Fotograma de 'Expediente Netanyahu'

Fotograma de 'Expediente Netanyahu'

Cine

Del juicio a Netanyahu al #MeToo japonés: cinco documentales sociales y políticos que te impactarán

La revisión de la dictadura española y el horror de la trata de mujeres en América Latina son los otros temas que se abordan en estos reportajes.

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Se estrena en cines La marsellesa de los borrachos, en la que Pablo Gil recupera la peripecia de unos intelectuales italianos en la España de los 60 grabando de manera clandestina canciones de resistencia al franquismo. Mucha mierda, de Alba Sotorra (aún en salas), rememora la huelga de actores de 1975 por sus derechos laborales que supuso un desafío al franquismo y acabó con estrellas como Rocío Durcal entre rejas.

Expediente Netanyahu, en Filmin, nos conmociona con su duro ataque al primer ministro israelí con imágenes exclusivas de la declaración a la policía de él y su esposa sobre los cientos de “regalos” que recibieron durante años de millonarios a los que después ayudaban.

En El portal: la historia oculta de Zona Divas, en Netflix, vemos la pavorosa trata de mujeres en Latinoamérica con destino a México para prostituirse. Y en Black Box Diaries, nominado al Oscar, la periodista japonesa Shiori Ito narra su incansable lucha para que un ejecutivo de televisión pague por su agresión sexual mostrando las costuras machistas del sistema judicial y la propia sociedad nipona.

La marsellesa de los borrachos

Pablo Gil (en cines)

Planteado como una especie de ensayo documental sobre la sombra del franquismo en el presente, este trabajo de Pablo Gil Rituerto parte del poco conocido viaje de unos italianos a la España franquista en los años 60 para recoger material sonoro de canciones de la resistencia a la dictadura. Canciones que nos hablan de bandoleros, de emigrantes forzosos, cuerpos desaparecidos, desesperación, tristeza y resistencia. Un patrimonio musical poco conocido en nuestro país que en la película reinterpretan músicos contemporáneos como Nacho Vegas, Maria Arnal o Amorante.

Los italianos formaban parte del colectivo Cantacronache, un grupo de Turín del que formaron parte Umberto Eco o Italo Calvino. Ya viejecitos, claro, regresan a España para reencontrarse con los pocos supervivientes y rememorar esos tiempos en los que las cintas tenían que salir de manera clandestina a través de Andorra. La marsellesa de los borrachos es un trabajo de una cierta “arqueología espiritual” en el que Gil revive los fantasmas del pasado haciendo cantar a estrellas actuales aquellas canciones o nos muestra imágenes de la laboriosa búsqueda de cuerpos de represaliados republicanos aún perdidos en las cunetas.

En tiempos de éxito de El 47, la película también recupera valiosas imágenes de esa emigración masiva del campo a la periferia de las grandes ciudades, donde los recién llegados vivían en chabolas. Tiempos de duelo en muchas familias en las que la canción popular se convertía en una manera de recordar que los muertos siguen vivos en su memoria, que la esperanza existe a pesar de la represión y la miseria y la resistencia ha perdido la guerra pero no ha sido derrotada espiritualmente.

La historia adquiere un tinte irónicamente surrealista cuando las autoridades franquistas se enteran de la publicación de un libro (en italiano) con el resultado de los hallazgos de los turineses registrando grabaciones por España, Cantos de la nueva resistencia española. Para desacreditarlos, el régimen lo tildó de “marsellesa de los borrachos”, título del documental.

Mucha mierda

Alba Sotorra (en cines)

Franco no murió solo, también hubo que matar al franquismo y al miedo. En una España muy distinta a la de hoy en 1975, los actores no tenían ni siquiera un día de descanso a la semana. Era la época de los “sindicatos verticales”, controlados por el régimen, y las huelgas estaban estrictamente prohibidas.

Fue una demanda laboral tan básica como ese descanso semanal lo que “revolucionó” a los actores y actrices en un tiempo en el que aún pesaba el sambenito de ser una profesión “poco seria” (los “titiriteros”), propagada por el régimen y muy extendida en la propia sociedad. Sorprenden las declaraciones de un gerifalte del Gobierno hablando de “amor al arte” para justificar condiciones de trabajo tan brutales.

En Mucha mierda vemos esa huelga de nueve días en febrero de hace 50 años que fue como un mazazo para un franquismo que atisbaba su propio fin angustiado por su pérdida de autoridad. Los actores ganaron la partida, se envalentonaron, y poco después volvieron a la carga para escoger sus propios representantes sindicales. En una estampa insólita, grandes estrellas de la época como Rocío Dúrcal y Tina Sainz fueron detenidas en la siniestra Dirección General de Seguridad, centro de tortura del franquismo ubicado en la actual sede de la Comunidad de Madrid.

La recientemente fallecida Marisa Paredes, siempre guerrera, tuvo un destacado papel en aquellos convulsos días que también reflejaron los deseos de una sociedad entera de cambio. En este trabajo de Alba Sotorra (conocida por documentales como Comandante Arian, sobre las mujeres kurdas en la guerra siria), escuchamos a Paredes rememorar con gran emoción aquel desafío pero también a otros como Ana Belén, José Sacristán, Juan Margallo o Petra Martínez. Desde el presente, las actrices Carolina Yuste y Manuela Velasco advierten del riesgo de que el miedo, no tanto a la policía como a ser “señalado” en la profesión, sigue ejerciendo su poder para silenciar abusos.

