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    ROMEO + JULIETA (1996). Si hay un romance por excelencia en la historia del cine y la literatura, éste es, sin duda, Romeo y Julieta. La tragedia fue escrita 400 años antes por William Shakespeare y llevada a la pantalla, en su versión más moderna, por Baz Luhrmann. En medio de una fiesta de disfraces organizada por los Capuleto, aparece un jovencísimo Romeo (Leonardo DiCaprio) vestido de caballero para rescatar a su dulce ángel, Julieta (Claire Danes). El beso refleja ese primer amor que se esconde de la atenta vigilancia paterna y, en este caso, en contra de una historia familiar que lo prohíbe. Un beso que los unirá para siempre.

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    CASABLANCA (1942). No sabemos si les quedó o no París, pero su último beso si que se ha convertido en uno de los más recordados de la historia del cine. En medio de esa niebla, personaje secundario durante toda la película, Rick Blain (Humphrey Bogart) despide a su amada Ilsa Lund (Ingrid Bergman) para que esta pueda salir del país y continuar en su lucha contra los nazis sin que su conflicto personal, -el de él, que la ama pero quiere hacer lo correcto-, no acabe con ella.

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    CUATRO BODAS Y UN FUNERAL (1994). Charlie (Hugh Grant) es un joven británico privilegiado que acude a multitud de bodas junto a su grupo de amigos, se lo pasan bien y, el compromiso, nunca es para ellos. Hasta que se encuentra con Carrie (Andie MacDowell), una americana de la que se enamora a primera vista y con la que volverá a coincidir en otra ceremonia, pero ella ya está comprometida. Las historias de amor, sin embargo, suelen tener un final feliz. Y esta se resume en dos frases de su guión: “¿Aceptarías no casarte conmigo y crees que no casarte conmigo podría convertirse para ti en algo que durará el resto de tu vida?”.

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    DE AQUÍ A LA ETERNIDAD (1953). Ocho premios Oscar que no consiguieron hacerle sombra al beso más adúltero de la historia del cine. Bañados por las aguas de la playa de Halona Cove, en la isla hawaiana de Oahu, el sargento Warden (Burt Lancaster) y la esposa de su capitán (Deborah Kerr) fueron el beso más comentado (y escandalizador) en los puritanos años 50 de los Estados Unidos.

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    BROKEBACK MOUNTAIN (2005). Ang Lee retrató, como nadie, la historia de amor prohibida y secreta de dos vaqueros norteamericanos que pasan un verano juntos y cambian su vida para siempre. La mirada de Ennis del Mar (Heath Ledger) era un diálogo en sí mismo, y Lee supo exponer su relación con Jack Twist (Jake Gyllenhaal) sin ningún tipo de artificio. Porque la igualdad, también es esto. El beso que ambos se dan en la tienda, en medio de las montañas, es puro deseo contenido. Ambos actores confirmaban, además, que hubo muchos ensayos previos.

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    MI CHICA (1991). Una dulce historia que trae el primer beso. Pero el primero de verdad. Vada Sultenfuss (Anna Chlumsky) nos enseña, de la forma más inocente, cómo se da el gran paso hacia la adolescencia. Su mejor amigo Thomas J. Sennett (Macauly Culkin) no se lo da, sino que deja que sea ella quien se adelante. Porque Vada es valiente y guerrera. Y no había mejor final para esa conversación trascendental en la que no encuentran la respuesta a “¿por qué la gente se casa?”, cogen sus bicicletas y deciden guardar su pequeño secreto.

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    LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (1939). En esta superproducción para la época en la que se estrenaba, lo difícil es quedarse con un solo beso. Porque la historia avanza con ellos. Desde el que llega tras el lanzamiento (literal) de un jarrón por Escarlata O’Hara (Vivien Leigh), hasta el último en el que Reth Butler (Clark Gable) coge a Escarla para llevarla escaleras arriba y no dejarla escapar. Cada uno de ellos en un escenario y con un vestuario y atrezzo que son parte indiscutible del momento.

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    GHOST (1990). La película más taquillera del año en el que se estrenaba, nos dejó también uno de los besos más difíciles de la historia del cine. Molly Jensen (Demi Moore) intenta sobreponerse al asesinato de su pareja Sam Wheat (Patrick Swayze), encerrándose en su pasión por la cerámica, -nunca moldear barro fue tan sexy-. Aunque dicen las malas lenguas que no se hablaban entre ellos, durante la película mantienen una conversación constante. Y eso que pertenecen a mundos diferentes. Tienen que esperar a la escena final para, por fin, despedirse; sellando el encuentro con un breve beso.

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    EL DIARO DE NOA (2004). Con Noah (Ryan Gosling) y Allie Hamilton (Rachel McAdams) la lluvia no nos importa. Es más, se hace imprescindible. Tras un precioso paseo en barca por un lago repleto de cisnes, -no podía ser más romántico-, la tormenta y la complicidad les sorprende llegando al embarcadero. Reproches que tenían que salir a gritos y una confesión (“lo nuestro no acabó. Jamás ha acabado”), que da paso a uno de los besos más premiados (y solicitados) de la historia del cine.

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    ESPLENDOR EN LA HIERBA (1961). Este fue el primer beso con lengua que hubo en una película de Hollywood. Lo protagonizaron una joven Natalie Wood y un apuesto Warren Beatty que vio despegar su carrera, encadenando a partir de entonces, un éxito tras otro. En realidad, la historia entre Wilma Dean Loomis y Bud Stamper, en plena Depresión del 29, fue trágica y fugaz; pero cargada de tensión sexual adolescente.

