conseguimos lo que estábamos buscando", relata el director.

Y todo ello, para anticiparse a las nuevas demandas y tendencias en cada uno de sus cientos de mercados. "Tenemos que conocer al consumidor cada vez mejor porque nuestro éxito se basa en esto. La tecnología y la innovación son solo un medio para alcanzarlo, pero lo primero es la aproximación al conocimiento". De ahí que la personalización sea uno de los grandes a abordar por la compañía.

Además de adaptar la receta de determinados productos por países y regiones, Coca-Cola ya ha sacado al mercado su máquina Free Style en la que cada consumidor puede customizar su propia receta de refresco, guardarla y compartirla con sus amigos. No obstante, la personalización, aclara el director del centro, va más allá: "Tenemos que buscar casos de uso concretos adaptados a las necesidades de cada país".

Una vez logrado eso, en este laboratorio trabajan también para mejorar los productos de la compañía desde otras perspectivas, como la sostenibilidad. Resolver el complicado puzzle de la economía circular es una de las tareas marcadas en rojo en la agenda de Coca-Cola. "En Europa nuestras latas y botellas son reciclables, eso es un hecho. Pero para 2030 cada botella que pongamos en el mercado, vendrá de una que habrá sido utilizada anteriormente".

No obstante, Lombard reconoce que el camino hacia el reciclado no depende sólo de ellos, sino también de la concienciación del consumidor. "Tenemos que concienciarle y proveer sistemas de reciclado que sean fáciles de manejar para que más gente esté dispuesta a recolectar los envases y devolverlos al punto de origen", señala.

Actualmente, gracias a un desarrollo tecnológico de su centro, más del 70% de la composición del plástico de sus botellas proviene de plantas. Los envases biodegradables pueden ser una vía de futuro, reconoce, aunque todavía están lejos. "Es una posibilidad, igual que pueden serlo los envases comestibles. No hay límites para la innovación, pero tenemos que abordarla de una forma que estemos preparados para actuar hoy y mañana", relata el experto.

Y en este campo, el trabajo con terceras compañías y start ups es especialmente importante. "Nos ponemos en contato con empresas que tienen ese saber hacer para encontrar lo que buscamos", dice. Todo, para que el futuro de la Coca-Cola se dibuje formas distintas a la de la tradicional botella.

Bebidas que aportan algo más. 

La alimentación funcional es una de las grandes apuestas del laboratorio de innovación de Coca-Cola. Productos con un extra de vitaminas, cafeína o proteínas son algunas de las características que la compañía está introduciendo en productos tradicionales como el agua.