Expediente Netanyahu

Alexis Bloom (Filmin)

Demoledor documental que hiela la sangre, claramente crítico con Netanyahu. La gran aportación exclusiva son las declaraciones a la policía tanto del propio primer ministro israelí como de su mujer, la simpar Sara, acusados de haber aceptado regalos de millonarios por valor de cientos de miles de dólares: puros, champagne, joyas... Por ejemplo, el productor de cine Arnon Milchan, rico gracias a Pretty Woman o Doce años de esclavitud, dice que le mandaba regalos de manera “rutinaria” y la acusación calcula que en total suman 200 mil dólares.

Los Netanyahu oscilan entre la amnesia, la paranoia y una arrogancia que deja atónito. El primer ministro con frecuencia “no recuerda”, lo achaca todo a la persecución política y de vez en cuando pierde los nervios y se muestra desafiante. Su mujer, que fue acusada por el servicio de la residencia del gobernante de malos tratos, no solo lo niega todo, acusa a la policía de formar parte de un contubernio comunista para derrocarlos. “En vez de darnos las gracias”, dice todo el rato, “nos perseguís”, mientras alardea de sus visitas a la Casa Blanca. Para completar el cuadro familiar, el hijo, Yair, aún más radical que el padre.

De acuerdo con este documental, Netanyahu ha llevado a la sociedad israelí a un estado de paranoia y miedo constante, deshumanizando a los palestinos como “infraseres” con la voluntad única y exclusiva de eternizarse en el poder.

El mismo motivo por el cual mantenía la guerra en Gaza (en un delicado alto el fuego ahora mismo), ya que mientras siga como primer ministro no pagará por el error de las fuerzas de seguridad en el ataque de Hamás que dejó 1200 muertos, ni por sus casos de corrupción. Vemos un Israel progresivamente radicalizado a la derecha y reaccionario en el que el líder está obsesionado con la idea de que la prensa, todos "rojos" y "propalestinos", es el principal problema.

El portal: La historia oculta de Zona Divas

Rigel Ferreira, Axela Veládez, Alexa Veládez (Netflix)

Hay muchos momentos de esta serie documental de Netflix que parten el alma. En uno de ellos, vemos a la madre de una de las víctimas maldecir “la situación económica de Venezuela”. Los altos índices de pobreza de la dictadura (un 52% de la población el año pasado) tienen una de sus consecuencias más siniestras en la emigración de bellas jóvenes venezolanas a México a prostituirse. Allí, como vemos en El portal: La historia oculta de Zona Divas, con frecuencia, las matan. Y para hacerlo peor, los asesinos salen impunes.

Zona Divas era un portal de internet “exclusivo” en el que solo se anunciaban mujeres de gran belleza física (a las que llaman eufemísticamente “modelos”). A la cabeza, Ignacio Antonio Santoyo, el Soni, un tipo siniestro que vende su negocio como estrictamente legal (la prostitución es legal en México) y se manifiesta como contrario a la “trata de personas”. La realidad es que se dedicaban a traer a mujeres jóvenes de Venezuela pero también de Argentina o Colombia para esclavizarlas sexualmente en Ciudad de México, obligadas a jornadas extenuantes y vulnerables a la violencia de muchos hombres.

En un momento dado, comienzan a matarlas ¿El motivo? Su deseo de salir de las garras de Soni (que también las obligaba, claro, a darle servicios gratis sin condón) e independizarse. Se llamaban Génesis Gibson, Kenny Finol, Karen Ailén o Wendy Vaneska. La serie acierta al viajar hasta sus hogares para conocer a sus devastadas familias y amigos, poniendo rostro y humanizando a estas víctimas.

Black Box Diaries

Shiori Ito (Filmin y Movistar Plus+)

El movimiento #MeToo ha sido un terremoto que ha socavado no solo la sociedad occidental, sino también se ha dejado sentir en países como Japón. Nominado al Oscar, Black Box Diaries narra, en primerísima persona, la lucha de la periodista Shiori Ito para que sea castigado el hombre que la violó, Noriyuki Yamaguchi, un reportero famoso en el país y próximo al círculo del primer ministro, Shinzo Abe. Según datos de la propia Ito, solo un 4%, ¡un 4%!, de las violaciones se denuncian. Lo cual resulta menos sorprendente si se tiene en cuenta el machismo brutal de la legislación y la sociedad japonesas que vemos en la película.

Narrado como una suerte de “diario íntimo”, vemos la lucha de una mujer joven y muy bella, que narra su historia y habla consigo misma en inglés, para procesar al hombre que destrozó su vida. “La violación es un asesinato del alma”, dice Ito. El calvario de la periodista, enfrentada al mundo entero, es espeluznante.

Con unas leyes que otorgan muy poca credibilidad a la acusación, por supuesta “falta de pruebas”, el jefe de policía detiene el arresto del reportero y cierra el caso. Los propios medios de comunicación le dan la espalda y la víctima recibe todo tipo de insultos y comentarios desagradables que cuestionan su verdad por su forma de vestir o por su propia juventud. Sus propios padres no la apoyan, como recuerda entre lágrimas.

Arranca Black Box Diaries, sin embargo, con la escena en la que el propio agresor la arrastra de los pelos por el lobby de un hotel hasta una habitación para consumar su crimen. El taxista que los condujo recuerda cómo Ito le ruega que la deje en la estación de tren y la deje salir del coche. Yamaguchi la tiene que sacar a rastras.

Nada es suficiente para convencer a los jueces ni a la recelosa opinión pública en un calvario mediático y judicial que dura varios años, en el que acaba obteniendo una victoria pírrica en forma de compensación económica y es, a su vez, condenada por “difamación”. Escogida por la revista TIME como una de las 100 personas más influyentes del mundo, el coraje de la periodista no solo puede llevarse un Oscar, ya esta transformando la sociedad japonesa.