Feria Noche de los Investigadores y las Investigadoras de la UPNA.

Feria Noche de los Investigadores y las Investigadoras de la UPNA. Europa Press

Historias

Cerebral Valley, el barrio de los 'AIntrepeneurs': cientos de jóvenes desarrollan la tecnología del futuro

En San Francisco, jóvenes emprendedores de la IA y hackers han creado un movimiento que consigue liderar la innovación mundial. 

Más información: No hay electricidad para entrenar tanta inteligencia artificial: 4 de cada 10 centros de datos tendrán problemas

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La Inteligencia Artificial se hace cuesta arriba. En este caso literalmente. Hoy paseamos por una de las calles más inclinadas de la colina de Hayes Valley en San Francisco, el barrio coloquialmente conocido como Cerebral Valley. Ya no sólo las grandes empresas de Palo Alto lideran la innovación mundial, sino que ahora una gran comunidad de emprendedores de la IA y hackers marcan la agenda: son jóvenes, comparten espacio en casas y se encuentran para reunirse en cafeterías del downtown

"Sí, la cosa de llamarlo Cerebral Valley empezó medio en broma hace un par de años", explica un chico de unos veinticinco años que está sentado en un bordillo leyendo un libro. Lo cierra y sonríe. "Yo soy canadiense, estudié aquí, y ahora me dedico a la ingeniería de datos en una de las grandes, pero no bajo a la 'zona' apenas [se refiere a la que se encuentra a una hora al sur de la bahía de San Francisco en coche, donde están Google, Apple y Meta], normalmente, teletrabajo. Y claro, aquí viven muchos emprendedores y emprendedoras de la IA". 

Este año se permite coger oro de nuevo en California (pueden intentar hacerlo en el área de Marshall Gold Discovery), pero parece claro que lo más brillante no está en la tierra seca como sucedió en la segunda mitad del siglo XIX sino en los Starbucks, que brotan como auténticas gasolineras de la productividad.

Hay quien afirma que el café propicia un pensamiento más lógico y el té uno más abierto; lo que está claro es que, del mismo modo que el cerebro tiene "áreas" en las que se concentran actividades como la atención o la gestión de la memoria, la ciudad mundial de la innovación, San Francisco, tiene un núcleo de activación cognitiva en estas calles que desafían al equilibrio.  

Hoy visitamos el local más espacioso de la zona. La Boulangerie imita con pasión norteamericana el aspecto de una pastelería parisina, con la fachada azul y las sillas resplandecientes. Situado en la misma Hayes Street, dos personas de menos de treinta años se están saludando en su puerta, una chica que emergió como si fuera Emily in París pero de un coche sin conductor de la empresa Waymo, que en la ciudad son cada vez más habituales; y un chico con gafas redondeadas y zapatillas blancas. Ambos entran juntos y piden café. Aquí es donde mantendrán la reunión esta mañana. 

En el interior de La Boulangerie suena Donna Summer y la mayoría de las mesas están ocupadas por personas que trabajan solas en su ordenador personal (acompañadas de una bebida y un bagel), con todas las mesas equipadas para ello, luciendo conectores y cables. California es un lugar que invita a vivir la calle y los locales, a diferencia de Boston, el otro polo actual en el uso de modelos LLM, donde los asistentes al Venture AI de MIT, el concurso más prestigioso de Inteligencia Artificial de la otra costa, llegaban en Uber al evento (aún no existen los coches autodirigidos en la costa este) cubiertos de capas de ropa: para la generación Zeta, el atractivo de San Francisco es también su meteorología, el estilo de vida 'pacífico' se parece más al europeo.    

Las cuestas y tranvías tradicionales de San Francisco acogen en 'Cerebral Valley'.

Las cuestas y tranvías tradicionales de San Francisco acogen en 'Cerebral Valley'. istock

La ciudad de las cuarenta y tres colinas, que presumía de tener el siglo pasado el puente más famoso y transitado, no podía ni imaginar el nivel de conexión que viviría actualmente. No sólo sobre el agua, sino sobre la nube: primero con el nacimiento de Internet y las páginas web en los 90, después con el auge de las redes sociales tras la primera década del siglo, convirtiendo a los garajes de Palo Alto desde 2010 en el icono mundial de la innovación. ¿No fueron acaso el verano del amor, y los movimientos hippie, beat y gay de los barrios de Castro y Heights otras formas de conexión? 

400 veces más rápido

Hace más o menos dos años, de repente, ocurrió algo inesperado. Cuando el mundo estaba aún débil para darse cuenta de lo que sucedía tras una pandemia mundial respiratoria, llegó la explosión de la Inteligencia Artificial. Una nueva tecnología en la que los modelos de análisis de datos conocidos como transformers 'aprendían' por sí mismos teniendo en cuenta muchos más parámetros y mucho más contexto. El COVID había modificado los hábitos sociales y de reunión de medio planeta y la tormenta perfecta estallaba. 

