Tan parecidos y tan distintos. Sergio Ramos y Gerard Piqué han sido a lo largo de seis años la pareja de defensas centrales titular en España. Los dos jugadores han disputado todos los minutos en este Mundial de Rusia 2018, y cada uno fue, a su modo, protagonista en la derrota frente a Rusia en la tanda de penaltis.

El capitán del Real Madrid y de la Selección lo fue en el apartado positivo. Un agarrón del zaguero ruso Serguéi Ignashévich en el minuto doce provocó que el propio rival se anotara un gol en propia puerta. Era el 1-0. España se adelantaba gracias, en parte, a su jugador referencia en defensa.

No obstante, a los 41 minutos, su compañero en la zaga echaba por tierra todo el trabajo. Piqué sacaba la mano a pasear de manera infantil e incomprensible en un córner sacado por Rusia, provocando así un penalti. Artiom Dzyuba no fallaba ante David de Gea desde los once metros, poniendo el empate a uno.

Ramos fue el corazón y Piqué el verdugo de España

GOL Y PENALTI

A partir de ahí, llegó la desesperación. España tocaba y tocaba sin generar nada de peligro. Un juego lento, previsible, sin desborde o regate alguno. Rusia supo usar sus armas, atrincherándose atrás y esperando a los contraataques o los penaltis.

Y los penaltis llegaron. Ramos no falló el suyo. Piqué tampoco -aunque su disparo dio al palo, estando a punto de marcharse fuera-. Finalmente fueron Koke e Iago Aspas los que no anotaron sus lanzamientos, quedando así España eliminada en los octavos de final. Pero en la memoria quedará como Piqué, con un penalti absurdo, desbarató lo poco bueno que hizo España, representado en la figura de Ramos. Corazón y verdugo.

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