José Manuel Albares con  el nuevo gobernante de Siria, Ahmed al Shara, este jueves en Damasco.

José Manuel Albares con el nuevo gobernante de Siria, Ahmed al Shara, este jueves en Damasco. MAEC

Política exteriores

Albares llevará el levantamiento de sanciones a Siria al Consejo de la UE del 27 de enero

El ministro de Exteriores ofrece 11 millones en ayuda humanitaria para contribuir a la paz en Siria en su primera visita a Damasco.

España pide al nuevo gobierno sirio que respete a las minorías étnicas y religiosas, los derechos de las mujeres, y la unidad y soberanía del país.

Más información: Albares visita Siria al mes de la caída de Asad e izará la bandera de la embajada como gesto de confianza a sus nuevos líderes

Damasco (Siria)
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"De mi conversación con Ahmed al Shara saco la conclusión de que la nueva Administración quiere una Siria inclusiva, que trate por igual a todas las minorías. Las sanciones [de la Unión Europea] eran para el régimen de Asad, no para el país", ha manifestado este jueves en Damasco José Manuel Albares.

Por ello, el ministro de Asuntos Exteriores pedirá en Bruselas que se retiren esas sanciones: "España llevará al Consejo de Asuntos Exteriores del próximo 27 de enero una propuesta de levantamiento de sanciones, para intentar aprovechar esta oportunidad" 

Albares se ha reunido con el nuevo gobernante de Siria, Ahmed al Shara, y con su ministro de Exteriores, Al Shibani, en su primera visita a Damasco. El ministro español ha anunciado la entrega de hasta 11,1 millones de euros en "ayudas al pueblo sirio", como un gesto de confianza en "el futuro de paz y estabilidad" de un país que "es clave en la región".

Vídeo | Albares se reúne en Damasco con Al Sharaa, el nuevo líder de facto del país y de HTS Edición de vídeo: Jose Verdugo

Se trata de seis millones en ayuda humanitaria, otros 1,6 millones en ayuda alimentaria, tres millones para el capítulo de refugiados y 500.000 euros para el de rendición de cuentas.

Es decir, para ayudar al nuevo gobierno de facto a preparar el país para la reconciliación, para recibir a las primeras personas que deseen regresar a casa después de años huidos en Turquía, Jordania, Líbano y los países europeos y para saber qué ha pasado (y sobre todo, a quién) en estos años en las cloacas del régimen.

Han pasado apenas cinco semanas desde que cayó el régimen de Bachar Asad y, en este poco más de un mes, incluso con las navidades occidentales de por medio, ya han visitado oficialmente Siria los cuatro grandes gobiernos europeos.

José Manuel Albares ha aterrizado este jueves en Damasco para volver a izar la bandera de la embajada española, 13 años después de que el edificio quedase prácticamente vacío, con un encargado de negocios de ida y vuelta, y tan muerto en vida como el país.

El ministro José Manuel Albares, este jueves durante su visita a la cárcel de Sednaya, en Siria.

El ministro José Manuel Albares, este jueves durante su visita a la cárcel de Sednaya, en Siria. ADF

Oficialmente, España nunca cerró su embajada. Pero lo cierto es que en sus dependencias todo quedó parado en el tiempo. Los tablones de anuncios muestran organigramas del Ministerio de cuando en febrero de 2012 no incluía en su nombre a la Unión Europea, archivadores de correspondencia y notas verbales de 2013 o de informes sobre la "crisis siria, oposición, protestas, estatus diplomático de españoles y derechos humanos" con fecha tope de 2012.

A la ceremonia, celebrada en una calle cortada por personajes fuertemente armados uniformados de negro, se acercó Kaleem, un antiguo abogado local (con doble nacionalidad española) que trabajaba con la representación diplomática española. El hombre, entrado en años y vestido pobre pero elegantemente, se emocionaba escuchando el himno de España y pedía recuperar su país.

"Nadie puede estar por encima de las leyes, yo he perdido dos hermanos en la guerra, pero es la vida, qué le vamos a hacer. Ahora, el futuro será mejor, y España tiene que ayudarnos", ha afirmado.

La guerra civil siria acabó, o eso parece, el 8 de diciembre, con la huida del tirano que había heredado la autocracia de manos de su padre, y tras 50 años de régimen beligerante con occidente e inclinado hacia Rusia, el Irán de los ayatolás y, recientemente, también China.

Albares llega con un mensaje de "confianza", que es un grado más que "esperanza" pero muy lejos todavía de la "certeza". Como ejemplo baste decir que al ministro español, como a sus colegas del G5+ (Alemania, Francia, Italia, Polonia y Reino Unido), le parece "un signo" al que agarrarse que los gobernantes “ya no vistan ropas de guerra”, sino trajes de chaqueta y pantalón. O que hayan dicho que las mujeres pueden o no llevar velo, en función de su elección. Pero sobre todo, que cárceles como la de Sednaya estén vacías.

El cambio de régimen no ha significado un cambio de presos, y esa señal sí parece la de un país que después de cinco décadas de tiranía impuesta por una minoría alauí sobre la mayoría suní (y las diversas minorías cristianas e incluso judías) y 13 años de guerra y terrorismo salvaje, quiere salir adelante.

Los gobiernos occidentales dicen estar convencidos de que no hay doble juego. Que la nueva administración marca los teléfonos de occidente y no los de Moscú o Pekín. Que Al Yulani ha cambiado ese apelativo de guerra por su nombre original, Ahmed al Shara, y su uniforme por la americana y la corbata, lo mismo que la mirada del país, de Teherán a Ankara. "Esto es territorio de influencia turca ahora", explicaba un miembro de la delegación española al aterrizar en Damasco. Y ahí, Albares, tiene mano.

El ministro español se ha reunido y ha hablado telefónicamente con su colega turco en varias ocasiones en los últimos meses. Todo está cambiando en Oriente Próximo en pocas fechas, y cuando todo parecía dirigirse al abismo en este polvorín del planeta, Israel parece consolidar su tregua con Hezbolá, las diferentes comunidades libanesas llegan a un acuerdo para organizar un nuevo Gobierno, Israel firma un alto el fuego para Gaza y Siria deja de ser el foco de toda la inestabilidad de la región.

España le pone tres condiciones al nuevo régimen para seguir confiando. El respeto a las minorías étnicas y religiosas, los derechos de las mujeres, y la unidad y soberanía del país sin injerencias extranjeras. Es decir, sin alianzas militares con Rusia, sin dependencia económica con China y sin dependencia ideológica con Iran.