Hoy, el ritmo de creación de nuevas empresas usando esta arquitectura de datos se cifra según MIT en El r Con la Inteligencia Artificial, el desarrollo se ha vuelto exponencial con los Ai-ntrepeneurs. La edición estadounidense de Forbes aseguraba recientemente que sólo en 2023, más del 50% de las inversiones globales en nuevas compañías AI (alrededor de 4,8 mil millones de euros al mes, ni más ni menos) tenía que ver con compañías de San Francisco, es decir, con Cerebral Valley. Como explicaba recientemente Beatriz Sanz, socia de EY, a Magas de El Español, esta nueva tecnología estaría generando "4.000 patentes nuevas al mes, dentro de poco vamos a empezar a ver de forma tangible esas propuestas… y esos cambios". 

Lo curioso del recorrido por Hayes Street es que no hay ni una sola empresa que exhiba su cartel tecnológico en todo el barrio conocido como "Cerebral Valley". Es verdad que el visitante encuentra un gran anuncio de C3.ai [una empresa de generative marketing] y las versiones físicas de algunas tiendas online, espacios de conectividad como The Center SF (que se anuncia como Tea- Movement- Community) o Genesis House, también la tienda Patagonia, o supermercados ecológicos, lugares que mueven a los tecnosoñadores de la zona. 

Espacios de coworking.

Espacios de coworking. istock

Un coworking acristalado ofrece espacio para emprendedores. El precio sorprende por comparativa con los que se podrían encontrar en Madrid: sólo 575 dólares por mes, incluyendo Internet, limpieza, espacios compartidos para reuniones previa reseña y posibilidad de conectar con otras empresas. Sin embargo, los nuevos genios de la tecnología no demandan este tipo de espacios, prefieren trabajar en sus casas, cafeterías o parques (denominados hacker spots), borrándose los límites entre espacio de ocio y espacio de trabajo. Las universidades de Stanford y Berkeley han tenido que ver mucho en esta nueva forma de emprendimiento, aglutinando en sus formaciones a muchos de los futuros gurús.  

Evidentemente, OpenAI ha hecho posible que muchas más personas puedan emprender fácilmente porque su tecnología permite crear código usando lenguaje natural. Una programadora informática que está trabajando en varios proyectos interdisciplinares en estado inicial explica a este medio que hoy teletrabaja desde La Boulangerie. "Aquí lo que hay mucho son personas que trabajamos en cualquier parte, y que a veces nos reunimos para ver cómo podemos colaborar. Evidentemente, los hackers no ponemos un cartel en la puerta de casa, pero sí que nos interesa vivir juntos o estar cerca porque así intercambiamos descubrimientos. Y no tenemos sede física, ¿para qué?".      

La IA llegará a todos los aspectos de la vida y el trabajo.

La IA llegará a todos los aspectos de la vida y el trabajo. iStock

El entrenador jefe del gimnasio al aire libre Aether, situado en una explanada cercana explica que "el nuestro fue uno de los pocos gyms que no cerraron en la pandemia, por razones evidentes". En su explicación, "la mayoría de mis clientes son del ámbito tecnológico. Me paso el día corrigiendo posturas, porque trabajan muchas horas en mala posición y en sillas inadecuadas", explica.  

Un nuevo estilo de vida

En uno de los límites del Cerebral Valley se encuentran las casas de la conocida serie de los años ochenta Padres Forzosos donde algunos fans se congregan para hacerse fotografías. Las casas de Full House simbolizan, de algún modo, un nuevo paradigma de padres-amos-de-casa, donde estaban las pequeñas gemelas Olsen y que contó con una secuela, "Madres forzosas". Parece irónico, pero no lo es, que estas casas del estilo de vida típicamente americano estén ahora ocupadas por hackers y muy cerca de los lugares donde se están desarrollando proyectos para sincronizar neuronalmente los estados de ánimo.   

Las típicas casas americanas ahora son hogar de programadores y 'hackers'

Las típicas casas americanas ahora son hogar de programadores y 'hackers' iStock

¿Servirá la tecnología para mejorar sustancialmente la vida de quiénes lo más lo necesitan? No muy lejos, en el downtown de la ciudad, está de hecho el barrio de Tenderloin, donde miles de personas sufren el terrible sinhogarismo y luchan cada día por vivir en la calle. La realidad se impone sobre la fantasía de un futuro mejor y reclama atención necesaria. Para muchos expertos, hay riesgos, desde luego, en todos estos proyectos de nueva creación, siendo la legislación europea más estricta.

En este punto, como explicaba Isaac Marcet, autor de La historia del Futuro en un reportaje reciente para este medio, es importante recordar el ejemplo de la Premio Nobel Jennifer Doudna, que tras descubrir una de las tecnologías más disruptivas para el humano, hizo algo insólito: se aseguró la implementación de una serie de normas éticas sobre su propia creación. De manera opuesta a Prometeo, al dar el fuego prohibido a los humanos, Doudna se aseguró de que su tecnología para editar el genoma humano quedase en cuarentena.

