Una de las imágenes que se incluyen en el libro de Sarah Hrdy donde se ve a unos policías jugando y cuidando de bebés en un orfanato.

Una de las imágenes que se incluyen en el libro de Sarah Hrdy donde se ve a unos policías jugando y cuidando de bebés en un orfanato. Cedida

Referentes

La antropóloga que rompe con los mitos de la crianza: "Habría menos guerras si todos los hombres cuidasen bebés"

Sarah Hrdy asegura que el contacto con los niños pequeños cambia biológicamente a los machos mamíferos, incluidos los humanos.

Más información: Yvette Mushigo (jurista): "Las mujeres son una fuerza de paz que moviliza a sus comunidades"

Publicada

Cuando El padre en escena (Capitán Swing, 2025) se publicó en Estados Unidos la pasada primavera, su autora, Sarah B. Hrdy (Dallas, 1946), tenía claro que la iban a tomar por loca. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: su libro está revolucionando la antropología, la neurociencia y, de paso, está sentando las bases (científicas) de una nueva masculinidad que reivindica los cuidados. 

Eso sí, confiesa que no le gusta utilizar la palabra "masculinidad" por todas las connotaciones y derivaciones que tiene. "No sé aún cómo hablar de ello, qué término elegir", admite desde su EEUU natal. Pero sí indica que lo que más desea es "incluir a todos los hombres en la conversación".

Porque los descubrimientos de esta antropóloga y primatóloga, asegura, podrían cambiar sus vidas —las de ellos— e incluso el rumbo que la civilización humana está tomando. Deberíamos, dice, recuperar y adaptar a la sociedad actual el concepto griego de masculinidad, que se relacionaba con "la virtud". Los últimos descubrimientos científicos, y el resultado de más de una década de investigación propia, dicen que la virtud está en la crianza

"El cuidado de bebés es clave", asegura Hrdy. Y para ilustrarlo, durante la videollamada que mantiene con ENCLAVE ODS, coge una figura del mandaloriano con Grogu —personajes de la serie homónima de la franquicia Star Wars— y la muestra en pantalla. "No hay nada más masculino en el sentido tradicional que este personaje, pero fíjate cómo lleva al Yoda bebé pegado al cuerpo, porque está cuidando de él".

Hrdy sonríe y confiesa que le ha "robado" la figura a su nieto, pero que le parece el ejemplo más ilustrativo que ha podido encontrar: "Si separas al bebé de su padre, llora", insiste. Y es que, dice, un simple juguete ha conseguido capturar a la perfección la esencia de más de una década de investigación: "El vínculo entre padres y bebés existe, y no es tan distinto a nivel neurológico que con las madres".

La antropóloga y primatóloga Sarah Hrdy.

La antropóloga y primatóloga Sarah Hrdy. Ari Hoover Capitán Swing

Todo, repite, tiene como esencia, como núcleo, los cuidados. "Es algo que no solo he visto estudiando a otras especies, o a primates, o a los antecesores de los seres humanos actuales. Lo veo a mí alrededor, en mi marido, ahora que es abuelo y cuida de sus nietos bebés, o en mi hijo y mi yerno", dice.

Y continúa: "Mi propio yerno asegura que a él cuidar de su bebé ha modificado la percepción que tenía de sí mismo, que cambiar pañales y encargarse del día a día del nene ha hecho que tenga más confianza, que se dé cuenta de su propia capacidad para ser un buen padre. Me dijo que le parece muy satisfactorio, que le ha dado un nuevo sentido de propósito a su vida".

Potencial de crianza

Hrdy lo tiene claro: "Preocuparse por los demás le da sentido a tu vida". Y los bebés, en ese aspecto, son los más agradecidos. Pero no solo eso, la antropóloga estadounidense insiste en que "son agentes muy importantes" y tienen capacidad para transformar el mundo.

"Pensamos que los bebés están indefensos y no es así en absoluto; si miramos la teoría desde la evolución con el foco puesto en ellos, y no en los adultos, vemos que los machos de su propia manada no les suelen atacar, por ejemplo", indica. Porque, asegura, "la ciencia nos dice que hay un potencial de crianza en los hombres que realmente forma parte de ellos a nivel biológico".

Su propia teoría, confiesa Hrdy, es nueva para ella. Durante la mayor parte de su carrera, se ha "creído a pies juntillas la línea tradicional de pensamiento que decía que la corteza frontal no estaba realmente desarrollada hasta quizás los 22 o 23 años, en la edad adulta". Sin embargo, ha visto que "en bebés de solo cinco meses, la corteza prefrontal medial ya juzga a las personas y aprende quiénes son".

Durante la conversación, Hrdy exclama en varias ocasiones un "Dios mío, esto no es lo que esperaba". Y esta es una de ellas. Nacida y criada en Texas en una época en la que "los hombres no cambiaban ni un pañal", pensar que los bebés tienen una capacidad mayor de la que se creía y descubrir que los varones poseen un potencial de crianza innato fue "extraordinario".  

