Hasta hace dos meses solían aprovechar las horas punta en el transporte público para ir en busca, otro día más, de un jugoso botín. Ese era su terreno de juego. Solían aprovechar esos momentos para arrimarse a la multitud y sustraer todo tipo de objetos de valor: teléfonos móviles, joyas, y por supuesto carteras.

Ahora que acercarse a menos de un metro a otro pasajero no está permitido por la alerta sanitaria, poco negocio tienen por delante los carteristas. Son horas bajas para ellos en el Metro de Madrid.

Los 500 ladrones que, según estima la Policía Nacional, suelen pulular de una línea a otra a lo largo del día han desaparecido en las últimas semanas. El distanciamiento social por el coronavirus y el confinamiento de la población están reduciendo a mínimos nunca vistos el número de este tipo de robos.

En la capital apenas se están utilizando actualmente las líneas de transporte público. Eso ha hecho que los sospechosos habituales, se hayan evaporado por completo. En 2019 el Metro de Madrid trasladó a 677,4 millones de viajeros.

Los datos oficiales hablan de que en 2018 se denunciaron 11.000 delitos en el suburbano, 10.000 de ellos fueron hurtos de carteristas. Hay que tener en cuenta que no todos se denuncian. Las denuncias en comisaría por este tipo de delito rondan las 30 al día en la capital.

A los agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana apenas les han llegado llamadas de alerta en los últimos 60 días sobre hurtos en los vagones o en los andenes."Con estas medidas están desaparecidos. Ocurre igual con los robos que las bandas georgianas perpetraban hasta ahora en los domicilios", detalla uno de los policías a EL ESPAÑOL. 

"Sin avisos"

"No están trabajando ahora. No recibimos avisos", señala otro agente de Policía Nacional que recibe este tipo de alertas en Madrid. Como los agentes tienen identificados a los principales ladrones del Metro, algunos de ellos están fichados y tienen prohibida la entrada al suburbano.

Cuando llevan acumulados muchos hurtos, los jueces les imponen un control específico que puede acarrear la prohibición de aproximarse o utilizar el metro de Madrid y el resto de sus instalaciones. La situación llegó a tal punto el verano pasado que incluso algunos vecinos se organizaron para patrullar por los vagones.

Habitualmente, la cuantía de este tipo de robos no suele exceder los 400 euros. El objetivo son las carteras, pero también los teléfonos móviles. El clásico smartphone es una pieza cotizada por los maleantes porque encuentran para ellos una enorme demanda en el mercado negro, tanto dentro como fuera del país. Y a precios realmente elevados.

La Brigada Móvil de la Policía Nacional es la que suele dedicarse a investigar esta delincuencia. En total, unos 80 agentes conforman el grupo que indaga los robos en las líneas de transporte. 

No resulta sencillo atrapar a los autores porque muchos suelen cambiar de ciudad cuando se ven bajo la lupa de las autoridades. Es un sector itinerante. Mientras que en Navidad y en época de grandes fiestas suben a la calle, buscando las aglomeraciones, en época estival se marchan a zonas costeras, donde hay más afluencia de gente y también mejores botines. 

Turistas

El principal objetivo de los ladrones del Metro de Madrid son los turistas. Por ello, la zona con más delincuencia es la que abarca la gran almendra central. Los viajeros suelen hospedarse en hoteles que están en esa amplia área.

Madrid se ha vaciado ahora también de esa clase de visitantes, y al desaparecer todos ellos, los carteristas pierden a su víctima favorita. 

Otro de los alicientes eran los partidos de fútbol. O los grandes eventos. Tampoco hay ya nada de eso. Ni siquiera existe la posibilidad de robar a ese joven incauto que se duerme de vuelta a casa tras una noche de fiesta.

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