
Carles Puigdemont, este viernes en Bruselas, tras dar una rueda de prensa.
Alivio en el Gobierno tras la patada adelante de Puigdemont: acepta la "reunión urgente" con el verificador Galindo en Suiza
El Gobierno considera que nada ha cambiado: sigue habiendo dudas sobre los Presupuestos y habrá que negociar cada iniciativa.
Más información: El sí pero no de Puigdemont: suspende las "negociaciones sectoriales" con Sánchez pero mantiene las de inmigración.
Carles Puigdemont no ha roto relaciones con el Gobierno y, por tanto, sigue viva la posibilidad de articular mayorías para aprobar iniciativas, incluyendo los Presupuestos, para avanzar en la legislatura. El líder de Junts estira la cuerda y presiona, pero sigue convencido de que no le conviene forzar el fin de la presidencia de Pedro Sánchez o dejar de arrancar concesiones del PSOE.
Esa es básicamente la reacción de alivio de fuentes de Moncloa a las palabras de Puigdemont de este viernes en las que anunció la suspensión de las negociaciones sectoriales con el Gobierno y emplazó al PSOE a una reunión extraordinaria en Suiza, con el verificador Francisco Galindo mediante.
"Aceptamos hace más de un año esas reuniones y las hemos celebrado casi todos los meses, además de mantener contacto directo con la cúpula de Junts y telemática en ocasiones con el propio Puigdemont, así que no hay ningún inconveniente en celebrar otro encuentro en Suiza", explican fuentes del Gobierno.
De hecho, dan por seguro que la reunión puede celebrarse en los próximos días con presencia del propio Puigdemont y del número tres del PSOE, Santos Cerdán, para desencallar la situación. Explican que ni siquiera Puigdemont ha insistido en la reunión con Sánchez y hasta ha desdeñado su necesidad.
Hace sólo tres días la expectativa era de ruptura total y de imposibilidad de negociar siquiera los Presupuestos, porque Pedro Sánchez anunció que vetaría en la Mesa del Congreso la proposición no de ley de Junts que insta al presidente a someterse a una cuestión de confianza.
Pero el líder socialista no se atrevió a dar el paso de decretar ese veto e hizo aplazar varias semanas la decisión de la Mesa. Y Puigdemont ratifica su falta de confianza en el PSOE, pero da una patada adelante y evita romper. Por tanto, sigue habiendo opciones de sacar adelante unos Presupuestos, aunque sea muy complicado.
"El que quiere romper, rompe sin necesidad de amenazar cada poco con hacerlo y nunca cumplirlo", aseguran, escépticos, en el Gobierno, constatando que el líder de Junts va perdiendo credibilidad con tanta amenaza no cumplida.
Mientras hay vida hay esperanza para el Gobierno y la situación apenas ha cambiado en la práctica, aunque sea visible la preocupación. Seguirá teniendo dificultades para sacar adelante iniciativas, pero eso ha quedado demostrado que es la complicada rutina de la legislatura.
Por eso, el Gobierno reaccionó este viernes con satisfacción a las palabras de Puigdemont, invocando el diálogo y procurando no emitir la más mínima crítica hacia el expresident de la Generalitat, por más que muchos en el PSOE están más que hartos de sus ultimátums.
Entienden que Puigdemont ha conseguido de nuevo lo que más le gusta: marcar la agenda y tensionar la política jugando sus cartas para mostrar su poder para controlar los pasos de Sánchez. En este caso, desinflando el anuncio solemne de que se vetaría su proposición no de ley sobre la cuestión de confianza.
Escolta para Puigdemont
En realidad, según fuentes del Gobierno, Junts ya suspendió este martes las reuniones en los ministerios en cuanto se conoció que Sánchez vetaría la proposición no de ley. Esa misma tarde iba a celebrarse una reunión en un ministerio sobre uno de los asuntos que el Gobierno negocia con Junts, pero los independentistas suspendieron el encuentro.
El Ejecutivo asegura que seguirán trabajando para poner en marcha los acuerdos pactados. Por ejemplo, Puigdemont trasladó al Gobierno su satisfacción por la forma en la que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, pelea en Europa el uso del catalán en las instituciones comunitarias, aunque los escollos políticos y burocráticos impiden materializarlo.
Se ha avanzado en la cesión a Cataluña de las competencias de inmigración, aunque se choque con obstáculos hasta ahora insalvables, como el control de las fronteras o la capacidad para establecer los cupos de migrantes.
Interior busca una fórmula para cumplir otra de las exigencias de Puigdemont: escolta policial al expresident en Bruselas.
Sí empieza a haber cierta inquietud sobre el calendario de Presupuestos, porque la negociación puede retrasar la eventual aprobación hasta mayo o junio, es decir, a mitad del ejercicio en el que deben aplicarse.
Ni siquiera hay certeza de que Puigdemont quiera aprobarlos y más bien se inclinan en el Gobierno por la hipótesis de que el líder de Junts quiere que siga el Gobierno, pero débil y sin Presupuestos, para mantener la capacidad de condicionar al Ejecutivo. Su objetivo es hacer más difícil la vida al Gobierno, según los socialistas.
Empieza, además, a haber dudas entre dirigentes socialistas sobre la forma de cerrar acuerdos con compromisos ambiguos o medidas que luego dan lugar a desconfianzas y dudas por no haber previsto los detalles. Por ejemplo, sobre la competencia de inmigración o sobre el concierto catalán en el caso del pacto con ERC para investir a Salvador Illa.