Miami

Diversidad es una de las palabras que más se repiten en el sector tecnológico. Y también una de las asignaturas pendientes, sobre todo en cuanto a inclusión de las mujeres. El 44% de las fundadoras de empresas reconocen haber sido víctimas de acoso. Una cifra que sube al 47% en el caso de las afroamericanas y mucho más alarmante es el 65% de los miembros del colectivo LGTBQ que admiten sufrirlo.

Women Who Tech, una asociación sin ánimo de lucro que aglutina a mujeres del ámbito tecnológico en Estados Unidos, ha llevado a cabo un estudio ejecutado por Lincoln Park Strategies en el que sondea a más de mil perfiles entre empleados, fundadores de empresas e inversores para tomar el pulso al sector. De los consultados, el 69% eran mujeres y un 29% hombres. El 2% restante no se identifica en ninguna de estas opciones.

Según este análisis, el acoso sexual es el que más dicen haber sufrido el 41% de las fundadoras encuestadas, el 65% confiesan que recibieron una proposición para practicar sexo y el 59% experimentó un contacto físico no deseado, que se convirtió en “manoseo” en el 32% de las ocasiones. El 56% tuvo que escuchar palabras subidas de tono dirigidas a ellas, mientras que el 24% recibieron fotos con contenido explícito no deseado.

El 40% de las mujeres que confiesan haberse sentido acosadas lo achacan a un inversor. En el 59% de los casos incluso afirman que los inversores condicionan mantener relaciones sexuales a cambio de recibir fondos y hacer presentaciones relevantes para el futuro de la compañía. Un punto interesante es que casi el 50% de las que fueron a pedir dinero a inversores tuvieron que escuchar que hubieran recibido una cantidad más generosa de haber sido hombres. Llama la atención que el 55% de las mujeres percibieron que se les trataba de manera diferente a los hombres, frente al 35% de hombres que tuvieron esa misma sensación.

En el caso de las afroamericanas el acoso se acentúa en la peculiar relación entre fundadoras de empresas e inversores. Según el estudio, el 46% fueron acosadas por un potencial inversor, frente al 38% de las mujeres blancas que han creado una startup

Tres años después del #MeToo

El movimiento #MeToo irrumpió en otoño de 2017 como parte de las denuncias por el comportamiento de Harvey Weinstein en el mundo del cine. Después, se extendió a más sectores como la música, el periodismo, el espectáculo o el deporte. En el sector tecnológico nunca se llegó a ir más allá de tímidas denuncias.

El informe corrobora lo positivo de este movimiento para frenar situaciones tóxicas o de abuso. El 69% de los hombres blancos que han contestado la encuesta lo consideran así, también el 34% de las mujeres blancas. Mientras que solo el 24% de las mujeres de color ven un cambio a mejor.

Apenas el 2,8% del dinero de los fondos de capital riesgo va a startups lideradas por mujeres. Sin embargo, los inversores consideran que esto se debe a la escasez de este tipo de empresas con un equipo femenino al frente. El 70% de los inversores creen que esta carencia de inversión en fundadores de contextos poco representados se debe a que las oportunidades no les llegan. Es decir, no es que no haya capital para ellos, sino que hay una brecha entre los fundadores y los fondos.

El 82% de los inversores sostienen que están tomando medidas para solventarlo internamente, añadiendo prácticas de diversidad, equidad e inclusión en su cartera de inversión para tratar de equilibrar la situación. Del lado de los inversores, se percibe que no consideran que ellos tengan un sesgo, sino que no les llegan suficientes oportunidades para poner su dinero. Un 56% de los mismos creen que con tener una buena idea, un plan de negocios sólido y cierta tracción, no faltarán las oportunidades, al margen de quiénes sean los emprendedores.

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