
Santiago Abascal en la cumbre de los de Patriots en Madrid, este sábado, junto a Viktor Orban, Marine Le Pen y el holandes Geert Wilders. Efe
Orbán, Le Pen, Wilders y Salvini proponen un "renacer europeo" de la mano de Trump: "Menos UE y más libertad"
La extrema derecha europea hace una exhibición de fuerza con la inmigración, las políticas verdes, la burocracia y la agenda 'woke' en el centro de sus discursos.
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La cumbre organizada en Madrid por el grupo de extrema derecha más numeroso en el Parlamento Europeo tenía un claro objetivo: dar la bienvenida en nuestro continente a la llegada al poder de Donald Trump y lanzar el mensaje de que sus políticas también son posibles a este lado del Atlántico.
Sus líderes, que antes presumían de ser una derecha alternativa (alt right), ahora alardean de haberse convertido en mainstream. Suman 19 millones de votos en todo el continente, gobiernan en cuatro países, cuentan como aliado al presidente del país más poderoso del mundo y necesitaban una exhibición de fuerza.
Eso era la cumbre de Madrid, una muestra desacomplejada de que sus soflamas ya han sido "institucionalizadas", como sostienen los referentes ideológicos de Trump. Santiago Abascal preside formalmente el grupo Patriots y como tal ejerció de anfitrión, pero la verdadera alma máter de este grupo es el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Suyo fue el discurso más articulado, más largo y más aplaudido, después de Abascal, que jugaba en casa. No en vano, comenzó aclarando que tenía el récord de experiencia de gobierno entre sus colegas, con casi 15 años en el poder. "La clave está en sufrir, ser fuertes, Santiago", le espetó a su socio.
"Llevamos 15 años aplicando una política cristiana. Nuestro país no interesa por su tamaño ni por importancia, sino por la política que está aplicando. Hungría es hoy un laboratorio de la política conservadora", defendió.
Si Javier Milei, que envió un breve vídeo desde Argetina diciendo simplemente "viva la libertad cajajo", representa esa excepción en América Latina, Orbán se postula como referencia en Europa. Ahora el único ejemplo a seguir es Trump, pero durante años Orbán ha sido el hombre de Vladimir Putin en Bruselas.
De esta manera, el primer ministro húngaro enumeró que algunas de sus políticas han sido considerar que toda entrada de inmigrantes en su país sea considerada un delito, que todos los poderes del Estado tienen la obligación de defender la cultura cristiana o que su Constitución reconoce que el "padre de una familia es un hombre y la madre una mujer".
No habló de sus reformas del sistema político para concentrar más poder, de la minusvaloración del Parlamento o de su control del sistema judicial. Estados Unidos marca el rumbo y el ejemplo europeo está en Budapest, señaló.
"Ayer decían que nosotros éramos la excepción y hoy lideramos una idea; ayer decían que éramos el pasado y hoy somos el futuro", sentenció. "Somos la prueba viviente, el ejemplo de que un cambio de modelo es posible".
Orbán se posicionó en contra de las élites, del pacto verde, de los flujos migratorios o de las políticas de igualdad. Igual que Trump y lo mismo que hicieron el resto de líderes europeos invitados.
El renacimiento de Le Pen
La otra gran estrella de la mañana era la líder de Reagrupación Nacional, Marine Le Pen, que continúa en la oposición pero que representa a la fuerza más votada en las últimas elecciones europeas y pugna por llegar a la Presidencia francesa. Eso si los jueces no la inhabilitan en un proceso en el que se encuentra inmersa.
Le Pen también atacó a las élites. "Von der Leyen [presidenta de la Comisión Europea] ha desaparecido de nuestra pantallas]. La política energética europea es un fiasco, la política migratoria ha escapado de todo control y el green deal [el pacto verde] es un absoluto suicidio", proclamó.
"Incluso el Partido Popular Europeo está empezando a dudar del dogma de la infalibilidad. Somos nosotros los que teníamos razón", remachó. Y en esa frase estaba de nuevo la reivindicación de que ahora son ellos quienes marcan la pauta, a lo que se añade la crítica de que populares y socialdemócratas pactan las políticas clave en la UE.
Su llamada al renacimiento fue casi humanista, cultural. "Somos un continente de intelectuales, cientificos, arquitectos, artistas y no podemos dejar que nuestro genio creativo caiga en manos de una tecnocracia que nos ahoga", afirmó.
La alternativa son unos "Estados Unidos orgullosos" con la elección de su presidente. A quien se asocian una serie de empresarios del mundo de la tecnología que vendrían a ser esa especie de nuevos hombres del Renacimiento, según la visión de Le Pen.
Wilders, Salvini y la inmigración
También compartió esa idea de Donald Trump como el pionero de una "época dorada" a la que debe sumarse Europa el líder del Partido de la Libertad holandés, Geert Wilders. Si hay un político europeo que ha mantenido una posición dura con la inmigración de origen musulmán es él.
El Partido de la Libertad ganó las últimas elecciones en Países Bajos y hoy domina un gobierno de coalición aunque sin Wilders en el poder. "¿Estáis hartos de la invasión islámica? ¿Estáis hartos de la delirante agenda woke?", gritó al público. "Pues aquí tenéis la solución", dijo Wilders, mientras señalaba a Abascal.
Se atrevió también a meterse en asuntos internos españoles: "Pedro Sánchez, tu tiempo se ha acabado". Y señaló a Vox como la "fuerza de la Reconquista".
"No olvidamos que vosotros españoles fuisteis los primeros en expulsar a los musulmanes de Europa y restauturar la herencia de la cristiandad. España fue la primera en hacer su país grande otra vez", expresó.
Una defensa de la unidad de España que el italiano Matteo Salvini ha cuestionado en numerosas ocasiones. Su partido, la Liga, tiene un corte regionalista -unido al carácter populista de su líder- que le hizo simpatizar con el independentismo catalán.
Esos ya son tiempos pasados. Salvini vino a Madrid hablando en español, diciendo que se acabaron las "divisiones inútiles" y agradeciendo al público por apoyarle en un juicio contra la ONG española Open Arms, a la que impidió el desembarco de migrantes en 2019. Recientemente, Salvini fue absuelto en ese juicio.
El vicepresidente del Gobierno italiano, ahora mermado en las encuestas tras el ascenso de Giorgia Meloni, defendió salir de las instituciones internacionales, como ha hecho Trump, y acabar con la burocracia europea.
"Menos UE y más libertad", fue su lema. Un mensaje que entronca con el comunicado inicial del grupo Patriots, antes de la cumbre, en el que señalaba a las instituciones europeas como responsables del declive del continente.
"A los amigos populares -se dirigió Salvini-, tenéis que dejar de pactar con la izquierda en Bruselas. Tienen que elegir entre el pasado de George Soros y el futuro de Elon Musk. Nosotros ya hemos elegido", concluyó.