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    PRETTY WOMAN (1990). Gracias a Edward Lewis (Richard Gere), los chicos ya lo tienen difícil cuando quieran regalar flores. Ya no vale con el típico ramo de rosas rojas. Hay que llegar en limusina, tocar el claxon por toda la calle para que nadie se pierda la declaración de amor y subir, cual príncipe de cuento, a reclamar a su princesa (en este caso era una Julia Roberts muy actual; vaqueros, camiseta básica y blazer negra) por una de esas escaleras de incendio que solo se encuentran en Estados Unidos. Y sí, terminar besando a la chica.

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    MATCH POINT (2005). Woody Allen no podía faltar en este repaso. Un thriller que nos dio otro de esos inolvidables besos bajo la lluvia de la historia del cine. Chris (Jonathan Rhys-Meyers) busca sin descanso los labios de Nola (Scarlett Johansson), quien se niega en rotundo a regalárselos. Pero pocas pueden resistirse a sus encantos y, finalmente, se encuentran en un beso que desencadena una de las escenas más pasionales que hemos visto en un tranquilo campo de trigo.

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    LA MÁSCARA (1994). Stanley Ipkiss (Jim Carrey) encuentra una máscara de Loki que lo transforma en una especie de superhéroe capaz de manipular la realidad. Aunque no es muy estética, Tina Carlyle (Cameron Diaz), la novia del mafioso Dorian Tyrell, se siente atraída por ese misterioso chico con la cara verde. Un divertido beso que subió a Tina al escenario del Coco Bongo y catapultó a Carrey a la fama.

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    EL DIARIO DE BRIDGET JONES (2001). Después de más de 90 minutos de complicado dilema, Bridget Jones (Renée Zellweger) finalmente se decide por Fitzwilliam Darcy (Colin Firth), quien ha luchado a golpe de paciencia contra el encantador Daniel Cleaver (Hugh Grant). Un beso que debía darse para confirmar la elección, aunque eso supusiese salir corriendo por las calles de Londres, en ropa interior y, cómo no, bajo la nieve.

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    SPIDERMAN (2002). Un beso que fue, más que romántico, muy complicado de ejecutar. Peter Parker (Tobey Maguire), en uno de esos momentos en los que se convertía en Spiderman, sorprende a su chica, Mary Jane Watson (Kirsten Dunst), en un callejón oscuro de la ciudad de Nueva York para darle, desde las alturas, un beso que se estaba haciendo esperar. Suspendido sobre sus propias telarañas, aguanta pacientemente que su chica le retire la parte necesaria de su máscara para besarse.

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    50 SOMRAS DE GREY (2015). La novela erótica más leída de los últimos años encontró en Jamie Dornan a su Dorian Grey perfecto. No es de extrañar que Anastasia Rose (Dakota Johnson), recién graduada, quiera entrar en su juego. Un juego que hace realidad el deseo de muchas (y muchos): entregarse por completo a la pasión en cuanto se cierran las puertas de un ascensor.

  • 17 de 20

    CASPER (1995). La mansión encantada de la que huye hasta el mismísimo Ray Stantz (cazafantasmas original interpretado por Dan Akroyd) se convierte en el hogar de la joven Kat (Chritina Ricci) que acude con su padre, el doctor Harvey (Bill Pulman) para exorcizarla. Una convivencia que acabará en una fiesta de la Kat con todos sus compañeros de instituto y en la que Casper, el joven fantasma interpretado por Malachi Pearson, tiene su momento “Cenicienta” para volver a la vida y poder besarla. Un único beso que acaba con la fiesta pero que a ella no le importa.

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    NUNCA ME HAN BESADO (1999). Tras una (demasiado) larga espera en medio de un campo de béisbol a reventar de gente esperando a que Josie Geller (Drew Barrymore) recibiese su primer beso, Sam Coulson (Michael Vartan) llega corriendo, -la verdad es que no iba muy rápido aún a pesar de que los cinco minutos acordados ya se habían agotado-, para poner fin a una dura vida amorosa marcada por el fracaso y las humillaciones. Un final feliz que hizo que medio estadio acabase haciendo lo mismo.

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    DESAYUNO CON DIAMANTES (1961). Aunque su escena inicial, en la que la bella Holly Golightly (Audrey Hepburn) se enfrenta a un inalcanzable escaparate, -cruasán en mano-, de la tienda Tiffany’s (que abrió por primera vez en su historia un domingo) es quizás la más recordada de la película; el beso con el que Paul Varjak (George Peppard) consigue llevarse su compromiso fue una de las primeras en conseguir que la lluvia se convirtiese en ese elemento recurrente de los besos con final feliz. Y sí, también hubo bonito callejón neoyorquino.

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    (FOTO20) TITANIC (1997). Pero si hay un beso por excelencia, éste es el que marcó un antes y un después en la pareja que forman Kate Winslet y Leonardo Dicrapio en una historia de amor que hasta el mismo mar prohibió. El joven de tercera clase Jack Dawson desabrocha el mundo encorsetado de Rose DeWitt Bukater que, harta de la pomposidad en la que vive, se apunta a descubrir qué hay debajo de esas lujosas alfombras. Nadie puede olvidar ese beso en el punto más adelantado de la proa con la canción de Céline Dion de fondo y una tragedia que iba a llegar horas después.