Ana Torrent y Aura Garrido protagonizan 'Las amargas lágrimas de Petra von Kant', la obra de culto de Fassbinder

“Es una historia de desgarro”, dice Rakel Camacho (Albacete,1979), sobre una pieza que aborda la soledad o las relaciones humanas, y habla “de las consecuencias de un poder narcisista y de su posible sanación a través de lamor y del autoconocimiento”.

“Tiene un efecto tsunami, de explosión, son muy importantes el estallido emocional y el tajo, la dureza. Una dureza bajo la cual encontramos una profunda sensibilidad a la que pocas veces nos está permitido acceder”.

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De esta manera, en Las amargas lágrimas de Petra von Kant, Fassbinder utiliza las relaciones personales como un campo de batalla en el que explorar las grandes dinámicas sociales, como la lucha de clases o las variables de poder.

Protagonizada, además de Torrent y Garrido, por Celia Freijeiro, Julia Monje y María Luisa San José, cada uno de los personajes que aparece en escena “representan una idea de comportamiento en el mundo”. Y, sin embargo, matiza la regista, “no es importante que sean mujeres. Ahí está lo feminista de esta historia. Son personas que estallan, con sus problemas, miserias e infiernos”.

“'Las amargas lágrimas de Petra Von Kant' habla de las consecuencias de un poder narcisista y de su posible sanación a través del amor". Rakel Camacho 

Dirigida por Camacho en Nave 10 Matadero, del 28 de marzo hasta el 20 de abril, su propuesta escénica, que sucede a El cuarto de atrás, versión de la novela de Martín Gaite que acabamos de ver en La Abadía, enfrenta a los personajes con su propio reflejo, a partir de una pasarela construida con espejos.

Alejada de la versión cinematográfica –“la película es maravillosa, pero estamos haciendo teatro”–, la directora da importancia a ciertos momentos musicales, a la sonoridad de la pieza y al vestuario de Pier Paolo Álvaro, construido con grandes corazas, que “va de una grandilocuencia exagerada a algo mucho más esencial”, como también explotó Fassbinder en la gran pantalla.

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Como en el mito de Narciso, la escenografía de Luis Crespo funciona como un espejo social en el que se proyecta una imagen que es devuelta, y también como un escaparate recreando la sensación de poder ser observada. “Es un espacio mental”, dice sobre la atmósfera de esta obra que trata también sobre la opresión y las dobleces.

“Lo interesante es el mundo de las contradicciones. Cómo quien oprime está preso en su estado de poder y quién es oprimido estructuralmente es capaz de romper con eso. Todo el rato las contradicciones están al servicio de lo que pasa, tanto de la trama como de las ideas. Ocurre también en las emociones. Te amo y te odio. Hay algo de construcción y destrucción todo el tiempo”, concluye.