El Santiago Bernabéu se puso no una vez, sino en dos ocasiones en pie para ovacionar a dos jugadores que dejaban atrás sus respectivos procesos de recuperación tras caer lesionados en las últimas semanas. Primero Marcos Llorente y después Toni Kroos ingresaban en el terreno de juego con un público entregado a ellos.

Si hay un público que tiene memoria es el de Concha Espina. El coliseo blanco se vino abajo al ver a dos de sus ídolos de nuevo sobre el césped. El mes de diciembre fue el mejor de Marcos Llorente como jugador del Real Madrid. Antes del Mundial de Clubes, su lugar en la plantilla era discutido, pero la lesión de Casemiro, pese a que siempre es una desgracia, le vino genial.

Por las circunstancias, Santiago Solari se vio casi obligado a confiar en el antiguo jugador del Alavés. Pese a haber estado prácticamente una temporada parado en la 2017/2018, su calidad con el balón y la entrega física sin él, encandiló a la afición. La guinda la puso en la final del Mundial de Clubes. Contra el Al-Ain Llorente anotó un bello gol desde fuera del área que desequilibró el marcador definitivamente.

Marcos Llorente, en un entrenamiento del Real Madrid

El alemán es una pieza fundamental

Por su parte, a Toni Kroos le avala toda su carrera en el conjunto presidido por Florentino Pérez. Desde que llegó en el verano de 2014, el teutón ha jugado un total de 213 partidos y 18.000 minutos. En ese tiempo ha anotado trece goles y repartido 56 asistencias. Sus tres Champions y cuatro oros del Mundial de Clubes con la camiseta blanca son solo ejemplos de la gran calidad y aportación del internacional alemán.

También puede ser un factor el hecho de que los aficionados blancos están deseosos, al igual que Solari, de que la enfermería se vaya vaciando y que pronto toda la plantilla esté a disposición del argentino.

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