Image: Ana María Sánchez

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Música

Ana María Sánchez

“Prefiero no obsesionarme demasiado con el Met”

14 marzo, 2001 01:00

Puede decirse que el 2001 es el año de Ana María Sánchez. La soprano alicantina abrió la temporada con su primera Anna Bolena de Donizetti en Oviedo; luego fue Amelia en el controvertido Ballo in maschera montado por Bieito en el Liceo, y el próximo sábado, 17 de marzo, se medirá en Bilbao con otra comprometida heroína donizettiana: la legendaria Lucrezia Borgia. El 2 de abril ofrecerá un arriesgado recital en el Teatro de la Zarzuela, y en mayo intervendrá en el nuevo Trovatore del Maggio Musicale Fiorentino, con Zubin Mehta en el foso. Entre medias, la presentación en el Metropolitan de Nueva York con Un ballo in maschera, un reto decisivo para una de nuestras voces más internacionales, quien confiesa "haber cantado muchas cosas raras".

Toda esta frenética actividad no parece alterar mucho el buen carácter de esta licenciada en Filosofía y Letras que hace poco más de seis años abandonase la enseñanza para dedicarse al canto. "Es que empecé muy tarde, y tengo que recuperar cuanto antes el tiempo perdido", señala con tranquilidad. Ana María Sánchez es de una nueva generación de divas, que se permiten bromear sobre los veinticinco kilos de terciopelo y brocado que tienen que llevar encima cuando asumen un personaje histórico.

-Con Anna Bolena y Lucrezia Borgia parece haber vuelto a los orígenes de su carrera, cuando cantó Guillermo Tell de Rossini en el San Carlos de Lisboa.
-Huy, no, empecé mucho peor, con la Abigaille de Nabucco, que fue la primera ópera que canté. Un papel dificilísimo, y que ahora, de momento, no repetiría. Pero fue una oportunidad para medir mis fuerzas que no podía desaprovechar. Posteriormente he cantado básicamente otros papeles de Verdi, y también algunos de Mozart y de Puccini, y creo que Donizetti es como una salud vocal que te permite afrontar después óperas como Il trovatore, que tienen aún mucho de bel canto.

-¿No cree que estos papeles los abordan actualmente voces demasiado ligeras?
-Esto tiene que ver con que el actual diapasón ha desplazado todas las voces. Puccini pensó su Turandot para una soprano dramática, y Liu para una lírica llena. Pero, como no hay muchas sopranos dramáticas, Turandot lo canta una lírica llena y Liu una lírico-ligera. Yo no sé si esto se solucionará alguna vez.

La herencia de Caballé

-Usted es la primera soprano española que se atreve a afrontar este repertorio después de Montserrat Caballé.
-Ella fue una auténtica reina del bel canto, con su sonido purísimo y maravilloso, y ahora que ella ya no interpreta estos papeles, cantantes como yo tratamos humildemente de abordarlos con nuestra propia personalidad.

-¿Como definiría su tipo de voz?
-Cada cantante es un mundo, y yo he interpretado cosas muy raras, o al menos algo inhabituales, como la Matilde de Guillermo Tell, en la versión original francesa de cinco horas, o Valentina en Los Hugonotes de Meyerbeer, todo lo cual te ayuda a conocer tu propia tipología vocal. Yo soy una soprano lírica, que en el futuro derivará posiblemente hacia una lírico-spinto, pero nunca seré una soprano dramática. Aunque el volumen de mi voz pueda engañar, no hay que olvidar nunca el timbre.

-Este año ha protagonizado uno de los montajes más polémicos, como fue el Ballo in maschera que Calixto Bieito montó en el Liceo de Barcelona. ¿Qué sentía al salir a cantar su primera aria justo después del escándalo que se producía cada noche?
-Mucha gente me preguntó que cómo era capaz de aguantar aquello, pero tengo que decir que el maestro Bertrand de Billy mantuvo una tranquilidad pasmosa que me dio una enorme seguridad. Los montajes "novedosos" en sí no me suelen gustar, sobre todo si se trata de temas de la cultura española que se tiende a ridiculizar, pero Bieito demostró un enorme talento y logró entusiasmarnos a todos.

