Emma Stone en una escena de ‘Bugonia’, de Yorgos Lanthimos

Emma Stone en una escena de ‘Bugonia’, de Yorgos Lanthimos

Cine Festival de Venecia

Yorgos Lanthimos presenta en Venecia una distopía 'snuff' protagonizada por Emma Stone

La actriz y Jesse Plemons llevan a cabo un mano a mano interpretativo de primer nivel con la cinta más violenta que el director griego ha llevado a la Biennale.

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Tras el fallido escaparate pornográfico de Kinds of Kindness, la quinta colaboración entre Emma Stone y Yorgos Lanthimos continúa expandiendo el retrato bíblico sobre los Estados Unidos contemporáneos, ahora con tanta tensión pero mayor sutileza.

Remake sobre la película de culto coreana Salvar el planeta Tierra de Jang Joon-hwan, adaptada por Will Tracy (El menú), Bugonia sigue los cuatro días en los que Teddy, un íncel hillybilly interpretado por un Jesse Plemons de maneras inseguras y pelo grasiento, tiene secuestrada a una alta ejecutiva feminista y de izquierdas, Michelle (Stone), a la que acusa de ser un alienígena destinado a acabar con la vida humana.

Entre un Esperando a Godot impregnado de olor a óxido y sangre y La Pasión de Juana de Arco, por tratarse de una pieza de cámara que avanza únicamente sobre los diálogos y el rostro de sus protagonistas, las horas pasan mientras los dos bandos tratan de doblegar la voluntad del otro.

No existe diplomacia posible entre las partes, claro: “Las ideas que tenemos sobre los demás se refuerzan en función de la burbuja en la que vivas, creando un enorme abismo entre las personas. Quería desafiar al espectador en cuanto a aquello sobre lo que estamos tan seguros: los juicios que emitimos sobre ciertos tipos de personas”, dice el director.

En un sentido estricto, la película de Lanthimos representa otro ejercicio de pornografía de la tortura (snuff), como lo fue Kinds of Kindness, o lo había sido su debut, Canino.

En Bugonia, el griego no se interesa de forma alguna por ahondar en la psique de sus protagonistas, ni en descubrir dimensiones sorprendentes tras sus acciones que puedan despertar empatía alguna en la platea. Tampoco construye caracteres, como lo hizo en Pobres criaturas.

Al contrario, pronto el director invita a la platea a observar de forma pasiva cómo las dos partes son zambullidas en una espiral de violencia, aunque los estallidos sangrientos se reduzcan en gran medida con respecto a la cinta original (mucho más expresiva, gore y naíf).

Jesse Plemons en 'Bugonia'

Jesse Plemons en 'Bugonia'

La mayor hazaña del guionista, que el griego dirige sacando lo mejor del tándem Plemons-Stone, pasa por separar sin remedio el verbo de su significado, que no de su intención.

De esta guisa, Michelle verbaliza con emoción desnuda réplicas repletas de palabrería sin sentido, mientras que Teddy puede dar las órdenes de ejecución más inhumanas a su compinche Don (el debutante Aidan Delbis, otro ser criado en internet) con el cariño de quienes, de veras, nos quieren. La intención (destructiva), decíamos, se conserva.

Pero las armas se actualizan, ahora virando a las mejores fórmulas que pueden encontrarse en cualquier reunión o correo de trabajo… Hipocresía cordial y pulcra: “Te odio, y espero que este correo te llegue bien”.

Entre tira y aflojas, dibujará Lanthimos una América imberbe, donde la diplomacia pasa necesariamente por la mentira o por la violencia.

Emma Stone en ‘Bugonia’

Emma Stone en ‘Bugonia’

En los Estados Unidos reales, advertía el cineasta, “la humanidad se enfrenta muy pronto a la necesidad de elegir el camino correcto en muchos sentidos. De lo contrario, no sé cuánto tiempo nos queda con todo lo que está sucediendo en el mundo: la tecnología, la IA, las guerras, el clima está cambiando, la negación de todo esto (…) Así que, para mí, es más bien un reflejo de nuestra época y, con suerte, animará a la gente a reflexionar sobre lo que está sucediendo hoy en día en todo el mundo”.

“Es un retrato muy extraño, pero honesto, de lo confuso y absurdo que resulta todo”, destacaba Jesse Plemons. Emma Stone coincide, señalando el sentido del humor singularmente surrealista que se esconde dentro de los elementos a menudo “profundamente tristes” de la película.

Bugonia es, en otras palabras, ese tipo de filme horriblemente cómico, o cómicamente horrible, sobre la era del colapso global. Falta ver si su robusta armazón contra cualquier tipo de empatía, su obsesiva soga alrededor del cuello de la humanidad, pueden de veras aportar algo más que bilis. Solo así la película trascenderá su inevitable carácter anecdótico.