El cambio climático y la degradación del medioambiente son una de las principales amenazas a las que se enfrenta el planeta. Europa ha diseñado la estrategia de crecimiento sostenible que incide de manera especial en el uso eficiente de los recursos. Para 2030, el Green Deal exige que el 20 % de la agricultura sea ecológica y que se reduzca en un 25% el consumo y uso de fitosanitarios.

El concepto de agricultura sostenible puede definirse como un sistema de prácticas agrícolas ecológicas basado en innovaciones científicas con las que es posible producir alimentos saludables con prácticas respetuosas con el medioambiente.

La PAC exige el cumplimiento de una normativa cada vez más sostenible. Y ahí es donde entra la tecnología para ayudar a conseguirlo”. Es lo que nos dice Mercedes Iborra, cofundadora y directora de Estrategia de VisualNacert.

Esta empresa ha puesto “las herramientas tecnológicas” en el proyecto Innobobal con el que han conseguido demostrar que “puede ahorrarse hasta un 50% del agua para riego sin que esto afecte a la calidad del fruto ni al rendimiento de la plantación” afirma satisfecha a D+I Iborra.

Es la principal conclusión de un estudio que ha contado con la participación de viticultores, cooperativas, investigadores y empresas tecnológicas “Cada uno ha aportado su ‘expertise’ en una iniciativa que sobre todo ha conseguido la transferencia tecnológica, de conocimientos, entre todos los actores implicados en la producción de este tipo de uva autóctona – la bobal – de una manera eficiente y sostenible”.  

Sensores que controlan la ‘hidratación’ del terreno

¿Qué es Innobobal? Es un proyecto que deja atrás las teorías para pasar a la acción. Durante 3 años se ha seleccionado una red de parcelas piloto donde se aplican diferentes prácticas vitícolas sostenibles y ecológicas para ver cuales dan mejor resultado.

“Se seleccionaron cuatro parcelas de la zona de Utiel donde se instalaron una serie de sensores con los que medir en tiempo real la humedad y la temperatura tanto de la tierra como del ambiente” explica Mercedes Iborra. Los sensores de VisualNacert toman datos cada hora que se van subiendo a la nube. Con estos datos se “generan unos patrones de comportamiento tanto del agua en el suelo como de la temperatura y la humedad en el ambiente” con los que el IVIA (El Instituto Valenciano de Investigación Agraria) “puede elaborar la estrategia de riego”

Con la ayuda de imágenes satélite, la información de las redes públicas de previsión agroclimática y el apoyo de The Weather Company de IBM, el IVIA puede analizar el comportamiento tanto del terreno como de la plantación “para conocer en todo momento la cantidad de agua que necesita la vid para conseguir la misma calidad de la fruta y el mismo rendimiento que en condiciones normales”, señala Iborra, ingeniero agrícola de formación.

El empleo de estas herramientas tecnológicas ha permitido demostrar que “con un uso racional y eficiente de los recursos y aplicando las restricciones de riego de manera controlada, se puede obtener unos ahorros de agua muy importantes sin que merme la calidad de la uva”

“Esto no significa que en todos los casos se pueda consumir la mitad de agua porque aquí entra en juego la estrategia del IVIA de Riego Deficitario Controlado (RDC) que consiste en aplicar cantidades de agua inferiores a las teóricas durante determinados periodos del ciclo de cultivo”, matiza la directora de estrategia de VisualNacert.

El proyecto Innobobal se ha puesto en marcha en una comarca catalogada como ‘zona de dotación de agua muy baja’.  “En 2020 la dotación de agua establecida por la Confederación Hidrográfica del Júcar ha sido de 450 m3/hectárea cuando las necesidades teóricas se fijan en 2500 m3/hectárea para un viñedo adulto de bobal”, nos cuenta Iborra. “Con estos datos necesitas racionalizar el consumo de tal modo que la tecnología es la única que puede proporcionar las herramientas necesarias para conseguirlo”.

En el proyecto Innobobal han participado además del IVIA y la empresa VisualNacert,  Cooperatives Agro-alimentàries de la CV, la Cooperativa La Inmaculada de Casa de Eufemia, y la DO Utiel-Requena. "La interacción entre todos: el productor, la denominación de origen, las cooperativas agroalimentarias… Esa unión y colaboración es la que ha favorecido sacar las conclusiones que han sido muy importantes", insiste Iborra.

A partir de ahora, con la estrategia de riego diseñada y contrastada, “lo más importante es que la transferencia de conocimiento llegue a los agricultores”. En este sentido, Iborra señala que el trabajo de las cooperativas es muy importante “ya que ofrece una formación permanente para el productor, con casos prácticos y con su sección de servicios que permite profesionalizar el sector”

El agricultor es cada vez más consciente de que las herramientas tecnológicas son imprescindibles para conseguir optimizar sus recursos y mejorar su productividad “Especialmente el tema de la sensorización es algo muy común entre los agricultores, no les resulta extraño”.

“El reto está en nosotros, en las empresas que aportamos la tecnología, porque debemos conseguir ofrecer herramientas cada vez más sencillas que permitan a los agricultores interactuar con ellas”, insiste Mercedes Iborra. “Nosotros en lo que más hemos invertido es en el tema de la usabilidad, en que cada vez sea más sencilla la experiencia de usuario”.

Con el proyecto Innobobal se han puesto en marcha prácticas vitícolas sostenibles y ecológicas al servicio de la innovación que han permitido demostrar sobre el terreno las herramientas más novedosas que están en estos momentos disponibles para el viticultor ecológico.

Para los productores vitivinícolas el resultado es alentador. “Se trata de que nuestros vinos tengan mayor presencia en el mercado. Si conseguimos la diferenciación mostrando que se han producido controlando el agua que se consume, se han utilizado técnicas de agricultura ecológica, se han recuperado y respetado variedades autóctonas… Todo esto genera un valor añadido muy importante tanto para el producto como para el productor”.

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