Fidelidad a Palma y Bilbao

-Usted ha cantado mucho en ciudades como Palma o Bilbao. ¿Le han ofrecido estos teatros más oportunidades que el Liceo o el Real?
-Yo nací a la ópera en Palma, y tengo una relación muy especial con ellos, como también con Bilbao, desde que resulté premiada en el Concurso de Canto. Pero esto no quiere decir que los demás teatros me hayan olvidado. Creo, por ejemplo, que he sido la cantante que más veces ha actuado en el Liceo desde su reapertura: Turandot, Don Carlo, Ballo, un concierto Strauss... Y en el Real he hecho Elektra y La forza, y me llamaron para Don Carlo, pero no fue posible. Creo que en España estamos de enhorabuena por las tantísimas ganas que hay de hacer ópera, y por el proyecto operístico que existe, bien sea estatal o privado, lo cual hace posible un excelente caldo de cultivo para jóvenes cantantes. Es muy gratificante ver a tantos españoles en esta Lucrezia Borgia.

-¿Se considera, entonces, profeta en su tierra?
-Sí, no he necesitado marcharme a otro país para estudiar y he empezado a cantar aquí. Esto es una suerte, no cabe duda, pero siempre que pasa la suerte, que lo hace una o dos veces en la vida, hay que estar muy preparado, y yo ya llevaba mucho trabajo y mucho sacrificio.

-Usted ha cantado en Alemania y en Italia. ¿Existe mucha competencia en estos países, sobre todo en el último?
-Mi experiencia italiana no es tan grande como para haber apreciado esto. Yo tuve muy buena acogida cuando canté Aida en Florencia, y espero tenerla también con este nuevo Trovatore, con Mehta y Pier Luigi Pizzi. Pero sé que algunos cantantes extranjeros de mucha altura no han sido bien recibidos.

-¿Le han ofrecido ya cantar en la Scala?
-Sí, el maestro Muti me llamó para La forza del destino pero yo no estaba libre. Ya llegará el momento.

-Sin embargo, el 25 de abril le espera el Metropolitan de Nueva York con Un ballo in maschera...
-He procurado tomármelo con calma y no obsesionarme demasiado. Además, voy a tener a mi lado a uno de mis ídolos ya antes de dedicarme al canto como es Juan Pons.

-Otra responsabilidad es su recital del próximo 2 de abril en el Teatro de la Zarzuela.
-Sí, es otro tipo de responsabilidad, en cierto modo aún mayor, porque en el otro caso es Amelia, es el personaje, quien canta, mientras en el concierto desnudas tu alma y tienes que dejar la timidez fuera. Además, los poemas hablan de sentimientos primarios que te sirven luego para elaborar tus personajes de ópera.

Un recital de envergadura

-El programa es bastante denso.
-Sí, incluye los Wesendonk Lieder de Wagner, Richard Strauss, todas las Tonadillas de Granados (que casi nunca se cantan juntas) y el Poema en forma de canciones de Turina.

-A propósito de Strauss, parece que lo tiene un poco olvidado desde su magnífica Crisótemis de Elektra en el Palau de Valencia y en el Teatro Real.
-Voy a volver a hacerla en el Teatro de la Maestranza y tengo muchísimas ganas, porque es uno de mis autores favoritos. Pero, de momento, no hay nada más.

-¿Y Wagner?
-Se quedó en aquella primera Elisabeth de Tannhäuser que interpreté en Bilbao, aunque me gustaría montar el personaje de Elsa en Lohengrin.

-Parece que el tema discográfico se le está resistiendo.
-Yo soy una cantante fundamentalmente de escenario, ahí es donde disfruto, en contacto con el público, y cuando he grabado no he quedado muy satisfecha de la experiencia. Sin embargo, tengo que ser sincera y reconocer que el disco te hace ser mucho más conocida. Lo que más me gustaría es que se editasen discos piratas de mis actuaciones en vivo.

-Aparte de los proyectos más inmediatos, ¿qué otros le esperan en un futuro cercano?
-Tengo previstas varias giras de conciertos, y luego iré a Berlín para cantar Aida y Don Giovanni y a Lisboa, donde debutaré como Alice Ford en Falstaff. Y, para el año 2002, me aguarda un reto importantísimo como es mi primera Norma. Y eso sí que son palabras mayores.

Nacida en Elda (Alicante), se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Alicante y estudió canto en el Conservatorio con la soprano Dolores Pérez, perfeccionándose en la Escuela Superior de Canto de Madrid con Isabel Penagos y Miguel Zanetti. Tras ganar numerosos concursos, debutó en Palma de Mallorca con Nabucco, aunque su carrera internacional comenzó en Lisboa en 1994 con Guillermo Tell de Rossini. Desde entonces ha actuado regularmente en el Teatro Real, el Liceo de Barcelona, la ABAO bilbaína, las óperas de Hamburgo, Zurich, Berlín, el Maggio Musicale Fiorentino o el Teatro Colón de Buenos Aires, con un repertorio que abarca desde Mozart hasta Verdi y Puccini, pasando por Wagner y Strauss.