James Ellroy, escritor. Foto: Jorge Gil / Europa Press

James Ellroy, escritor. Foto: Jorge Gil / Europa Press

Letras

James Ellroy novela a Marilyn Monroe: "Los actores de Hollywood son todos drogadictos o alcohólicos"

El 'demon dog' de las letras estadounidenses presenta en España su nueva novela, 'Los seductores', en la que fabula sobre los últimos días de la artista.

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No podemos decir que no estábamos avisados. Ni siquiera era la primera vez que este entrevistador encaraba una conversación, traductora mediante, con James Ellroy (Los Ángeles, 1948), autor de L.A. Confidential y La dalia negra, entre otras obras maestras del noir contemporáneo. "No hablo del Estados Unidos actual", nos advierte. Y lo sabemos. "Lo que ocurre en el mundo contemporáneo no me interesa", insiste. Tanto que se niega a pronunciarse acerca de asuntos como la cancelación, él que ha jugado siempre al límite de los parámetros que la cultura woke hoy consideraría cancelables.

Sin embargo sonríe, incluso bromea, al inicio del encuentro, celebrado en el madrileño Hotel Villa Real de la Plaza de las Cortes con motivo de la promoción de su nueva novela, Los seductores (Random House), la cuarta entrega del Quinteto de Los Ángeles —antes fueron Perfidia, Esta tormenta y Pánico— y la segunda que protagoniza y narra en primera persona Freddy Otash.

Ex miembro del Departamento de Policía de Los Ángeles desde 1945 a 1953, época en la que fue conocido por sus métodos criminales, en el verano de 1962 Otash se desempeña como extorsionador profesional: se gana la vida con chantajes a celebrities del espectro hollywoodiense. Aunque el escritor llegó a conocerlo poco antes de su muerte, "es un personaje que me he inventado, lo cambié al completo", asegura Ellroy, que inmediatamente reconoce que en la vida real también presentaba unos atributos morales despreciables.

Esta vez ha sido contratado para vigilar a Marilyn Monroe, que anda liada con medio Hollywood, pero también —y esto es lo interesante para el detective— con J. F. Kennedy y Bobby Kennedy, presidente y fiscal general de Estados Unidos, respectivamente. La investigación de Otash arranca cuatro meses antes de la muerte de la artista, sobre la que el autor fabula sin límites hasta alcanzar cotas especialmente sórdidas. "Sin restricciones", apunta a El Cultural.

Jimmy Hoffa, el que hace el encargo, quiere "algo sucio" para librar su batalla contra los Kennedy. La "extraordinaria capacidad como detective" de Otash le lleva a cablear toda su mansión, llenarla de micrófonos y descubrir a una mujer drogadicta y alcohólica que, además, tomaba estupefacientes. Precisamente en esta faceta de su vida, salvo algún detalle que Ellroy no ha querido desvelar, no había mucho margen para la ficción.

El demon dog de las letras estadounidenses dibuja a Norma Jean, nombre real de la Monroe, con trazos supuestamente fidedignos. "No hay nada misterioso en esta muerte. No creas lo que te han dicho en las revistas. Sencillamente, se murió de una sobredosis", sentencia al inicio de la entrevista. Y añade: "Detesto a Marilyn Monroe, creo que era una mujer tonta, de baja categoría, superficial, manipuladora, muy posesiva, mala actriz, interesada…"

A escasos tres metros de distancia, su envergadura resulta imponente. También su voz, grave y honda, que eleva la intensidad del mensaje que transmite. En este momento la entrevista promete. Y eso que acabamos de empezar. El problema es que el interés de su testimonio decae muy pronto: todo lo que tenía que decir —o todo lo que supimos extraer— había quedado, como decíamos, sentenciado.

"Detesto a Marilyn Monroe, era una mujer tonta, de baja categoría, superficial, manipuladora, muy posesiva, mala actriz, interesada…"

El caso es que Marilyn Monroe no era el tema del libro, pero se convierte en el pretexto para escribir una novela sobre Los Ángeles en el verano de 1962. Arribistas, mafiosos, prostitutas y buscavidas sin escrúpulos son algunos de los perfiles humanos que componen la fauna de aquel Hollywood fascinante del que Ellroy se niega a salir. Es el que marcó su adolescencia y su juventud después de que el brutal asesinato de su madre, un caso no resuelto hasta el momento, le arrebatara la infancia de un plumazo.

La trama avanza sin solución de continuidad, del mismo modo que sobre el texto detonan sus lacónicas frases: potentes como un disparo, repulsivas como un salivazo. No falta, como en todas sus novelas, una buena porción del anecdotario de la época: una 20th Century Fox boqueando tras el estrepitoso fracaso de la película Cleopatra, entre otros episodios. Tampoco la subtrama alternativa, el secuestro de una actriz de serie B llamada Gwen Perloff llevado a cabo por sujetos con máscaras de Fidel Castro.

En el encargo a Otash va implícito el cometido de establecer conexiones entre este caso y la muerte de Marilyn Monroe. El propósito: hundir a los Kennedy. Bajo la peripecia detectivesca y las artimañas marrulleras, subyace "un Hollywood siempre corrupto", tal y como lo define Ellroy. "Cualquier actor o actriz de Hollywood es alcohólico o alcohólica, drogadicto o drogadicta", dice a El Cultural. Y antes de despedirse anuncia que la próxima novela se ambientará también en 1962 y tendrá de nuevo a Otash como protagonista. ¿Algún dato acerca del argumento? "Es secreto", concluye.