Hrdy y su marido junto a su nieto.

Hrdy y su marido junto a su nieto. Cedida Capitán Swing

Educada en la Universidad de Harvard, aprendió "las teorías de la evolución, las diferencias sexuales, que los hombres nacieron para competir y las mujeres básicamente para cuidar a los niños…".

Con toda esa mochila a sus espaldas, empezó a investigar y se dio cuenta de que "en realidad los primeros cuidadores del mundo fueron varones; cuando la vida comenzó hace 400.000 años eran los peces macho los que se encargaban de los cuidados".

De alómadre a 'alópadre'

Ni los antropólogos ni los neurocientíficos pueden "negar lo que están descubriendo", indica. Y explica qué es exactamente: "La prolactina evolucionó primero como una hormona encargada del equilibrio de los peces para, luego, precipitar los cuidados".

"Y la oxitocina, este neuropéptido que asociamos con el amor materno y con la gestación y la lactancia, que desencadena las contracciones del parto, tiene un homólogo que se encuentra en la oxitocina de los peces y también está muy relacionado con el cuidado paterno", continúa.

Estatua del Louvre de Heracles con Télefo, uno de sus hijos. Hrdy la utiliza en su libro para hablar de la crianza en la historia.

Estatua del Louvre de Heracles con Télefo, uno de sus hijos. Hrdy la utiliza en su libro para hablar de la crianza en la historia. Cedida Capitán Swing

Con otro "Dios mío, no me lo esperaba", Hrdy indica que, tras esto, descubrió que "se producen oleadas de oxitocina en los animales machos cuando cuidan a los bebés". Y luego lo comprobó en su propio esposo cuando cuidaba de su nieto por primera vez.

Esto le llevó a asegurar que existen los "machos alómadre". Este término, que usó por primera vez en su tesis doctoral en 1975, no necesariamente se refiere a una hembra o mujer en el caso humano. "No, una alómadre es cualquier persona que no sea la madre que la ayuda a cuidar a su bebé", sentencia. Y ahora se sabe que los varones también lo son.

Todo esto, matiza, no se descubrió hasta bien entrado el siglo XXI. "Sin pretenderlo, durante todo el siglo XX investigamos con un sesgo claro; no lo veíamos porque no lo queríamos ver, no lo estábamos buscando", confiesa. Sabiendo que un varón también puede ser una alómadre, dice, tiene mucho más sentido la manera en que el ser humano evolucionó a través de una "crianza cooperativa".

Más crianza, menos guerras

A las alómadres, cuenta Hrdy, se les atribuye una suerte de instinto maternal que tiene mucho que ver con los niveles de hormonas y las partes del cerebro que "se activan" al cuidar de los bebés. Si esta es un varón, indica, "usa una parte diferente de su cerebro si están ayudando a criar a la criatura, que no usaría si no lo hiciese". 

Y esas partes del cerebro que se activan, sea hombre o mujer quien cuide del bebé, son las que "coevolucionaron gracias la crianza cooperativa en el pasado".

Hrdy añade: "Lo que es fascinante es que cuando los hombres tienen un contacto prolongado e íntimo con los bebés, su prolactina aumenta y su oxitocina también, como con las madres, y esto provoca sentimientos relacionados con los cuidados, con la necesidad de criar a la criatura y cuidarla".

Además, "la testosterona baja, pero se mantiene dentro de los niveles normales". Este pequeño detalle que alarma, dice, a más de un hombre es una "buena señal". Porque, en realidad, esta hormona es "un inmunosupresor, interfiere con el sistema inmune" si sus niveles son muy altos.

Pero no solo eso, Hrdy asegura de que hay relación entre la testosterona y la "tendencia a la violencia o riesgo". Aunque, alerta, "no es que cause comportamientos violentos, pero sí que los incita". Para explicarlo, pone un ejemplo: "Si a un macho le desafía otro, la testosterona es lo que les lleva a involucrarse en actos de violencia".

Portada de 'El padre en escena', de Sarah Hrdy.

Portada de 'El padre en escena', de Sarah Hrdy. Cedida Capitán Swing

La antropóloga estadounidense indica también que "aún no sabemos si los hombres que han estado cuidando a los bebés desde su nacimiento sin una mujer involucrada tienden a ser más precavidos. Y aún no lo sabemos, porque lleva relativamente poco tiempo ocurriendo".

Sin embargo, hasta el momento la observación ha hecho que Hrdy tenga algo claro: "Los padres que cuidan de sus hijos, que se hacen cargo de su crianza, podrían tender menos a la violencia". Se atreve a augurar, incluso, que su longevidad aumenta. Pero eso, indica, es algo que le tocará a otros investigadores descubrir.

Por el momento, y después de toda una vida dedicada a estudiar las relaciones humanas y de los primates con sus crías, de lo que no cabe duda, dice, es que "habría menos guerras si todos los hombres cuidasen bebés".