Image: Artificios de historia

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Exposiciones

Artificios de historia

Los géneros. Historias diferidas

15 septiembre, 2005 02:00

Jaume Parera: Mudaball, 2004. Vídeo

Comisaria: Teresa Blanch. Sala Alcalá 31. Alcalá, 31. Madrid. Hasta el 9 de octubre

Regresa a su cita anual el ciclo de exposiciones organizado por Caja Madrid y coordinado por José Marín-Medina en que, desde el presente y a través de obras de artistas con trayectoria breve pero emergente, se busca reflexionar sobre cuatro géneros tradicionales del Arte: paisaje, desnudo, naturaleza muerta y pintura de Historia. Tras El cuerpo. Conceptos y representaciones del pasado año, le toca el turno al género de pintura de Historia, con Teresa Blanch como comisaria.

La invitación a Blanch, motivada por su interés por la singularidad y la visión de lo social en el individuo en contacto con su actual hábitat, ha sido un acierto. Primero, porque su enfoque conecta con la idea general de investigar en el desfile de subjetividades artísticas que se plantean críticamente el mundo en el que viven. Pero, además, por saber acercar eso a la idea de ficción y falseamiento a partir de elementos de la realidad presente y desde el fondo de sus acontecimientos, de su zeitgeist y de los lenguajes de comunicación social y de representación artística. Por aquí desfilan obras que toman elementos del cómic (oportuno y jugoso, Ruiz), el show de humor (YProductions), el cine (Martín Lara y una Patricia Dauder a destacar), los espectáculos deportivos de masas (Parera), la fotografía (Negre), la literatura y la oralidad (Campino), el documental de enfoque informativo y personal (Marqués) o el pasquín y la pintada (Chaves).

Todos los artistas aquí presentes tienen en común ese tratar de reelaborar las emisiones de la realidad (social, política, económica, simbólica o ideológica) que habitan, utilizando la paráfrasis, descomposición o desvío, en un intento de mirar en el lapso de parpadeo habitual para localizar tramas internas, implicaciones de acciones, comportamientos o discursos. En todos los casos, el lenguaje del que parten es privado de su carácter totalizador (en ocasiones también totalitario).

Esa "cadena de imágenes" (como la llama Blanch) entre la que buceamos día a día, se rompe, y los fragmentos resultantes toman protagonismo bajo el foco hasta encontrarse el arañazo de la trama que lo sustenta, el grano que hace a dos imágenes cómplices. A veces, una vez frenado el bombardeo de "realidad", las nuevas obras pasean sin prisa por los márgenes del mensaje y del medio en que circula, hasta hallar sub-contextos como el del tiempo en el cine. Surge así una nueva narrativa, generalmente extrañada (a veces hasta brutalmente) y siempre abierta, que nos permite pensar para entender la fuga que representamos en la realidad y la suma de fugas en que vivimos.