
Toni Servillo en 'Tre modi per non morire'. Foto: Masiar Pasquali
Toni Servillo, actor fetiche de Sorrentino, trae a Madrid su pasión teatral: "El triunfo en la vida es alcanzar la belleza"
El célebre actor y director italiano estrena en el Teatro de la Comedia 'Tre modi per non morire', una obra dedicada a las figuras de Baudelaire, Dante y los antiguos griegos.
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Se ha metido en la piel de Giulio Andreotti, Silvio Berlusconi y Luigi Pirandello. También ha encarnado al descreído Jep Gambardella en la célebre La gran belleza de Paolo Sorrentino, con quien mantiene una fecunda relación artística. Ha habitado mil vidas en un solo cuerpo, expresando desde las emociones más sutiles hasta los conflictos más intensos. Toni Servillo (Afragola, 1959) no solo interpreta, se transforma. Actor y director teatral italiano de renombre internacional, ha convertido el arte de actuar en un espejo de la condición humana.
Servillo fundó Teatri Uniti, compañía con la que cultiva su pasión por las tablas de manera obsesiva. “Trabajo hasta el agotamiento”, cuenta a El Cultural. Ahora está enfrascado en un nuevo espectáculo, Tre modi per non morire, un antídoto contra la parálisis del pensamiento firmado por el escritor y profesor de filosofía Giuseppe Montesano. Con él ha recorrido Italia e hizo escala en Girona (Festival Temporada Alta). Su próxima parada es el Teatro de la Comedia de Madrid, del 23 al 26 de enero.
Pregunta. ¿Qué le impulsó a hacer este montaje?
Respuesta. Surgió de tres espectáculos distintos, dedicados a Baudelaire, Dante y los griegos. Un día decidimos unir estas voces en una única propuesta. El resultado ha sido un recorrido apasionante, comenzando con el autor más cercano a nosotros, Baudelaire, y retrocediendo en el tiempo. Así, se tiene la sensación de que quienes nos precedieron veían las cosas con una agudeza mayor que la nuestra, con una mente más abierta y una imaginación más activa. Ahora vivimos en un tiempo dominado por el poder de lo digital, que nos hace pensar que podríamos ser libres, pero lo que sentimos más bien es que estamos rodeados por la infelicidad.
P. ¿Que busca transmitir?
R. En Tre modi per non morire los pensamientos que emergen desde el escenario y el silencio reflexivo del público dialogan entre sí. No he inventado nada especial para esta representación, no hay decorados, porque todo reside en la esencia del teatro: compartir pensamientos entre quien habla y quien escucha, creando una comunidad. Ni siquiera es necesario oscurecer la sala. Bajo una luz plena, se escuchan palabras cargadas de verdad concreta, alejadas de la ficción y de la construcción de personajes.
P. ¿Por qué cree que necesitamos recordar que existen “maneras de no morir”?
R. Creo que necesitamos un antídoto contra el pesimismo y el analfabetismo emocional y mental. Necesitamos ser tocados por palabras llenas de sentido y belleza. Un verso de Dante o un fragmento de Heráclito se transforman en un cambio que está al alcance de la mano a través de la poesía.
P. ¿Cree que la cultura tiene el poder de influir en el curso de la historia?
R. El arte es una oportunidad única para darnos cuenta de lo que tenemos delante en este mundo y aprovecharlo. Aunque existe el peligro de la apatía, el premio en la vida, con todos los riesgos que conlleva exponerse en la relación con el mundo, es alcanzar la belleza.
P. ¿Qué significa para usted el teatro?
R. Es una celebración de los sentidos y de la inteligencia, un espacio donde el pensamiento cobra vida y todo sucede en el instante, como en la propia existencia. Es un momento en el que, al mismo tiempo, nos alejamos del ritmo cotidiano y nos sumergimos plenamente en la esencia orgánica y biológica de la vida. Esa dualidad, esa capacidad de ser presente y trascender a la vez, es lo que más me fascina. A diferencia del cine, el teatro no puede ser reproducido mecánicamente. Tiene esa oportunidad extraordinaria que estamos perdiendo: la de presenciar algo con un principio, un desarrollo y un final. No se trata de fragmentos que podemos revisar a voluntad, sino de vivir la belleza de un acontecimiento que permanece en nosotros como un recuerdo, un pensamiento al que regresar, reelaborar y hacer propio.
P. ¿Siente la necesidad de abordar temas actuales como la crisis climática o la migratoria en sus futuros proyectos?
R. No solo en futuros proyectos. En Tre modi per non morire ya se habla mucho de estos temas.
P. ¿Cómo describiría su relación artística con Sorrentino?
R. Después de años de colaboración, diría que nos hemos hecho bien mutuamente. En dos meses vamos a empezar una nueva obra juntos. La cualidad extraordinaria de Sorrentino que lo distingue de otros directores es que, además de ser un gran creador de imágenes con una habilidad extraordinaria para usar la cámara, escribe todas sus historias, guiones y diálogos.
P. ¿Cómo es el peso de representar historias que pueden influir en la percepción del pasado o el presente, al meterse, por ejemplo, en la piel de Andreotti o Berlusconi?
R. He sentido la responsabilidad de ofrecer una perspectiva de momentos particulares de la historia política italiana. Aunque son casos diferentes: Andreotti es una figura misteriosa que cultiva el secreto, mientras que Berlusconi es todo espectáculo. Ambas películas tienen un valor cinematográfico pero luego, sin duda, se han convertido en uno de los instrumentos para interrogar la historia.
P. ¿A qué político le gustaría interpretar hoy?
R. A ninguno. Andreotti y Berlusconi fueron dos experiencias muy bonitas, pero prefiero interpretar personajes de fantasía, con valor simbólico, creados desde la invención de un guionista o dramaturgo.
P. ¿Qué opina del panorama político actual en Italia?
R. El avance de las derechas, no solo en Italia sino en todo el mundo, respaldadas a veces por tecnócratas millonarios, es una de las derivas que más me preocupan. El problema es que actualmente tienen la desfachatez de pensar que, por el hecho de atesorar miles de millones y mucho poder tecnológico, pueden intervenir en la agenda política de un país. Esa mezcla de poder económico y tecnológico es una amenaza muy seria para la democracia.