España Desafío independentista

La prohibición de la Copa del Rey, el inesperado brote verde para las fábricas de esteladas en Cataluña

"La independencia fue un negocio hasta que llegaron los chinos", dice uno de los fabricantes de banderas de Cataluña. 

19 mayo, 2016 01:06

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“La independencia fue un negocio hasta que llegaron los chinos”, asegura Manuel Martínez, propietario de una empresa de fabricación de banderas en Cataluña. “Los de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) se llenan la boca con el tema independentista pero después compran las esteladas en China y eso duele”, confiesa en su taller de Terrasa, donde tiene capacidad para hacer mil banderas independentistas al día.

La prohibición de llevar esteladas a la final de la Copa del Rey del domingo ha corrido como la pólvora por Cataluña. Mucho más en las comarcas con un fuerte pasado textil, donde todavía hay negocio con la independencia. “Antes había más, ahora no mucho”, apostilla Laura Fenoy, la copropietaria junto con Manuel de Estampser, una empresa que hace banderas desde el año 1983. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha declinado asistir al partido entre Sevilla y Barcelona en un gesto de protesta.

Estelada y española, a partes iguales

En el pasado, el producto estrella era la bandera estelada, ahora vende a partes iguales la de España, la senyera y la europea. “Nos las encargan las empresas y organismos oficiales”, explica Manuel. “El boom de la venta de esteladas coincidió con la Diada de 2013, ahí pudimos hacer hasta cuatro mil banderas en poco más de tres meses”, añade Laura. “Se generó mucho trabajo en la zona”, detalla.

El problema fue que los chinos se dieron cuenta del negocio y ahí acabó el nuestro”, lamenta Laura. “También los de aquí, los independentistas, vieron que les salían más baratas comprándolas en Asia y no dudaron en irse a por ellas allí”, critica Manuel.

De media, una estelada hecha en España cuesta unos ocho euros; en China, cuatro. “Pero las nuestras duran más y no se despintan”, aclara Laura. Pero sin embargo los balcones de Barcelona están repletos de banderas desteñidas. El rojo se conserva aunque apagado y el gualda pasa directamente a blanco. Es el precio de comprar en china.

Aumentar el 'stock' para la Copa

Las ventas de esteladas ahora suponen apenas un cinco por ciento del total de facturación de Estampser. “Tenemos unas cuarenta en stock, pero podemos hacer mil si nos las piden para el partido de la final de la Copa del Rey”, asegura Manuel. Su experiencia les dice que la prohibición hará que se compren más banderas, eso sí, en China. Y, dado que la el bolsillo no acompaña a los independentistas, estos jóvenes catalanes de hijos de emigrantes almerienses y albaceteños han buscado alternativa a la falta de demanda.

“Hacemos muchas banderas de España, aunque fabricamos la que sea necesaria: de banderas republicanas a comunidades autónomas”, explican. “La del pollo del franquismo no, por principios”, aclaran. El mal gesto de la ANC hacia el sector textil catalán ha hecho que se replanteen su postura independentista. “Soy bipolar, por una parte independentista pero, por lo que nos han hecho los propios independentistas, no mucho. Nunca fui independentista pero los del Partido Popular me han vuelto así”, explica.

“Además, la estelada, ¿qué daño le hace a la gente? Es una bandera que no se mete con nadie”, puntualizan. En el taller, un gran espacio industrial de dos plantas está repleto de pantallas con los escudos de Andalucía o Cartagena, su mayor cliente.

Venta de camisetas

Más allá de las banderas, estos empresarios también viven de la venta de camisetas. “También independentistas”, especifican. Y aquí también hubo tensiones con la ANC. “Les presupuestamos unas camisetas con motivos independentistas hechas en Cataluña, Terrasa, en Mataró, en Rubí y Sabadell, muy baratas además; con ese encargo habría trabajo para muchos jóvenes de esta zona pero ellos decidieron hacerlas en Oporto y Marruecos”, recuerdan.

Desde ahí, estos empresarios han denunciado públicamente el caso en los medios catalanes. No esperan una disculpa, tampoco coherencia; mucho menos un nuevo encargo. “Ellos las comprarán en China”.