Adrien Brody, con el Oscar. Foto: Reuters

Adrien Brody, con el Oscar. Foto: Reuters

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Adrien Brody, Oscar a mejor actor, alerta sobre el aumento del antisemitismo: "No dejemos que el odio venza"

El intérprete, ganador de la estauilla por 'The Brutalist', interpreta a un arquitecto judío que emigra a Estados Unidos después del Holocausto. 

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Adrien Brody (Nueva York, 1973) se ha alzado con el Premio Oscar al mejor actor protagonista en la 97.ª edición de la fiesta del cine de Hollywood por su trabajo en The Brutalist. Se ha impuesto a Timothée Chalamet por A Complete Unknown, Ralph Fiennes por Cónclave, Colman Domingo por Las vidas de Sing Sing y Sebastian Stan por The Apprentice

Es el segundo Óscar al mejor actor que conquista el intérprete, tras el logrado en 2003 por su trabajo en El pianista, de Roman Polanski, donde daba vida al músico polaco de origen judio Władysław Szpilman, que sobrevivió al gueto de Varsovia durante la II Guerra Mundial. 

En su discurso de aceptación, el actor reconoció que "esta una profesión muy frágil. Parece muy glamurosa, pero lo que he aprendido al tener el privilegio de volver estar aquí es que, no importa lo lejos que llegues y lo que consigas, todo puede esfumarse". 

Brody, que interpreta a un arquitecto judío que emigra a Estados Unidos después del Holocausto, se ha referido al aumento del "antisemitismo" para pedir "un mundo más sano, más incluyente" y refiriéndose a su película ha pedido "no pasar por alto el pasado"."No dejemos que el odio venza", ha concluido.

Con ese papel, se convirtió en el actor más joven en conquistar la estatuilla en la categoría protagonista. Probablemente hubiese perdido el récord de no levantar su segundo galardón, ya que su gran competidor, Timothée Chalamet, quien borda a Bob Dylan en A Complete Unknown, le hubiera desbancando por unos meses. 

Curiosamente, The Brutalist parece una secuela espiritual de El pianista, ya que aborda la historia de un superviviente judio de la II Guerra Mundial, en este caso un personaje ficticio: el arquitecto hungaro Lazlo Thot. La película arranca con el personaje llegando a EE.UU. tras el conflicto y narra sus siguientes 30 años de vida. 

Brody se entrega en un personaje traumatizado por la guerra, orgulloso, exigente y adicto, que busca en este nuevo mundo la manera de expresar su talento de una manera digna para reencontrarse con su mujer y su sobrina, ambas varadas en una Europa paralizada. La experiencia de Toth será la de tantos emigrantes, zarandeado por la pobreza y la xenofobia, y, después, la de tantos artistas, utilizado por su mecenas, que representa lo peor del capitalismo. Un nuevo acercamiento al lado oscuro del sueño americano.

El actor lleva el peso de un filme monumental, que se alarga hasta las cuatro horas, con un intermezzo de 15 minutos a lo David Lean, rodada en VistaVisión, un formato en desuso desde los 60. Un trabajo a la contra del cine que vivimos en la actualidad, que no ha estado libre de polémica. El director Brady Corbet recurrió a la IA para el diseño de algunos edificios y para corregir la pronunciación del húngaro en los diálogos de Brody, algo que parecía que podía lastrar sus opciones de cara al Oscar. Finalmente no ha sido así.

Adrien Brody comenzó su carrera en el cine en Historias de Nueva York (1989), una película compuesta por tres historias, cada una de ellas dirigida por un cineasta diferente: Martin Scorsese, Woody Allen y Francis Ford Coppola, que fue el que reclutó al joven Brody para un papel secundario. 

No paró de trabajar durante toda la década de los 90 en producciones independientes y filmes de género poco memorables, hasta que en 1999 se hizo un nombre en la industria con su trabajo a las órdenes de Spike Lee en Summer of Sam y de Terrence Malick en La delgada línea roja, ambas estrenadas en 1999. 

El Oscar por El pianista puso el mundo a sus pies, pero no supo capitalizar el éxito. O no tuvo la suerte de otros. Sus dos siguientes trabajos, El bosque (2004) y King Kong (2005), con dos directores que atravesaban su mejor momento, M. Night Shyamalan y Peter Jackson, respectivamente, no funcionaron bien y la industria le tomó la matrícula. Ahí se acabaron sus papeles protagonistas en grandes superproducciones.

En los 20 años que separan los dos Oscar, la carrera de Brody no ha vivido momentos demasiado memorables, al menos en el lado de la brillantez. Quizá merece la pena recordar su trabajo en la cinta indie El profesor (Tony Kaye, 2011) y sus trabajos en televisión: un villano en Peaky Blinders, los secundarios de Succession y Tiempo de victoria: La dinastía de Los Lakers y el protagonista de Chapelwaite

Pero quedan para la memoria momentos bastantes bajos en filmes como Manolete (Menno Meyjes, 2008) o Predators (Nimród Antal, 2010) y en cine de saldo como Asalto al banco de St. Luis (Sarik Andreasyan, 2014) o Bullet Head: trampa mortal (Paul Solet, 2017). Por suerte, siempre ha contado con la ayuda de su amigo Wes Anderson, que le ha reclutado para películas como Viaje a Darjeeling (2007), Fantástico Sr. Fox (2009), El gran Hotel Budapest (2014), La crónica francesa (2021) y Asteroid City (2023).

Veremos si con su segundo Oscar ahora sí es capaz de convertirse en la estrella que hace 20 años no pudo ser.