La humanidad debía debatir todas las implicaciones sociales de ese invento antes de que se desarrollase ninguna aplicación comercial. De lo contrario, podía ocurrir lo mismo que con la bomba atómica: la destrucción de cientos de miles de vidas. Para este autor, "no existe la tecnología sin ideología: si a partir de ahora la definición de inteligencia nos la da la IA, no pasará mucho tiempo hasta que empecemos a actuar como máquinas. A partir de ese momento, lo que caracteriza a nuestra estirpe se extinguiría para siempre".   

¿La IA será para todos?

Justo en el otro límite de Cerebral Valley se encuentra el San Francisco Ballet, dirigido por una española, Tamara Rojo. Es ella la que explica a este medio cómo en el barrio coinciden personas de la danza y la programación. "La IA no está en Silicon Valley, está siendo desarrollada en Hayes Valley, es decir, ¡en la calle de atrás de la sede del San Francisco Ballet! Ahí coincidimos en las cafeterías, nos vemos todos los días".

Es cierto que la cultura popular ha creado muchas imágenes distópicas de la relación entre el hombre y la máquina, como Terminator o Inception. "Yo creo que las nuevas tecnologías", añade Rojo, "sobre todo la IA, son como la industrialización, pueden traer oportunidades creativas y también destruir muchos empleos. Es una espada de doble filo, y eso hay que tratarlo con el respeto que merece y creo que para ello tenemos que tratar de ser parte del desarrollo de esa tecnología, no alejarnos".

Para eso añade: "Cuando algo da miedo, nos defendemos de ello o lo atacamos y la distancia entre los que desarrollan la tecnología y a los que les va a afectar se hace cada vez mayor. Eso no es bueno. Yo creo que la manera de hacerlo es acercándonos a aquellos que están creando la tecnología y exponiendo por qué tenemos miedos y preguntando cómo esa tecnología puede ser constructiva en lugar de destructiva". 

Hace unos días, el pasado 20 de noviembre exactamente, se celebraba el evento The Cerebral Valley AI Summit en el que participaban muchos de los líderes de la inteligencia artificial como Marissa Mayer (CEO & fundadora de Sunshine, después de dirigir Google, ella ha creado esta iniciativa para automatizar tareas), Ashley Zehnder (Co-fundadora & CEO de Fauna Bio, que busca agregar datos de cien millones de años con fines terapéuticos) o Vipul Ved Prakash (Together AI, una plataforma de desarrollo). Algunos de los temas que se trataron en el evento fueron cómo crear aplicaciones de voz (una funcionalidad desarrollada finalmente en 2024) o cómo entrenar robots, así como la nueva plataforma Llama 3, de Meta, un modelo de código abierto capaz de comprender imágenes y textos, de los más potentes hasta la fecha. 

La clave de la IA está en la programación.

La clave de la IA está en la programación. iStock

Sin embargo, lo que parece cada vez más evidente es que el barrio conocido como Cerebral Valley ocupa en realidad toda la ciudad, como es lógico, incluso se extiende a todo el planeta. Está claro que para nuestros descendientes será difícil entender cómo hacíamos las cosas. Por ejemplo, por qué nos lanzábamos a hacer deporte sin tener un copilot o el control de nuestras constantes, por qué ir a trabajar cada día al mismo sitio físico, por qué empeñarnos en conducir nuestro propio coche con el riesgo que conlleva, ir al mercado a elegir productos o tareas similares automatizables.

El rol del artista se reescribe, como aquel ser humano que hace que un proyecto de arte suceda, que sea posible. Quizás tengamos, en el futuro, un solo libro en la mesilla que vaya escribiéndose automáticamente para que leamos algo cada noche, según nuestros gustos. 

Por la ventana de la cafetería más famosa de Cerebral Valley pasan dos coches sin conductor y una persona que camina habla en alto, dando suaves toques a los cascos inalámbricos, mientras que unos emprendedores comentan en un iPad una aplicación metaversiana. La publicación What is our role in the age of AI? diferencia ya entre actividades solamente humanas, solamente maquinales y la mayoría de ellas que serán híbridas, en la intersección entre ambas potencialidades.

¿Qué tipo de propuestas más curiosas o punteras vamos a ir conociendo hechas con Inteligencia Artificial, ahora que no es necesario saber programar para usarla? De todo tipo: se pueden encontrar en ronda de financiación de MIT aplicaciones para ayudar a la descarbonización con inteligencia de carga (EcoVolt), contratar automáticamente influencers y proveerles de contenido (hAIp) o para divorciarse mejor (Better Off This Way), todas ellas con funcionalidades inimaginables hace unos meses. 

A la espera de la computación cuántica, que multiplicará estos avances, y con el fin del cryptoinvierno, que provocará el regreso de una segunda ola del metaverso, parece claro que lo que hoy vivimos es solo el principio de un cambio general. Aunque parezca ciencia ficción, como cantaba Donna Summer, this time I know it's for real (esta vez sé que es real).