El Real Madrid vive de los éxitos. Su grandeza se sustenta en los múltiples títulos que ha ganado a lo largo de su historia. El pasado 22 de diciembre, los blancos ganaron su tercero Mundial de Clubes consecutivo, y antes del partido del 6 de enero contra la Real Sociedad, los campeones mundiales, ofrecieron el trofeo a la afición.

La previa del encuentro contra los vascos estuvo cargada de emociones, no solo se recordó a la figura de Ángel Luis Heras. Además los aficionados madridistas tuvieron la oportunidad de ver a sus jugadores con el último trofeo conseguido. Desde el año 2016, el Real Madrid es el vigente campeón del mundo. Un hito histórico que no debería ser subestimado.

La competición disputada en Abu Dabi era básica para el club de Concha Espina. La dura derrota contra el CSKA en Champions hizo daño- aunque a nivel de resultados fuera intrascendente-. El Mundial era la oportunidad perfecta para demostrar un buen nivel, y de paso renovar por un año más, la condición de mejor equipo del mundo.

Si hubo dos jugadores que destacaron en Oriente, esos fueron Marcos Llorente y Gareth Bale, el galés fue elegido como el Balón de Oro del torneo. Sus tres goles en la semifinal contra el Kashima y brega durante la final fueron esenciales para el éxito blanco. El mediocentro dio una exhibición futbolística. Controló todos los aspectos del juego: desde la defensa y el equilibrio general, al ataque. Su momento más destacado fue el golazo que marcó desde fuera del área a la salida de un córner.

En el último encuentro del Real Madrid, contra el Villarreal, el conjunto castellonense tuvo el detalle de mostrar respeto hacia los campeones. Pese a que el resultado de la noche no fue el mejor para los de Solari, la deportividad de los rivales siempre se agradece.

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