Image: La tierra desollada

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Exposiciones

La tierra desollada

14 julio, 2005 02:00

Carlos & Jason Sánchez: The Baptism, 2003

Begoña Malone. Pelayo, 50. Madrid. Hasta el 22 de julio. De 2.700 a 8.800 euros

Freud definió lo siniestro como conjunto de situaciones o atributos que no permiten distinguir entre real e imaginado. Lo monstruoso, ese exceso o manipulación artificial de lo natural sería una de sus antesalas. En esta colectiva internacional de fotografías se dan cita ambos, en una puesta en escena de algo que puede entenderse como una parte del zeitgeist actual: la ansiedad de la que habla el catálogo, o una neurosis paranoica fruto del modelo de vida urbano, altamente cronometrado y tecnificado. En efecto, las obras por un lado traslucen un renacido y cada vez más fuerte interés (infectado de terror) por lo misterioso, lo mágico y lo extraordinario (lo oculto), y, por otro, el miedo al monstruo emergido en el propio cuerpo o fruto de la técnica, en cierta manera prometeico. Sin embargo, más que al Romanticismo o al futurismo se aprecia una vuelta a lo gótico. Así, las mujeres inmóviles, sin duda poseídas, rodeadas de pájaros, o la embarazada junto a un lechón neonato de Eyre revisan un miedo ancestral al nacimiento de engendros y a las brujas. Los hermanos Sanchez crean una metáfora más cercana a abismos de hoy con niños en escenas sangrientas, extraños fenómenos asumidos por los adultos. Las turbadoras ninfas mutantes de Odani conectan con el tema del cuerpo y su capacidad terrorífica. Garnet transmite un muy contemporáneo miedo a la fisicidad del propio cuerpo. En su autorretrato, Sandra Sue capta una belleza perturbadora por amputación y cosificación. En suma: el cuerpo como lugar de mutilación, deformación o crisálida de otro ser, como monstruo, la infancia como pesadilla ambigua y momento de lo fantástico y lo premonitorio, y el misterio como eje de la fascinación por lo no científico.