
Herramientas de piedra fabricadas por el 'Homo erectus' halladas en el yacimiento de Engaji Nanyori.
Ni sapiens ni neandertales: la primera especie humana capaz de sobrevivir en ambientes extremos
Un estudio descubre que los Homo erectus que habitaron en Tanzania hace un millón de años fueron capaces de adaptarse a un entorno superárido.
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¿Cuándo fueron capaces de adaptarse a medioambientes extremos como desiertos y selvas tropicales los primeros miembros del género Homo? La respuesta más habitual a ese complejo interrogante de la historia de la evolución humana señala a nuestra especie, al Homo sapiens. Sin embargo, un yacimiento en la garganta de Olduvai, en Tanzania, acaba de ofrecer evidencias multidisciplinares que revelan que el robusto y achaparrado Homo erectus, el primer ancestro humano en migrar fuera de África, fue capaz de sobrevivir en un paisaje superárido hace aproximadamente 1,2 millones de años.
Utilizando análisis biogeoquímicos, dataciones cronométricas, simulaciones paleoclimáticas, reconstrucciones del historial de incendio, estudios paleobotánicos o evidencias arqueológicas, un equipo liderado por Julio Mercader, investigador español de la Universidad de Calgary (Canadá) y el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), ha podido documentar cómo era el entorno de esta zona oriental de África en la que habitó el H. erectus hace un millón de años: un paisaje dominado por matorrales semidesérticos.
Los materiales arqueológicos recuperados durante las excavaciones sugieren que los grupos de esta especie humana desarrollaron adaptaciones en su comportamiento que incrementaron sus posibilidades de supervivencia en una zona extrema. Por ejemplo, fabricaron de herramientas de piedra especializadas (denticulados) para aumentar la eficiencia del descuartizamiento de sus presas y regresaron durante miles de años y diferentes generaciones a ríos y estanques específicos donde se podían abastecer de agua potable procedente de la lluvia.

Recreación artística de un 'Homo erectus' infantil en las tierras altas de Etiopía hace dos millones de años.
"El Homo erectus, ahora extinto, existió durante más de un millón y medio de años, lo que lo convierte en una especie exitosa en la historia de la evolución humana si lo comparamos con nuestra propia existencia, estimada desde hace 300.000 años hasta la fecha", afirma Michael Petraglia, profesor de la Universidad de Griffith (Australia). "Ese éxito se debió a su capacidad para sobrevivir durante un largo periodo marcado por muchos cambios medioambientales y climáticos", añade Julio Mercader.
A pesar de los desafíos que plateaban las condiciones semidesérticas —similares a las que se encuentran en los márgenes del Sáhara o hacia Arabia, como lagos secos, suelos salinos o mayor riesgo de incendios forestales—, el H. erectus fue capaz de desplazarse por valles creados por ríos y arroyos y encontró fuentes de agua dulce. Según los investigadores, que acaban de publicar los resultados de su estudio en la revista Communications Earth & Environment, estos hallazgos apuntan hacia una flexibilidad ecológica desconocida en los humanos arcaicos y solo atribuida hasta ahora a los humanos modernos.
"Este perfil adaptativo, marcado por la resiliencia en zonas áridas, desafía las suposiciones sobre los límites de dispersión de los primeros homínidos y posiciona al Homo erectus como el primer homínido en trascender las fronteras ambientales a escala global", subraya Petraglia.
"Los datos obtenidos en Engaji Nanyori son clave para entender cómo Homo erectus gestionaba recursos en entornos áridos, mostrando una flexibilidad adaptativa que marcó el éxito de su dispersión", señala Raquel Hernando, investigadora postdoctoral Juan de la Cierva del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y coordinadora de los trabajos de excavación en este yacimiento tanzano, en los que se recuperaron los conjuntos faunísticos y de industria, esenciales para reconstruir las estrategias de subsistencia y la dinámica ecológica de estos homínidos.
Según los investigadores, esta adaptabilidad fue uno de los factores que facilitó la expansión del H. erectus hacia las regiones áridas de África y Eurasia, redefiniendo su papel como especie generalista de habilidades para prosperar en algunos de los paisajes más desafiantes del Pleistoceno medio. El yacimiento de Engaji Nanyori indica, por lo tanto, un cambio de paradigma en torno a la comprensión del asentamiento global y la distribución ecológica de esta especie.