
Ilustración del mestizaje entre homo sapiens y neandertales.
Más semillas y menos carne: esta era la alimentación que comían los primeros humanos hace 780.000 años
Un estudio descubre restos fosilizados de una gran variedad de semillas de leguminosas, bellotas, castaños o avellanas.
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Para muchos las proteínas son básicas para estar fuertes. "Para cazar mamuts nuestros antepasados no comían lechuga", puede decir alguno haciendo referencia a dietas que se basan en lo que comían en el paleolítico. Casi todo carnes magras, plantas y con un nivel muy elevado de actividad física.
Un reciente estudio en el yacimiento arqueológico de Gesher Benot Ya’aqov en Israel ha descubierto restos fosilizados de distintos granos en utensilios de cocina. En los yunques y menaje que utilizaban han localizado restos de bellotas, pasto, castañas, rizomas de nenúfar amarillo y leguminosas de hace, por lo menos, 480.000 años. Esto abre un abanico más amplio y sofisticado a la alimentación que tenían los homínidos prehistóricos.
Este hallazgo se repitió en diferentes localizaciones del mismo asentamiento, que se clasifica en diferentes tiempos históricos, con un espacio de varios miles de años. Así, los expertos comprenden que no fue un caso puntual, sino algo de uso habitual y extendido. Es decir, que estos primeros humanos ya tenían una dieta omnívora en la que había espacio para todos los ingredientes.
La investigadora Almudena Estalrrich, del Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que no tiene relación con el estudio, explica que se comía lo que tenían al alcance. Admite que han encontrado evidencias de que cuanto más al norte, más carne se comía. En cambio, en climas cálidos predominaban los vegetales.
En cualquier caso, la científica resalta que este descubrimiento indica un avance en la tecnología y las habilidades culinarias. Aunque todo esto se podía sospechar, faltaban evidencias físicas, ya que los restos vegetales se perpetúan menos. Hasta ahora tenían deducciones a partir los restos en las dentaduras, o las marcas en huesos de animales que demostraban que habían sido cocinados.

Asentamiento humano en Oriente.
Sin embargo, este hallazgo apunta directamente a la alimentación que tenían. Además, que para tratar los granos necesitaban herramientas y habilidades más sofisticadas que para la carne y saber cuáles se podían comer y cuando.
El cambio de las dietas
Los primeros humanos eran más bajos y paticortos. Es decir, no serían los cazadores más rápidos y certeros. Según Estalrrich, para el consumo de carne estas tribus aprovechaban los restos que habían cazado otros animales o que se encontraban muertos. Estos descubrimientos se hicieron en el Mediterráneo oriental, y la dieta, como los idiomas, evolucionaron en distintas direcciones, pero sobre todo se adaptaron a lo que había alrededor.
En ese sentido, una de las dietas más reconocidas es la mediterránea, rica en fibra, cereales, frutos secos y aceite. También se consume pescado, aves y carne roja esporádicamente. La doctora Ana María Luzón Peña, dietista nutricionista, explica que una dieta saludable es la que cubre todos los requerimientos del organismo que son diferentes según la persona.
El ser humano es omnívoro, aunque según su experiencia, la doctora Luzón sí ha percibido que el consumo de carne desciende según se va cumpliendo años. Desgraciadamente, opina la dietista, para conseguir una nutrición sana influyen factores como los socioeconómicos o el ritmo de vida actual. "Una dieta perfectamente equilibrada con pocos recursos es casi imposible", lamenta la doctora.
Lo que sí sugiere es comer más fruta y verdura. "Cuando empecé hace más de 30 años se recomendaban unos 27 gramos de fibra al día y ahora van por 35 porque es bueno para la microbiota, algo a lo que cada vez se le presta más atención". Esto es el conjunto de microorganismos que están en el aparato digestivo, y en otras partes, con las que se asimilan los nutrientes.
Hay muchos tipos de dietas según la situación de cada uno, aunque los expertos aconsejan siempre una que esté bien equilibrada y supla los requisitos de cada uno. Pero Luzón advierte que en la dieta y en la salud, no todo vale y no todos están acreditados para recomendar.
La doctora recomienda no seguir una dieta, sino saber hacerla: "Hay que aprender a comer lo que se necesita en cada momento de la vida". Ni más, ni menos, solo lo necesario.