
Una imagen de la familia protagonista de 'Vermiglio'
'Vermiglio', crónica del fin de un mundo: llega una de las grandes películas italianas del último año
La cineasta Maura Delpero invierte la tendencia habitual del cine clásico y pone el foco en la experiencia femenina durante la Segunda Guerra Mundial.
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Vermiglio transcurre entre el invierno de 1944 y el otoño de 1945 en el minúsculo pueblo italiano de los Dolomitas que da título a la película. Uno de los motivos musicales del filme es Las cuatro estaciones de Vivaldi, disco que Cesare (Tommaso Ragno) reproduce en su gramófono.
Él es el profesor de la escuela, patriarca de una familia numerosa con escasos recursos, un hombre contradictorio que se arroga el derecho de decidir el futuro de cada uno de sus vástagos, con una parte de campesino y otra de intelectual, con un carácter que bascula entre el autoritarismo y la tolerancia. Para él, la música de Vivaldi o Chopin alimentan el alma. Su mujer, a punto de afrontar su décimo parto, preferiría dedicar el escaso dinero que tienen a dar de comer a sus siete hijos y a los animales que les dan sustento.
La vida en Vermiglio, por otra parte, parece ajena al transcurso de la Segunda Guerra Mundial, si no fuera porque la mayoría de los jóvenes se han marchado, algunos para no volver nunca y otros perdidos para siempre en el recuerdo de terribles experiencias. Esta presencia fantasmal de los hombres permite a la directora Maura Delpero (Bolzano, 1975) invertir la tendencia habitual del cine clásico y poner el foco en la experiencia femenina.
De esta manera, la película se centra en la peripecia de tres de las hijas de Cesare, que se hacinan en la misma cama mientras comparten cariños y confidencias, aunque todas guardan sus secretos. La mayor de ellas, Lucía (Martina Scrinzi), está enamorada de un desertor siciliano que se esconde en una granja abandonada. La mediana, Adele (Roberta Rovelli), se masturba en secreto y se impone severos castigos a sí misma para lidiar con la culpa, como comer excrementos de gallina. La pequeña, la inteligente y curiosa Flavia (Anna Thaler), es la elegida por su padre para continuar los estudios, pero ella preferiría quedarse ayudando en casa.
Delpero, frente a ejercicios maniqueos o anacrónicos de reivindicación feminista como el realizado por Margherita Vicario en la reciente ¡Gloria!, representa su universo sin expresar juicios de valor, sin forzar situaciones ni caer en sentimentalismos y dotando de complejidad a todos y cada uno de los personajes. Como narradora, la cineasta maneja la elipsis para revelar de manera sutil los volcanes interiores de los personajes, asumiendo el riesgo de que el filme pueda resulta algo frío a nivel emocional.
Por su parte, en el plano simbólico, Vermiglio traza la transición de las creencias ancestrales del medio rural al desarrollo cultural y ténico que provocó el conflicto mundial, y del mundo colectivo al individualismo. Sobre todo, a través de la historia de Lucia, cuyo honor mancillado la llevará finalmente a abandonar el núcleo familiar, abriendo las posibilidades de convertirse en una mujer para una nueva era.
Todas estas interesantes vertientes del filme se engarzan en una propuesta sensorial en la que es fácil ver la huella de Ermanno Olmi y que reconstruye con verdad ese mundo perdido, también gracias a las interpretaciones de un reparto de actores profesionales y naturales.
Vermiglio
Dirección y guion: Maura Delpero.
Intérpretes: Tommaso Ragno, Martina Scrinzi, Roberta Rovelli, Anna Thaler, Roberta Rovelli, Giuseppe de Domenico.
Año: 2024
Estreno: 14 de febrero