
Manifestante en El Salvador en contra de las concesiones del gobierno a la minería.
El dorado está en El Salvador: el Gobierno levanta la prohibición a la minería de oro frente a la oposición ambientalista
El presidente asegura que el país esconde la reserva con mayor densidad por kilómetro cuadrado del mundo.
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"Dios colocó un gigantesco tesoro bajo nuestros pies". Así empezó el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, un hilo en X (antes Twitter) en el que celebraba la riqueza que tenían por encontrarse encima de uno de los depósitos de oro "con mayor densidad por kilómetro cuadrado". El país había sido el primero en prohibir la minería de metales, curándose de la fiebre del litio, por sus implicaciones ambientales, pero ahora el Gobierno ha derogado la norma.
Según el mandatario, unos estudios, de los que no dio referencia, habían identificado "50 millones de onzas" (más de 1.500 toneladas) solo en el 4% del área identificado como con potencial. Eso sería, con el precio de mercado, más de 3.000 millones de euros.
Una línea de placas tectónicas sube por la costa oeste de América, desde Argentina a Alaska, cruza a Siberia y baja por el este asiático. Esta zona registra una gran actividad sísmica y volcánica, por lo que, además de ganarse el sobrenombre de anillo de fuego, tiene una de las mayores concentraciones de minerales del mundo. El top cinco de países extractores de oro son los que están allí, y El Salvador quiere ser uno más.
Pero las implicaciones ambientales que eso tendría ha levantado al país, una vez más. En 2017 hicieron historia al prohibir esta actividad, que Bukele revocó el pasado diciembre. Ahora, manifestantes y grupos activistas salen a la calle en protestas.
"Riesgos irreversibles"
Numerosas asociaciones y colectivos han mostrado su oposición. El Colegio de Médicos de El Salvador se ha pronunciado sobre los posibles "riesgos irreversibles" en un comunicado. Una de las mayores preocupaciones de los sanitarios es la contaminación de las corrientes de agua. Para ellos, "no hay duda de que el impacto en la salud será de gran magnitud", recoge EFE.

Manifestantes en El Salvador en contra de abolición de la prohibición a la minería.
Estamos hablando de una de las industrias con mayor huella. Además de la deforestación y el desplazamiento de fauna, el riesgo se centra en los procesos que se usan que emplean productos muy tóxicos. Y eso, si no se tiene un estricto control, fácilmente pasa al medio ambiente.
Limpieza con arsénico
La minería moderna, gracias a la maquinaria cada vez más poderosa, mueve una inmensa cantidad de tierra que se va limpiando hasta conseguir el mineral que se quiera. Se eliminan restos estériles para conseguir llegar al producto que se busca.
Esos desperdicios —una mezcla de barro, químicos y minerales sin valor— que son muy tóxicos, se vierten en la balsa de lodos. "Eso fue lo que colapsó en Aznalcóllar (Sevilla) en 1998 y contaminó hasta Doñana", recuerda Cristóbal López, coordinador del área de minería de Ecologistas en Acción.
Los porcentajes de ley, como llaman en minería a la concentración de mineral, son ínfimos. Para que se considere alto, en el oro sería de 5 gramos frente a una tonelada de estériles. En otras palabras, para conseguir un kilo de oro en las mejores condiciones hay que remover 1.000 toneladas de tierra. Asimismo, en los procesos de limpiado se usan elementos como cianuro o nitrato de plomo.
El peligro, de acuerdo al activista, es que "cuando llueve mucho y hay tormentas y se producen roturas de balsas o filtraciones. Los contaminantes, si no se controla el desastre a tiempo, pasan a las corrientes subterráneas y de ahí a todo el sistema hídrico". Y eso tiene consecuencias en la ganadería y agricultura, la fauna y flora, y el propio consumo humano.